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No hay recetas seguras cuando orientamos a nuestros hijos

Las madres y los padres somos quienes más influimos en nuestros hijos a la hora de elegir su futuro profesional. Si esa influencia te parece que debe ser tomada con rigor y seriedad, te sugiero algunas ideas en este artículo.

Roberto Muñoz y su mujer, Patricia, están pasando un mal momento. Su hijo, Andrés, ha dejado la carrera cuando cursaba el segundo año. Está situación inesperada – ellos sabían que su hijo no le gustaba la carrera, pero tenían la esperanza que terminara – ha hecho que cunda el pánico en casa de los Muñoz:

“No debes perder otro año más”, “El año que viene tienes que hacer algo”, “No te vas a quedar aquí levantándote a las doce”, “Si no estudias, trabajas”: estas son algunas de las frases que se escuchan repetidamente. Andrés está harto de escuchar tanta monserga y los padres están también hartos. Lo están, según me dicen, de tanta indefinición y “estar tan en las nubes”.

Quizás tus hijos sean más jóvenes que Andrés (los nombres son inventados, la historia es real) pero tengas la inquietud de orientar bien a tus hijos. A tu alrededor quizás haya familiares, amigos, compañeros del trabajo que te van “poniendo la cabeza como un bombo” con frases hechas, como si ellos tuvieran la receta universal.

Hemos seleccionado algunas frases que probablemente hayas escuchado de personas que desean ofrecerte recomendaciones en tu papel como orientador de tus hijos:

  1. “Que haga lo que le guste, eso es lo importante. La vida es corta y hay que vivirla”.
  2. “No le dejes hacer esa carrera, se va a morir de hambre y la vida es muy dura”.
  3. “Tiene que estudiar lo que estudiaste tú y así aprovecha el negocio que tanto te ha costado montar. Es un seguro de vida”.
  4. “Lo importante es que sea feliz”.
  5. “Se ve claramente que tu hija es buenísima pintando. Tiene que estudiar Bellas Artes”.
  6. “Si no lo tiene claro que estudie una carrera con muchas salidas. Ya decidirá después”.
  7. “Que estudie para ser matemática. En la tele han dicho que es la carrera del futuro y si es mujer, mejor que mejor”.

 

Tú quieres ayudar a tu hija o hijo… y estás hecha, hecho un lío… Bajo mi punto de vista, orientar a nuestros hijos creo que necesita de los siguientes cuatro ingredientes:

  • ESCUCHA ATENTA CONTINUADA: un día tu hija o tu hijo puede decir una cosa, otro día otra que contradice a la anterior. Así nos ocurre también a nosotros en otros ámbitos de la vida. Va cambiando de opinión, descubre nuevos datos, ha escuchado algo que le ha hecho pensar de una forma diferente. Nuestra misión es preguntar, escuchar y hacerlo de forma sosegada y continuada. Volver a preguntar (sin juzgar), ayudar a que encuentre su camino a través de sus propias respuestas. Este debiera ser un proceso largo en el tiempo, que sea abordado con serenidad e interés, tanto por la parte de tus hijos como por la tuya.

 

  • INFORMARSE con MENTE ABIERTA. SIN PREJUICIOS: Para que seamos unos buenos interlocutores de nuestros hijos debemos estar a la altura esperada. Necesitamos estar preparados, informados. Datos sobre demanda y los requerimientos del mercado laboral, desempleo o subempleo de los estudios en cuestión. Ver qué alternativas hay: valorar la oferta de formación, qué centros hay, dónde lo imparten. Observar las tendencias en el mercado, qué es lo que ocurre en otros países. No se trata de hacer el trabajo de investigación que deben hacer nuestros hijos – y que en ocasiones no hacen, incrementándose así las posibilidades de error en la decisión–   pero sí ser un interlocutor interesado, informado. Ser un buen compañero de “peloteo” en las conversaciones que vayáis a mantener.

