Además de padres, somos humanos. Por ello, es importante aceptar que tenemos problemas, responsabilidades y debilidades; en el trabajo, en nuestras relaciones, etc. Tenemos tanta presión por criar a nuestro hijo o hija de forma positiva para que sean felices y se desarrollen de forma plena que, muchas veces, al mundo (y a nosotros) se le olvida todo el sufrimiento que podemos padecer. Porque, yo velo por el bienestar de mi pequeño pero, ¿quién se encarga de mis emociones? ¿Quién me cuida a mí? Y, sobre todo, ¿cómo puedo estar presente en la crianza de mi hijo si yo no estoy bien?.
Para abarcar el tema y resolver todas estas cuestiones, hemos hablado con la psicóloga Silvia Álava.
No debemos cargar a nuestros hijos con nuestra mochila de problemas
“Es cierto, que los psicólogos decimos que los primeros que tenemos que demostrar las emociones, si queremos que nuestros niños tengan una educación emocional, somos nosotros. Sin embargo, en este término cuando hablamos de problemas específicos existe un peligro. Puesto que, podremos ejercer un termino llamado parentalización”, nos dice la psicóloga. Es decir, aunque podemos demostrar que estamos tristes o felices, debemos ser cuidadosos a la hora de querer responsabilizar a nuestros hijos de nuestros problemas. No podemos pretender que gestionen nuestras emociones, que arreglen nuestros conflictos. Por consiguiente, lo que haremos será contribuir a que sufran esta “parentalización”: nuestros peques se sentirán inseguros, desprotegidos y responsables de nuestro cuidado, por lo que su desarrollo se puede ver afectado.
Silvia Álava nos explica: “Podemos darles una pequeña explicación para que puedan entender cómo nos sentimos, pero esto, sin querer que nos sostengan emocionalmente”. También, nos tenemos que ajustar a su edad, haciéndoles partícipes de nuestro estado emocional para que puedan colaborar y entender nuestro comportamiento.
Entonces, ¿qué puedo hacer para sentirme mejor? ¿Cómo puedo estar presente en la crianza de mi hijo? Silvia Álava nos da algunos consejos
- Asumir que tenemos un problema para así poder trabajarlo. Lo primero que debemos hacer es asumir como nos sentimos, de esta forma, podremos ponerle solución.
- Hablar con otros adultos, no con nuestros hijos. Es importante hablarlo con personas de nuestra misma edad, figuras que puedan asumir y entender nuestra situación.
- Acudir a Terapia. Aunque sabemos que la terapia no está al alcance de todos, sería ideal pedir ayuda a algún profesional cualificado.
- Tener momentos de transición. Es muy importante tener espacios de transición. Por ejemplo, cuando acabamos de salir de trabajar y tenemos que cuidar de nuestros hijos. En otras palabras, hacer un tiempo de descanso entre estas dos tareas. De esta forma, tendremos un poco más de “espacio mental” para gestionar todas aquellas preocupaciones del trabajo.
- Apuntar todo aquello que nos preocupa para más tarde. Una herramienta muy útil es dejar apuntando todo aquello que nos preocupa o nos angustia en un papel y dejarlo programado para el día siguiente. Así haremos una separación entre nuestros conflictos o problemas en el trabajo y el tiempo de crianza que pasamos con nuestros hijos.
