No hace falta pasear mucho tiempo por las calles de Madrid para ver personas que después, de haber fumado, tiran la colilla a la calle.
¿Cómo son esas personas?
Son mujeres y hombres, indistintamente.
Ocurre en barrios con personas aparentemente económicamente opulentas y en barrios de gente que, aparentemente, tienen poco dinero.
Son señoras mayores, chicos muy jóvenes, señores supuestamente respetables que tiran la colilla desde su automóvil, niñas que salen del colegio.
¿Cómo es posible que un acto tan vulgar, tan irrespetuoso como tirar una colilla haya invadido nuestra ciudad (y supongo que muchas otras)?
En cambio, hay mujeres y hombres, pobres y ricos, mayores y jóvenes que cuando terminan de fumar su cigarrillo, buscan un cenicero donde tirar su colilla.
Lo que distingue a unos de otros es la educación. No, no es la formación. Entre los que tiran la colilla y entre los que no la tiran hay post graduados, personas que no han terminado el bachillerato, ni la EGB, personas que saben idiomas y otras que les cuesta hablar bien el único que saben.
Lo que distingue a los que no tiran la colilla al suelo es saber ser respetuosos con las personas con las que conviven, conscientes de la importancia de que nuestras calles estén limpias, son personas que son conscientes que forman parte de un todo llamado sociedad con la que sienten que deben ser responsables.
No hace falta pasear mucho por Madrid para tener “la oportunidad” de ver personas escupiendo en la calle. Son ricos y pobres, mayores y jóvenes, son en su inmensa mayoría del sexo masculino. ¡Es realmente asqueroso! Escupir en la calle es un acto repudiable, zafio, feo. Es otra forma de demostrar a los que te rodean que les importas un comino, que la calle es tuya y que nada va a detenerte. Quien escupe en la calle es, sin duda, un maleducado, sin matices.
Sin educación estamos perdidos como individuos y como sociedad. Por eso es tan importante que les dejemos a nuestros hijos ese inmenso patrimonio: la educación. Depende, sin duda, de cada uno de nosotras y nosotros.