Dice Eva Bach que “sería maravilloso que los adolescentes vinieran subtitulados, pero como no vienen, los subtítulos se los tenemos que poner nosotros”. Ella es madre, formadora y escritora, y en nuestra plataforma tiene un interesantísimo curso sobre cómo mejorar la comunicación con adolescentes.
Porque es complicado, eso hay que reconocerlo. La adolescencia es una etapa difícil, pero como señala Eva, tanto para los padres como para los propios adolescentes. Pero no hay que verlo como el fin, no hay que ver la adolescencia con tristeza porque parece que se nos van nuestros niños. La especialista en desarrollo personal nos anima a ver la adolescencia con alegría, como un despertar vital de nuestros hijos. Están buscando su lugar en el mundo y eso les genera miedos, dudas. Nosotros tenemos que ayudarles.
Cómo mejorar la comunicación con adolescentes
En el curso, Bach ofrece pautas, consejos y frases para mejorar la comunicación con adolescentes. Vamos a destacar las siguientes:
- Relajación y calma. “La relación y la comunicación con los adolescentes es mejor cuando los padres aprendemos a relajarnos, a calmarnos, a desaparecer de escena cuando estamos alterados”, señala Eva. No entrar al trapo constantemente, no tomarnos sus salidas de tono como una provocación, no gritar cuando ellos grites, sino “intentar ver qué hay detrás de esos gritos”, apunta la experta. Y nos ofrece ejemplos de mensajes que podemos usar para dirigirnos a ellos de manera afectiva y efectiva: “Tienes derecho a enfadarte, no a ser cruel”; “Ahora mismo estoy enfadada, pero te sigo queriendo igual”; “Si yo te respeto, tú me respetas”.
- Límites. “Los adolescentes necesitan límites aunque parezca que no los quieren. Cuando son coherentes, los límites significan ‘me importas y me ocupo de ti’”, subraya. Eso sí, ¿cómo tienen que ser los límites?
– Protectores, no sobreprotectores.
– Firmes y flexibles a la vez.
– Razonables y razonados. - Empatía. Eva la define como “la capacidad de entender y atender el corazón del otro desde nuestro propio corazón”. Con nuestros propios hijos adolescentes, qué quiere decir esto, que tenemos que intentar ver qué nos están diciendo, qué sienten, qué hay debajo de ese mal comportamiento. Un ejemplo que pone la escritora: “‘Ya lo sabía’, significa gracias por decírmelo, porque no tenía ni idea. Y las gracias de verdad te las daré dentro de 10 o 20 años”.
- Confianza. ¡Fundamental! Nuestro hijo o hija adolescente tiene que sentir que confiamos en él o ella para darle seguridad. Nosotros, señala Eva, tenemos que confiar en dos aspectos:
– En su bondad y en la bondad de sus intenciones (aunque puedan equivocarse en sus acciones).
– En su potencial. Significa que estamos convencidos de que serán capaces de sacar lo mejor de sí mismos. - Para mejorar la comunicación con los adolescentes de primeras tenemos que desarrollar la empatía, la escucha y la asertividad. Y luego, a la hora de transmitir mensajes, que estos sean breves, concisos, precisos, claros, honestos y valientes. Si le sueltas una parrafada no va a funcionar, ¡va a desconectar automáticamente!
- La negociación es otro factor importante, porque fomentamos la empatía “y le enseñamos a usar su libertad”, apunta Bach y aclara: “Negociar no es consentir ni decir sí a todo. De hecho, hay cosas que no se pueden negociar”. Es “Yo me comprometo a esto, ¿tú a qué te comprometes?”, con lo que se escuchan las necesidades del otro, se pactan unas condiciones y se establecen conjuntamente unas consecuencias si no se cumple con lo pactado.
- Respeta su esencia, sintoniza con sus emociones, sé generoso, confía en él o ella.
Sugiere Eva que no adoptemos su mismo lenguaje, su mismo look, sus mismos gestos para intentar acercarnos a ellos, porque ellos no nos quieren así y no les seremos útiles.
Y para terminar nos recomienda que eduquemos para la adolescencia desde la infancia. Que sea en la infancia donde empecemos con los límites, la negociación, el respeto, la comunicación, la relajación… Y cita al gran Carles Capdevila cuando decía que “los padres, desde que los hijos dejan el pañal hasta que llegan las compresas, nos pegamos una siesta de 12 años, y nos despertamos de golpe en la adolescencia”.
Aunque tus hijos sean pequeños todavía, pon en práctica las pautas que nos ofrece Eva Bach en el curso online de nuestra plataforma para que la comunicación con tus hijos cuando lleguen a la adolescencia sea pan comido.
