Uno de los videos más controvertidos de estas semanas y que ha dado más que hablar fue un spot publicado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. En el anuncio con el lema ‘A ti te importa’ podemos ver a unos niños con sus padres, los cuales se van girando a la cámara para decirnos “¿A ti que te importa, si grito a mis hijos, si les cruzo la cara, si les digo que no valen para nada”?
¿Qué quieren decirnos? ¿Sobre qué trata la campaña? Es una crítica, una denuncia, un grito de alerta contra el maltrato infantil y adolescente. Pero ¿nos debería importar lo que suceda en otras familias? ¿Es de nuestra incumbencia?
Nos incumbe a toda la sociedad
Es todavía muy recurrente utilizar la amenaza o, incluso peor, la violencia, para conseguir que los niños nos hagan caso. Del mismo modo que es muy habitual ver a los padres justificar estos actos mediante escusas como: “Le he tenido que gritar para que parase una rabieta”. Por otro lado, y como sale en el video, este método de crianza siempre se ha respaldado porque “no te debes de meter”. Y, claro, entendemos que todo el mundo tiene sus reglas, pero cuando abusas psicológicamente de una persona, ya sea un familiar o un desconocido, es maltrato.
Además, con más razón, cuando somos conscientes de que los niños no tienen todas las herramientas para respondernos o defenderse, por lo que no es justo utilizar nuestra figura de autoridad para tratarlos como queramos. ¡Los niños merecen respeto!, y si vemos que una persona educa a sus hijos con violencia o desprecio, ¿cómo vamos a mirar para otro lado?
Jean- Paul Sartre: “Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás”
Vamos a construir un futuro mejor
Si ignoramos lo que sucede en algunos hogares, lo único que conseguiremos es formar a niños que vean la violencia como una acción que hay que reproducir. Nuestros hijos normalizarán los insultos y los gritos porque es lo que han visto en casa, entenderán que es la manera común de gestionar los problemas. Debido a que es lo que nos han visto hacer y, por lo tanto, nos imitarán. ¿Queremos que nuestros hijos le levanten la mano a su pareja? ¿Queremos que se conviertan en personas que no sepan gestionar sus emociones? Porque si nosotros, sus mayores referentes en el mundo, no cambiamos este tipo de conductas, estaremos condenados a repetir siempre la misma historia, a repetir nuestros mismos errores.
