Madres y padres con sentido común

El sentido común es el menos común de los sentidos. Esa frase se le atribuye a un político norteamericano, Horace Greeley. Es una frase brillante, muy utilizada y seguramente falsa. El sentido común es común pero cuando falta es llamativo, aturde. Incluso indigna.

El sentido común es nuestro compañero de viaje diario. El que nos permite vivir, convivir, dar por sentado algunas cosas y hechos sin que tengamos necesidad de negociarlos. De nuestro sentido común esperamos que no nos abandone y del sentido común de los demás esperamos exactamente lo mismo, por eso se supone que es común.

Por muy común que sea ese sentido, nuestros actos revelan – en ocasiones- un peculiar mal entendimiento con él. De otra manera no se podría comprender muchos de nuestros actos que lo contravienen.

En este artículo te propongo que hablemos del sentido común educativo. O mejor dicho, de la falta de sentido común educativo.

5 Escenas de poco sentido común educativo

ESCENA 1: “No sé”: “Eso es un lío, no paran de cambiar el plan de estudios”. Tiene poco sentido común tener hijos y no saber a qué se dedican, qué hacen, cuáles son sus intereses. Es una de las pruebas más fáciles para saber con qué tipo de padre (este sin sentido común es mucho más frecuente entre los hombres) estás tratando. ¿En qué curso está tu hijo? Tiene – creo – 12 años, está en duda interminable que termina con una queja… “con lo fácil que era antes”.

ESCENA 2: “No les conozco”. Dedicado a aquellos que no saben quienes son los profesores de sus hijos y quizás aún así se atrevan a criticarles. A aquellos que no les han visto, ni hablado con ellos y esperan que sean magos que les “devuelvan” a sus hijos formados y educados. Solo han ido, obligados – y encima se sienten orgullosos de ello- cuando sus hijos han tenido problemas. A lo mejor su pareja ha ido a las tutorías y ni siquiera se acuerdan de preguntar y aún así exigen a través de un “no me cuentas nada”.

ESCENA 3: “Ahora no, estoy cansado, he estado todo el día trabajando para daros la mejor educación. Todo lo hago por vosotros” No tiene sentido común que uno se mate para darle algo a alguien que espera una cosa diferente de ti. Los hijos esperan que juguemos con ellos, que les demos orientación para la vida, que demostremos que les queremos a través de nuestros actos, dedicándoles tiempo y lo mejor de nosotros mismos. Si el trabajo, los amigos, el fútbol, las series, la tele, el e mail, el móvil son más importantes que ellos es mejor no haber tenido hijos.

ESCENA 4: “Yo ya soy mayor”. Un “homenaje” a aquellos que piden a sus hijos que no griten, que hablen bien, que no fumen, que se acuesten pronto, que no beban, que miren a los ojos cuando hablen, que hagan caso. Cuando ya tienen sentido común se les ocurre preguntar por qué las normas son diferentes para ellos que para sus padres. Es de sin sentido común creer y responder “porque yo ya soy mayor y puedo hacerlo”.

ESCENA 5: “Mi mujer me ha vuelto en contra de ellos” Hoy he comido con una mujer valiente, fuerte, orgullosa de ser madre. Se divorció hace unos años, su marido dejó de pasarle la pensión, fue a ver a sus hijos cuando le venía bien, no cumplió con lo mínimo que se espera del sentido común de un padre. Su orgullo, arrogancia le impide reconocer su nulo interés, su falta de amor. Solo es capaz de echar la culpa a los demás. A la más débil, a su mujer, a la que acusa de haberle puesto en contra de sus hijos. En este caso, afortunadamente (como supongo que en la inmensa mayoría de ellos) la justicia le puso en su lugar.

 

Tener sentido común educativo es lo que debemos esperar de nosotros mismos. Es lo que también esperan nuestros hijos. Parece fácil, pero no lo es. Caemos con cierta frecuencia en las garras del sin sentido común. Será más fácil volver al sentido correcto si reconocemos, con humildad, nuestros humanos deslices, disfrutando de la belleza de educar con ilusión a nuestros hijos.

 

(La palabra “humildad” viene del latín humilitas y esta viene de la raíz humus que significa “tierra”. La palabra humildad está relacionada con la aceptación de nuestras propias limitaciones, bajeza, sumisión y rendimiento. Cualidades muy humanas (de la tierra) si son comparadas con los dioses que estaban en el cielo) (http://etimologias.dechile.net/ )

 

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Leo Farache

Nacido en Madrid, de la añada del 63. Su vida profesional ha estado ligada al mundo de la comunicación, gestión, marketing. Ha dirigido algunas empresas y escrito tres libros (“Los diez pecados capitales del jefe”, “Gestionando adolescentes”, “El arte de comunicar”). Ha ejercido de profesor – “una profesión que nos tenemos que tomar todos más en serio” – en la Universidad Carlos III, UAM y ESAN (Lima) en otras instituciones educativas. Es padre de tres hijos y ha encontrado en la educación su elemento. Fundó en 2014 la empresa Educar es todo desde donde opera esta iniciativa cuyo objetivo es ofrecer ideas e inspiración educativa a madres y padres que quieren saber más para educar mejor.

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