Ante la emergencia sanitaria que estamos viviendo y frente a la incertidumbre del panorama global, debemos priorizar el bienestar familiar y una convivencia sana.
Como adultos, como los entrenadores de nuevas vidas, como los responsables de nuestros hijos o hijas nos corresponde convertir esa incertidumbre en una auténtica oportunidad de tiempo de calidad, tiempo para crecer como familia.
Estamos frente a una situación extraordinaria, donde la voraz rutina no nos empuja de un sitio a otro, donde las extraescolares y los deberes no nos hacen vivir al límite, quizá sea esta una ocasión irrepetible para dedicarnos a cuidarnos más, unos a otros.
Es vital atender nuestras propias emociones, reconocer que son naturales para acompañar desde la empatía y desde el amor inmenso a nuestros hijos e hijas.
La manera más sana que te propongo para sobrellevar estos días, y tal vez la más feliz, es asumiendo que eres un modelo de respeto con grandes dosis de cariño.
Como familias siempre estamos educando, nuestras acciones nos definen, ser padres y madres es ser el eje de imitación, un referente social, casi un espejo con el cual nuestros hijos comprenderán y resolverán futuros conflictos.
Educar para la paz, es educar desde la paciencia, siendo respetuosos con todas las personas que viven en nuestra casa.
Es también, educar utilizando un lenguaje apropiado, debemos ser el filtro de la información que reciben, pero desde la verdad, adaptando el vocabulario según la edad que nos compete.
Educar desde la verdad, es ofrecerles una explicación clara y real de lo que está ocurriendo y de por qué no pueden salir a la calle, les ayudará a sentirse más seguros y les hará partícipes de la realidad, “estamos protegiendo al mundo entero”.
Es recomendable el visionado de noticias para momentos puntuales, evitando crear ansiedad familiar, o debates no apropiados sobre política, la curva del COVID-19 o situaciones de desigualdad sin una moderación frente a los más pequeños, ya que puede producir miedo.
Debemos tomar conciencia que somos modelos lingüísticos, que nuestras afirmaciones crean realidades, es un buen momento para reflexionar sobre ciertas expresiones que parecen inofensivas, pero pueden estar creando estereotipos y prejuicios desde edades tempranas.
Educamos también, siendo ejemplo cuando salimos a aplaudir a todos y a todas aquellas personas que no pueden quedarse en casa, porque deben acudir a sus puestos laborales, de esa manera además de demostrar agradeciendo, estamos valorando su esfuerzo, su exposición, y su compromiso con la sociedad velando por nuestro bienestar.
Educamos cuando no nos saltamos las normas, siendo ejemplo de buen vecino, buen ciudadano y buena persona.
Al final no es tan difícil, educar para la paz se encuentra justamente en estos pequeños gestos, un compromiso ineludible de civismo y de respeto mutuo.
Una meta compartida para todas las familias.