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“Para educar a los hijos, que es lo más importante del mundo, nadie nos da clases”, Mónica Mendoza

Educar con inteligencia emocional

La sociedad ha cambiado mucho y no podemos pretender que funcionen los esquemas de aprendizaje que nos sirvieron hace años. Para Mónica Mendoza, psicóloga, experta en ventas y madre de un hijo, esto es básico y hay que educar con inteligencia emocional. En esta divertida ponencia nos habló de esta y otras cuestiones y lo explicó todo con ejemplos muy claros.

Comienza Mónica en el escenario pidiendo un aplauso para todos los asistentes por el esfuerzo que han hecho como madres y padres para estar a las 9 de la mañana en el evento. Pero quiere ver quién ha hecho mayor esfuerzo, quién se merece un aplauso más especial. Pide que se ponga todo el público de pie y que se vayan sentando los que tienen un hijo, luego los que tienen dos, los que tienen tres… y así hasta siete, que solo queda una persona levantada. “¡Si yo solo tengo uno y no llego puntual a ningún sitio! La mayor de mis admiraciones”, dice Mónica sorprendida y entre risas.

Todo está cambiando a un ritmo muy rápido. Pregunta al público cuántas marcas de yogures había en España entonces. Y seguidamente, que si han ido al supermercado a buscar un champú para cabellos normales. “Yo soy divorciada y os juro que es como buscar novio después de los 40, no hay ni uno normal”, dice provocando las risas del público.

Siguiendo con los cambios en todos los ámbitos, Mónica menciona que hay profesiones que desaparecen y otras que son el futuro pero que aún no existen, “aún no existe la carrera universitaria que forme a nuestros jóvenes en las profesiones del futuro”, señala. Mendoza ha sido siete años profesora en la Universidad Autónoma de Barcelona y dice que hasta la manera de tomar apuntes ha cambiado: “Antes tomábamos apuntes a mano. Pedirle apuntes a otro y que te los dejara era un reto. Ahora tienen redes sociales donde comparten los apuntes, y un alumno de Coruña puede aprobar la carrera con los apuntes de uno de Cádiz”.

Señala Mónica que “captar la atención es cada vez más difícil, no solo de nuestros hijos, también de nuestros alumnos. Como toman apuntes con el ordenador porque van más rápido, y hay wifi en la universidad, están tomando apuntes con Facebook abierto, con Twitter… Lo sabes porque cuando bajas de la tarima, están todos cerrando las pestañas”, dice en actitud muy cómica.

Pone un ejemplo de unos padres con su hijo para mostrar cómo nos comunicamos:

– ¡Nos hemos enterado de que Ana fuma!

– Oh, por Dios, cada vez más jóvenes. ¡A ti ni se te ocurra!

Señala Mendoza que “esto provoca una brecha, una distancia. Dejamos de conectar emocionalmente con nuestros hijos, y para mí la conexión emocional es básica”. El ejemplo de antes sería así:

– Hoy nos hemos enterado de que Ana fuma.

– ¿A ti qué te parece, Marc? ¿Lo has pensado en alguna ocasión? Oye, si algo te preocupa, puedes contar con nosotros.

¿En qué consiste la teoría ‘beneficios-costes’?

Teoría de ‘beneficios-costes’
Teoría de ‘beneficios-costes’.

“Tendríamos que adoptar este estilo de comunicación”, dice Mónica, y expone su teoría de ‘beneficios-costes’. “¿Cómo convenzo a mi hijo preadolescente para que coma verduras, si siempre quiere patatas fritas y pollo? No podemos convencerles si los beneficios percibidos de que hagan algo no son superiores a los costes percibidos por hacerlo. Me explico: Todo ser humano, antes de hacer algo, hace una resta mental ‘beneficios-costes’”, subraya y lo explica haciendo ver al público que si está en el teatro, en el evento, es porque los beneficios percibidos el día que compraron la entrada eran superiores al precio, al riesgo (mientras están aquí no están haciendo otras cosas) y al esfuerzo que supone ir, aparcar, levantar a los niños, etc. Mendoza apunta que tenemos que hablar con nuestros hijos en esta terminología ‘beneficios-costes’ porque si lo que les estamos pidiendo, si esta resta no sale en positivo, no vamos a conseguir que cambien de conducta.

Para hacer entender su teoría, Mónica pone un ejemplo personal. “Me encanta comer y disfruto comiendo todo lo que engorda. ¿Qué sucede? Que me cuesta hacer dieta. ¿Por qué? Porque los beneficios percibidos de hacer dieta en mi cerebro son inferiores a los costes. Los costes son, en este caso, el esfuerzo psicológico y mental de pedir ensalada césar en lugar de hamburguesa con patatas. El esfuerzo mental es tan grande, que después de tantas horas trabajando, llegas al hotel, miras la carta del room service y dices ¿y ahora voy a pedir ensalada césar? Me dan ganas de llorar”, dice provocando una vez más las risas y aplausos del público.

