En su reflexión educativa de hoy, Leo Farache nos invita a centrarnos más en el proceso que en el resultado, cuando por ejemplo, valoramos el éxito escolar de nuestros hijos.
Imaginémonos que nuestro hijo se ha esforzado muchísimo, y en cambio, ha llegado al examen y se ha puesto nervioso, se ha quedado en blanco y no ha logrado aprobarlo. Qué injusto sería no valorar el proceso (su esfuerzo), y quedarnos solo en el resultado (el suspenso).
Pero no solo es una cuestión de justicia. Hay muchos experimentos, realizados con menores, que demuestran que alabar el esfuerzo es mucho más positivo que alabar el resultado. La razón es muy sencilla: si alabamos el esfuerzo, nuestros hijos siempre van a querer esforzarse, y a más esfuerzo, más posibilidades de aprobar, por ejemplo, una asignatura. En cambio, alabar el resultado puede provocar que no lo intenten por miedo a decepcionarnos, por miedo a suspender. Uno de estos experimentos es el experimento del puzzle. Si quieres conocer más sobre él, pincha aquí.