Te propongo que elimines todos tus prejuicios – “la FP es menos que una carrera” o “con una carrera siempre te querrán”, “con eso te vas a morir de hambre” – o utilizarte a ti como ejemplo o modelo universal a seguir. Si vas a poner ejemplos, procura que sean de otros, que sean positivos y lo mejor que puedes hacer es ayudarte con datos contrastados y no con opiniones personales.

Acude a estas conversaciones con tus hijos con mente abierta. Quizás haya planes alternativos que no son la ortodoxia clásica. Lo importante es adquirir competencias, habilidades y no tanto los títulos, aunque deben tenerse muy en cuenta si uno aspira a opositar o acceder a determinados puestos.

 

  • PROYECTAR: Series de televisión exitosas han supuesto un estímulo para que muchos jóvenes decidieran su futuro profesional: Dr.House, Anatomía de Grey, CSI, Turno de oficio, Ally Mc Beal y otras series fueron el punto de inflexión para decidir los estudios. La razón es que el espectador – en este caso en proceso de decidir futuro profesional–  se veía proyectado en los personajes de la serie. Es preferible que una decisión tan importante esté tomada con algo más de “profesionalidad”. Conseguir que tu hijo consiga proyectarse en lo que va a hacer le facilitará una construcción mental muy positiva que dará solidez a su decisión. Sería ideal que hablara con profesionales del sector, escuchara las experiencias de otros estudiantes que están cursando o ya han terminado la carrera, imaginarse diferentes escenarios que le permitan verse integrado en una película en la que es protagonista (la película de su vida).

 

  • SENTIDO COMÚN: Henri-Louis Bergson, filósofo ganador del premio Nobel de Literatura en el año 1927, definió el sentido común como “la facultad para orientarse en la vida práctica”. Esta habilidad, la de tener sentido común, es muy útil para la vida. En el caso de la elección de un futuro profesional es crítica. Es bueno que tus hijos no diseñen en sus cerebros el pensamiento de que es condición necesaria ser feliz en el trabajo. Hay que intentar sentirse bien en el trabajo y en la vida en general, pero creo que no debemos hacerles sentir que si sus estudios y su posterior trabajo no es un parque de atracciones al que desean ir todos los días están dentro de la más absoluta de las normalidades. Utilicemos el sentido común para tener los pies en la tierra y no crear falsas expectativas sobre un deseo que nunca se va a convertir en realidad. Para ser tenista, pivot, artista, físico, médico hacen falta algunas aptitudes mínimas que debemos considerar a la hora de decidir. Te sugiero que debemos enseñar a nuestros hijos que el trabajo puede ser y es un instrumento para ganarse la vida. Si lo consiguen, como quizás lo hayas conseguido tú, es un éxito. Conocerse a sí mismo, saber en qué área se vislumbra que es más fácil que aflore su pasión y saber si lo que quiere hacer tiene posibilidad de ser demandado en el mercado son las tres claves de sentido común que nuestra querida y desaparecida amiga Noelia López Cheda nos proponía en sus conferencias.

Ayudar, colaborar con tus hijos a que tomen la decisión más acertada sobre su futuro profesional es una tarea importante y que puede ser muy motivadora. El padre del gran maestro compositor Joaquín Rodrigo – que perdió la vista a los tres años por causa de una difteria– se opuso a que su hijo fuera músico. Nunca fue a verle a ningún concierto. El padre era un acaudalado terrateniente. Fue gracias a su madre, una mujer sensible y humilde, por la que el maestro Rodrigo nos ha podido deleitar con tantas obras – entre ellas el Concierto de Aranjuez–.  Es probable que a ti no te gustaría ser ese padre que limita las capacidades de su hijo. Es estupendo, en cambio, estimular a nuestros hijos para que ellos mismos encuentren las respuestas, ayudarles a confiar en sí mismos, descubrir habilidades que tienen y que quizás ellos no hayan valorado.

Ser madre o padre es un viaje apasionante que bien merece prepararse y disfrutar.

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Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

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Leo Farache

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