“¿Qué hacemos a veces nuestra generación? Aplicamos con nuestros hijos esquemas mentales que en nuestra época habían funcionado”, señala la psicóloga y experta en ventas. Para ver esto pone de ejemplo cuando ibas llorando a tu padre y le decías que tenías un problema y él te respondía: ‘Un pico y una pala te daría yo’. Y añade Mónica: “A veces le explicabas el problema y le parecía tan insignificante que él o ella te daban un bofetón y te decían ‘Ahora sí lloras con motivo’. ¿Os suena, no?” Lo que pasa es que, como dice Mónica, “ahora la sociedad ha cambiado mucho. Lo que hacemos los humanos es adaptar nuestra conducta según la interpretación de la realidad, entonces no hay que cambiar a los niños por sus conductas, sino por la interpretación mental que hace su cerebro de la situación”.

Educar con inteligencia emocional

En esta ocasión, Mónica expone un ejemplo muy visual: “Si vais en un avión, hay turbulencias y miras a los azafatos y se están santiguando, ¿qué pasaría?”, se ríe el público. Añade Mónica, “sudoración, palpitación, y la conducta sería huída o infarto”. En cambio, como dice Mendoza, si hay las mismas turbulencias pero miras a las azafatas y están tranquilas, te miran y te sonríen, piensas que está controlado y que no será para tanto. “Son las mismas turbulencias, no podemos cambiar a la gente por sus conductas, sino por la interpretación mental que hace su cerebro de ellas”, dice y añade: “No nos han enseñado que tú ves una realidad y tus hijos ven otra, que las conexiones neuronales que han creado nuestros hijos aún ven una realidad diferente a la nuestra. Por eso, tu hijo tiene la habitación fatal, desordenada, pero él la ve bien. No te engaña, él la ve bien”, dice de una manera muy cómica.

Los dos hemisferios del cerebro
Los dos hemisferios del cerebro.

“Lo que te ayuda a ser feliz es la inteligencia emocional. ¿Los logaritmos neperianos os han enseñado a gestionar los conflictos, a tolerar la frustración? A nosotros, a los papás, nunca nos han enseñado a trabajar estas competencias que ayudan a ser feliz en la vida, a tolerar frustración, a detectar cuando te acosan, etc. Nos han enseñado a jugar al parchís con las reglas de la oca. Queremos comunicarnos con nuestro hijo con el hemisferio izquierdo cuando están en una época en la que el derecho (el de la creatividad) fluye más. Tú le estás diciendo a tu hijo de 6 años que coma pescado, que tiene Omega 3, cuando se cree que la Patrulla canina existe”, señala.

En la parte final de la intervención, Mónica explica que hemos identificado personas según su grado de motivación. “Hay un estudio que me explicó un profesor, Marcos Urarte, sobre cómo son las personas según su grado de motivación.

  • Hay un 18% de Motivaitors. Estos son aquellos que siempre están alegres, pero a veces han perdido la percepción de la realidad. Yo lo llamo euforia patológica. Ejemplo: Le dices a unos padres: – Oye, que tu hijo ha suspendido ocho. Y él dice: – Eso es que ha aprobado dos. Si quiere, puede. (risas)
  • Mónica habló de los motiveitors, los vegeteitors y los amargueitors
    Mónica habló de los motiveitors, los vegeteitors y los amargueitors.

    60% de Vegeteitors. No hacen nada, están en el sofá. – Oye, que este le está tirando de los pelos al otro. Y dice el vegeteitor: – Déjalos, ya lo arreglarán, son así.

  • 22% son Amargueitors”. Mónica dice que son aquellas personas que cuando les cuentas que estás embarazada te cuentan el peor parto de su vida. Les dices: – Me he enamorado, estoy muy feliz; y te dicen: – Eso solo es al principio, y Mónica vuelve a provocar las risas del público.

Para concluir, Mónica Mendoza expone una idea que seguro que compartimos todos: “Para trabajar en cualquier sitio te forman, en el software, en la contabilidad, pero para ser feliz, para educar a los hijos, que es lo más importante del mundo, nadie nos da clases”. Acaba felicitando al público por estar ahí, por hacer el esfuerzo, “porque el futuro depende de cómo nosotros eduquemos a nuestros hijos”.

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Ana Nieto

Ana Nieto

Periodista.
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