Mientras almorzaba con un buen amigo que dirige una empresa que emplea a más de cuatrocientas personas me lo dijo claramente, sin ambages, con sinceridad: “Yo no voy a ocuparme de que la gente que trabaje conmigo lo haga mejor como madres y padres en sus casas. Respeto a quien decide por la familia antes del trabajo, pero hay quienes deciden aspirar más en el trabajo sacrificando la familia. No se puede tener todo. Cada elección conlleva una renuncia”.
La tesis, bien razonada de mi amigo, sugiere una aparente exclusión. No podemos hacer bien las dos cosas: trabajar y educar. Debemos elegir, o ser buenos profesionales o ser buenos educadores. La tesis de este directivo es que él y su empresa no tienen nada que decir, nada que aportar ni ganar planteándose como un objetivo que sus empleados sean, además de buenos profesionales, buenos educadores. En Gestionando hijos opinamos de una forma diferente.
En Gestionando hijos creemos que las empresas pueden aportar y ganar en la construcción de una mejor sociedad educativa. El paso más evidente para participar de ese objetivo es que las empresas colaboren con sus empleados, clientes y otros grupos de interés para que sean mejores madres y padres.
¿Gana algo una empresa participando en el objetivo de que hayan mejores madres y padres? Sí. Proponemos tres ángulos diferentes:
- Desde la perspectiva de los recursos humanos: tener mejores madres y padres asegura tener mejores profesionales. Colaborar con madres y padres a recuperar la consciencia educativa y aumentar su conocimiento sobre su función como educadores aportará estabilidad emocional, mejor gestión del tiempo, el desarrollo de habilidades que serán aplicadas en el entorno empresarial. Realizar jornadas educativas, programas de contenidos, talleres que aporten soluciones a los retos educativos harán, además, que los empleados aumenten su implicación y vinculación emocional con la empresa y fomentará el espíritu de comunidad entre compañeros.
- Desde la función del marketing: muchas empresas tienen en su base de clientes a muchas madres y padres. No en vano hay más de trece millones y medio de personas que ejercemos diariamente una misma función: educar. Asociar la empresa y sus marcas al acto educativo más cotidiano es “hablarle” a los clientes y usuarios de un tema que les interesa y apasiona.
- Desde la reputación y responsabilidad corporativa: “El arma más poderosa para cambiar el mundo es la educación” dijo Mandela. Cada madre, cada padre tiene la posibilidad de contribuir a mejorar la educación y las empresas disponen de recursos, inteligencia que aportar a este propósito.
Se puede mejorar la vida y felicidad de las personas (empleados que son madres y padres y de los hijos), la productividad de las empresas y la calidad de la sociedad presente y futura si nos proponemos mejorar la educación. El acto educativo que más se repite, en el que más personas participan, el acto educativo más potente, se celebra en el hogar.
En Gestionando hijos ya trabajamos con muchas empresas en este propósito. Espero que la empresa en la que estés trabajando sea en el futuro una de ellas.