Jacobo es el mayor, pero aún necesita ayuda para vestirse. El médico a veces le llama la atención porque su madre aún tiene que recordarle que tiene que sonarse más a menudo o su asma no va a mejorar nunca. Su hermana Irene tiene 3 años y ya se maneja sola en todo. Es muy autónoma y no quiere que le ayuden nunca. En cambio, Jacobo a menudo pide ayuda y dice su frase más repetida: “yo no sé”.
Va a empezar primaria y está desanimado porque aún tarda un montón en atarse los cordones. Su madre se ha dado cuenta que nunca han dejado que lo intente solo, en general, le han sobreprotegido y han acabado haciéndolo por él.
- “¿Quieres intentarlo?” pregunta la madre.
- “No me sale”, responde Jacobo.
- “Claro cielo, porque es difícil y nunca te hemos dejado hacerlo solo, a lo mejor no te sale a la primera, o a la décima, pero si no lo intentas nunca te va a salir ¿Probamos?“
Jacobo lo intenta, pero se rinde a los 30 segundos. Su madre no quiere agobiarle y le dice: “Jacobo, estoy convencida de que con práctica tú puedes, aunque yo estaré cerca por si me necesitas. Voy a la cocina un momento”. Cuando vuelve uno de los cordones estaba atado. “Jacobo, ¡lo has conseguido!, ¿estás contento?”, le pregunta su madre. Al principio se puso rojo, pero después, los dos han comprendido que ese sería el primero de muchos triunfos.