¿Sabías que desde que es tan solo un bebé tu hijo va adquiriendo las habilidades que le preparan para la fascinante aventura de aprender a leer y escribir? ¿Y que hay actividades diarias con las que puedes ayudarle? Es evidente que tanto la lectura como la escritura son los pilares fundamentales sobre los que se asienta toda la etapa escolar. Y es que son la base que le abrirá las puertas a los demás aprendizajes. Son el motor del desarrollo cognitivo, intelectual y lingüístico. Porque, como dice Maite Vallet, pedagoga y creadora de Leolandia, “los niños pasan de aprender a leer a aprender leyendo”.
¿Qué es la lectoescritura? Es la capacidad de comprender el mensaje de las palabras y textos, mediante la transcripción gráfica del lenguaje oral. Para lograrlo, se utilizan habilidades cognitivas, sensoriales y motrices. Según el maestro, escritor, pedagogo y filósofo Gregorio Luri, leer es “el arte de encajar un texto en un contexto”. Y precisamente aquí es donde entran esas herramientas colaterales que podemos ir fomentando en aras de este proceso.
Nuestros hijos leerán y escribirán cuando estén preparados para ello, pero los padres podemos ir ayudándoles a afianzar habilidades y estrategias
Es evidente que nuestros hijos leerán y escribirán cuando estén preparados para ello, pero los padres podemos ir ayudándoles a afianzar las habilidades y estrategias que facilitarán su desarrollo llegado el momento. Existen un sinfín de ejercicios cotidianos que les permitirán adquirir las destrezas que les impulsarán a leer y escribir y, sobre todo, a disfrutar haciéndolo, lo que provocará su hábito lector y su amor por la lectura, convirtiéndoles en auténticos LEOnes y LEOnas.
Cuando son bebés
Aunque pensemos que en esta etapa apenas les vamos a poder ayudar en lo relacionado con la lectoescritura, sí podemos. Los bebés aprenden utilizando los sentidos y moviéndose. Su movimiento libre es vital. Por ello, para que se muevan libremente, debemos facilitar que pasen muchos momentos en el suelo rodeados de juguetes que llamen su atención. Enseguida comienzan a desplazarse a su manera: se arrastran, voltean, trepan sobre cojines, gatean… Después se sientan, se ponen de pie y caminan. Permite que tu hijo se caiga las primeras veces que se ponga de pie -no se hace daño y desarrolla el reflejo de caída-, enseguida se levantará, dará unos pasos, volverá a caerse y a ponerse de pie… Es un proceso que debe realizar por sí mismo para avanzar seguro.
Cuando empiezan a andar
Poco a poco, al tiempo que van desarrollando la motricidad gruesa, irán perfeccionando también el movimiento de sus manos, la motricidad fina. Las manos serán sus mejores aliadas para sujetar y pasar las páginas de su máxima motivación para desear leer, los cuentos. Primero leerán sus imágenes, después los textos.
Y cuando puedan realizar el movimiento de pinza con los dedos, es el momento de ayudarles a adquirir la destreza manual que necesitan para manejar bien el lápiz, su herramienta imprescindible para embarcarse en la aventura de escribir.
Prueba con estos juegos: lanzar pelotas, apilar bloques, construcciones, puzles de botón, introducir pequeños objetos en cajas y botellas, empujar palancas, abrir y cerrar diferentes recipientes, envolver y girar o enroscar objetos, jugar con pinzas de la ropa… No permitas, ni mucho menos le animes, a utilizar juegos electrónicos; necesita moverse para mantener su mente activa y a la vez controlada por la propia actividad.
Dibujar, colorear, manualidades: empiezan haciendo garabatos y no controlan el coloreo. Lo consiguen con la práctica, y es la manera de iniciar su expresión gráfica. Las manualidades preparan su mano y agilizan la creatividad, indispensable para que su escritura no sea mecánica. Enséñales a disfrutar amasando, enhebrando, ensartando, recortando… Ofréceles plastilina o arcilla, juegos de cuentas, de costura, recortables, libros de pegatinas… Hay juegos variadísimos y actividades manuales muy entretenidas, pero tienes que mostrárselas y enseñarles a utilizarlas de una manera práctica y ordenada, para que puedan hacerlas sin depender de tu control constante.
Las rutinas también ayudan: además de servirles para adquirir la autonomía propia de esta etapa de su vida, las rutinas relacionadas con su higiene, ropa, comida y orden potencian el desarrollo y adquisición de las destrezas necesarias para afrontar el reto de la escritura. Adquieren seguridad, fundamental para aprender, y los preparan para manejar con soltura el lápiz. Enséñales a utilizar correctamente la cuchara, a sujetar su vaso de agua con las dos manos, a usar su esponja cuando les bañemos, a lavarse las manos, la cara, los dientes…, a vestirse abrochando botones, subiendo cremalleras…, a ordenar su ropa y juguetes…
Cada vez que practican las rutinas diarias y juegan moviéndose libremente, emprenden la hazaña de aprender a leer y escribir. Nuestro papel es estar atentos a las señales que los preparan para esa proeza y facilitarles la adquisición de destrezas y habilidades dirigidas a impulsar una aventura trascendental, la de ser auténticos LEOnes y LEOnas.