Eva Bach: “Solamente si los padres estamos en nuestro lugar jerárquico y emocional seremos un buen referente”
Eva Bach, maestra, formadora de formadores, especialista en desarrollo personal e inteligencia emocional y escritora, nos hablará el 7 de mayo en Barcelona de la necesidad de que en la familia cada uno ocupe su lugar. En anteriores eventos nos ha hablado de la adolescencia y de la necesaria alianza entre escuela y familia. El 7 de mayo nos hablará de cómo cuidar el clima familia.
¿Qué quieres decir con que en cada familia cada uno ha de ocupar su lugar?
Padres e hijos tenemos un lugar natural, jerárquico, biológico y emocional distinto en la familia. Este lugar se ha desdibujado y se está desdibujando actualmente en muchas familias. Desde hace unos años, quizás especialmente desde la Convención de Ginebra sobre los Derechos del Niño, en 1989, les estamos dando una importancia creciente a los niños y esto es muy positivo porque somos más conscientes de sus necesidades esenciales para crecer bien. Pero, en muchos hogares, esta importancia está llegando a ser excesiva. Es excesiva cuando los derechos y necesidades de los hijos anulan los de los padres y, de forma paralela, los deberes y responsabilidades de los hijos decrecen e incluso desaparecen. Ocupar cada uno nuestro lugar significa atender amorosamente las necesidades de padres e hijos y al mismo tiempo cumplir con las responsabilidades, deberes y funciones claramente distintas que nos corresponden a cada cual.
¿Crees que en la actualidad estamos tratando de usurpar el lugar del otro?
No creo que haya una voluntad intencionada y malévola de usurpar el lugar del otro. Normalmente, suplantamos el lugar del otro por necesidades y propósitos inconscientes. Es imprescindible tomar conciencia de ello porque genera grandes y graves desórdenes, como por ejemplo los siguientes (que abordaré en mi ponencia con ejemplos concretos):
- Padres que se sitúan por encima del otro progenitor, que lo anulan, lo invalidan o lo ningunean.
- Nuevas parejas de los padres que se sitúan por encima del padre o de la madre de los hijos de sus parejas.
- Abuelos/as que se inmiscuyen en la forma cómo tienen que educar y criar sus hijos a sus nietos.
- Padres que trasladan y delegan en sus padres (en los abuelos) la responsabilidad y la exigencia de la crianza y el cuidado de sus hijos.
- Padres que se hacen cargo de las tareas domésticas y escolares de sus hijos y que resuelven todos sus problemas.
- Padres que proyectan sus sueños y frustraciones en los hijos.
- Padres que ponen todas sus expectativas, esperanzas y motivaciones vitales en los hijos y que supeditan su felicidad a los hijos.
- Padres que utilizan como confidentes y soportes emocionales a sus hijos.
¿Qué ideas nos brindarías para construir un buen clima en la familia?
Una que digo siempre, que es mi lema y que no me cansaré de repetir porque me parece indispensable:
- Crecer para ayudar a crecer. Crecer emocionalmente los padres, a lo largo de la vida, para ayudar a crecer a nuestros hijos. Significa crecer en conciencia y comprensión de nuestras emociones, así como reparar y transformar emociones y memorias emocionales no adecuadamente resueltas e integradas, para poder educar a nuestros hijos desde nuestro lugar de adultos, con lucidez, serenidad, determinación, convicción, coraje y ternura.
- Ocuparnos de nuestro propio bienestar y felicidad. Que nos importen nuestros hijos y la felicidad de nuestros hijos, y que nos importe mucho también nuestra propia vida y felicidad. No es matemático, pero la mayoría de las veces cuando los padres estamos bien, los hijos están bien.
- Aprender el idioma más importante del mundo: el lenguaje del corazón. Significa aprender a escuchar lo que los hijos nos dicen, lo que no nos dicen y desde dónde nos lo dicen; saber ver las emociones, motivaciones y necesidades que los mueven; hablar de nuestro corazón al suyo…
¿Qué retos crees que padres y madres tenemos por delante en la actualidad para poder ocupar nuestro lugar de forma correcta?
- Reforzar e incrementar nuestra propia autoestima y nuestra competencia o madurez emocional
- Cuidar y nutrir nuestro propio mundo afectivo, más allá de los hijos.
- Ser capaces de reconocer, integrar y transformar nuestros fracasos, frustraciones, rabias, temores, penas, conflictos y asuntos personales no resueltos evitar proyectarlos sobre nuestros hijos.
- Crear espacios de conexión con uno mismo y con la propia intuición, así como de aprendizaje e intercambio con otros padres.
- Superar el miedo a equivocarnos y a traumatizar a nuestros hijos.
- Tolerar que nuestros hijos experimenten dificultades, frustraciones y situaciones adversas, ya que son grandes aliadas para crecer sanamente.
- Renunciar a ser padres perfectos y a querer hijos perfectos.
- Dejar de obsesionarnos por el éxito y empeñarnos por encima de todo en que nuestros hijos sean personas sanas, buenas, sensibles, bellas, humanas, con una alegría y una plenitud vital crecientes.
¿Qué mensaje clave quieres dejar en tu ponencia?
Solamente si los padres estamos en nuestro lugar natural, jerárquico, biológico y emocional de padres, tendremos la fuerza y serenidad necesarias para educar a nuestros hijos y podremos convertirnos en un buen referente para ellos. Solamente si los hijos están en su lugar natural, jerárquico, biológico y emocional de hijos podrán crecer con libertad, seguir su propio impulso vital, ser ellos mismos y atender a los propósitos, necesidades y retos naturales y propios de cada etapa de crecimiento.
¿Qué te ha animado a participar en nuestros encuentros por tercera vez?
Me ha animado a participar que me encanta lo que hacéis y me encanta mucho más aún quienes lo hacéis y a quiénes nos dirigimos. Me enamora lo que contagiáis el equipo de Gestionando Hijos, los valores y motivaciones que os mueven, vuestra forma maravillosa de preparar los eventos. Y me enamora también nuestro público: padres, madres, profes… Me apasiona trabajar para los niños y para los adolescentes a través de sus padres y maestros. Es un público de lujo al que adoro, me siento una auténtica privilegiada de poder trabajar con padres y educadores. El amor en estado puro, la calidad humana, la generosidad, el entusiasmo, la voluntad y el compromiso por crecer y mejorar que hay en ellos, son una fuente constante de optimismo y esperanza. Mi trabajo me permite constar, día tras día, que el mundo está lleno de bellísimas personas y me permite trabajar con algo tan maravilloso como el amor a los hijos, que mueve montañas y hace milagros. Todo esto me llena de ilusión y fuerza.