Cuando nos ponemos a debatir sobre un tema importante, creo que es fundamental que nos acompañe el rigor. En estas líneas, nos vamos a referir a una “información” (sí, entre muchas comillas) de la que se habló en el programa La Roca, dirigido por Nuria Roca.
En ese programa, se habló de una investigación que concluía que los jóvenes españoles tenían como objetivo profesional ser influencers. La investigación era multinacional y nos decía qué es lo querían ser los jóvenes en cada país. Escuchando lo que decían, uno podría pensar que habrían preguntado a un número suficiente de jóvenes en cada país, pero no, habían preguntado a un solo joven.
La “investigación” (en esta ocasión pongamos muchas más comillas que antes) era algo que cualquiera de nosotros podría hacer. El dato que hacía concluir a qué aspiraban los jóvenes españoles era las búsquedas que se hubieran producido en Google y que formulaban “Cómo ser (más el nombre de una profesión)”. Nuria Roca y supongo que decenas de miles de espectadores infoxicados con esa “información”, llegan a la conclusión de que hordas de jóvenes españoles quieren dedicarse a ser influencers. Lo único que se podría inferir es que los jóvenes españoles tienen curiosidad por saber cómo se es influencer. Pero claro, ¿nos imaginamos al reportero del programa diciendo, “un trabajo ha concluido que los españoles tienen más curiosidad que los italianos en saber cómo se puede ser un influencer”. Esta afirmación, la verdadera, carecería de interés y por eso se retuerce hasta presentárnosla de una manera tan atractiva como catastrofista.
Tenemos que exigirnos sosiego a la hora de dar credibilidad a lo que nos dicen
Así pues, a los periodistas y medios de comunicación les pedimos rigor. No les pedimos mucho, solamente que hagan su trabajo. Y a nosotros, como consumidores de esa supuesta información, nos toca exigirnos sosiego a la hora de dar credibilidad a lo que nos dicen y un trabajo extra para investigar al objeto de poder llegar a alguna conclusión válida.
Estamos altamente infoxicados (intoxicados con información). Conversar se ha convertido en una competición por tener razón, en vez de disfrutar del proceso de razonar. Y en ese camino, nos encontramos con que esas conversaciones están trufadas con datos de tres tipos:
- Afirmaciones sin fundamento basadas en percepciones: “Te lo digo yo que el 90% de la gente opina que…”, “todos los médicos dicen que…”
- Datos que aportaremos algún día: “Después lo busco y ya verás cómo tengo razón”. “Vamos, seguro que es así” (después la búsqueda casi nunca se produce).
- Datos escuchados en algún medio de comunicación, pero sobre el que no hemos contrastado la fuente y metodología: “He visto en la televisión que los jóvenes españoles quieren ser influencers”.
Apliquemos para nosotros lo queremos para nuestros hijos, que sean capaces de ejercer el pensamiento crítico.
Entre los 25 cursos de Educar es todo (puedes acceder a través de www.educarestodo.com) está “Desarrollar el pensamiento crítico en nuestros hijos” creado en exclusiva por José Carlos Ruiz.