Los adolescentes, ese universo que engloba tanto y que al mismo tiempo nos parece tan desconocido, tan inexpugnable. Un terreno que pisan nuestros hijos pero que en ocasiones se nos antoja difícil de alcanzar. Por eso, para entenderles y, sobre todo, mejorar nuestra relación con ellos, hemos hablado con Alba Castellvi, que será una de las ponentes de nuestro evento en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria. Como aperitivo, aquí va esta entrevista en la que nos avanza lo que nos contará el próximo 11 de marzo.
1. ¿Es posible disfrutar de nuestros hijos adolescentes? ¿Cómo?
Sí, la prueba es que hay familias que lo logran. Disfrutar no significa estar siempre contentos con ellos y sin conflictos, sino poder valorar los momentos puntuales de satisfacción y los ratos compartidos de conversación y buena compañía. Podemos promover estos ratos, lograr que sean más y más provechosos para todas las partes.
Para esto hay que aprender a conversar con los adolescentes. Y este aprendizaje se logra de dos maneras: la primera, incorporando una serie de puntos de vista sobre quienes son nuestros hijos respecto a nosotros, sobre lo que significa la adolescencia y sobre cómo es el mundo en el que viven. La segunda, aprendiendo varias técnicas comunicativas que nos permitan:
a) Generar confianza entre hijos y padres y
b) Vivir de acuerdo con las reglas y según el estilo de vida de los padres y a la vez de forma acorde con las necesidades de todos.
2. ¿Por qué nos cuesta tanto a los padres soltar ese lastre de confiar en nuestros hijos y darles esa autonomía y responsabilidad que les corresponde con esta edad?
Porque no siempre parecen capaces de hacer un buen uso de la libertad que reclaman. Ceder el control a alguien que no parece capaz de ejercerlo debidamente, con prudencia y sentido común, les puede parecer a los padres una irresponsabilidad.
El miedo y la natural voluntad de protección es el principal motivo. Los padres temen que las decisiones que tome el hijo le conviertan en alguien que ellos no quisieran que fuera, en alguien que dilapide sus oportunidades. Los padres han trabajado durante toda la infancia para proteger al hijo y es natural que luchen por mantener el poder con el objetivo de seguir protegiéndole ante errores que le puedan. Además, están los principios y valores de los padres: son importantes para nosotros y nos duele que los hijos los menosprecien con su actitud. Cuando los hijos quieren tomar decisiones radicalmente contrarias a las que tomaríamos nosotros, muchas veces sentimos que cuestionan lo esencial y nos resistimos.
3. ¿De qué manera podemos comunicarnos con nuestros hijos adolescentes y educarlos sin perder la autoridad que nos cuestionan tanto en esta etapa?
Al principio de empezar a aprender, hay que hacerlo poco y bien. Si nos comunicamos poco, correremos menos riesgo de ser pesados –con lo cual, desconectan- y de hacerlo mal y perder oportunidades de generar confianza y mantener nuestra influencia. A medida que aprendamos a comunicarnos con ellos, las interacciones aumentaran y los ratos de bienestar compartidos, también.
En mi libro hay decenas de trucos para que la comunicación con el adolescente funcione a la vez que mantenemos nuestra autoridad y garantizamos el respecto debido. Mi consejo es que elijan uno o dos y los practiquen durante unos días: verán como las cosas empiezan a funcionar. Luego pueden ir incorporando más, hasta lograr una comunicación fluida y con muchos menos conflictos.
4. ¿Cómo podemos educar a nuestros hijos adolescentes sin morir en el intento hoy en día con la cantidad de estresores y factores externos que hay (redes sociales, nuevas tecnologías, acceso a más información, madurez cognitiva, sociedad cambiante, mercantilismo…)
Hay que entender el mundo en el que viven: comprender por qué son tan atractivos los contenidos digitales, cómo las redes y los videojuegos influencian su autoconcepto y sus relaciones. Hay que comprender por qué les resulta tan ingrato esforzarse en los estudios y encontrar fórmulas para despertar su interés. También ayuda conocer su entorno y lograr que nos cuenten lo que les pasa con confianza para poderles ayudar. Esto lo lograremos solamente si somos buenos escuchantes, lo cual se aprende (también en el libro Adolescentes). Por último, y lo más importante: más que entrar en conflicto permanente para que hagan lo que a nosotros nos parece bien, seamos personas de referencia para ellos: no tengan la menor duda de que nuestro modo de vivir de acuerdo con ciertos valores hará que más adelante, una vez superada la adolescencia, ellos se acerquen mucho más a nuestro modelo de lo que ahora su estilo y quehacer adolescente nos permite imaginar.
“Nuestros adolescentes son el resultado de su educación, pero también de su tiempo, frutos de una sociedad bastante desorientada que les trata como consumidores potenciales y como irresponsables”, Alba Castellvi.
5. ¿Es cierta esa imagen que nos hemos creado con prejuicios con nuestros adolescentes? ¿Esa imagen les ayuda o les retrae más? ¿Cómo podemos revertirla?
Los adolescentes tienen aspectos maravillosos con su gran potencial, nos ofrecen la oportunidad de repensar ciertas cosas a la luz de sus experiencias y además, aunque a veces no lo parezca, quieren mucho a sus familias. Son el resultado de su educación pero también de su tiempo, frutos de una sociedad bastante desorientada que les trata como consumidores potenciales y, demasiado a menudo, como irresponsables a los que se les exige poco. Esto último no es culpa suya y en cambio les perjudica. Haríamos bien en repensar el concepto que tenemos de ellos.
6. ¿Hemos de cambiar el lenguaje con el que nos dirigimos a ellos?
En muchas familias, cuando se cambia el lenguaje –el tono, las formas- cambian completamente las actitudes de los adolescentes hacia los padres.
