Me da la impresión de que hay muchas personas que han dejado de tener fe en el ser humano. Esas personas, las que han dejado de tener fe en sus iguales, prefieren pensar mal que bien del común de los actos humanos.
Por ejemplo, si un colega de profesión publica el mismo tema que ellos en las redes sociales lo califican como una copia, dicen que les han fusilado una idea, en lugar de pensar que quizá haya sido una casualidad. O si un periodista comete un error, ven la injerencia de un político tratando de influir malévolamente en los ciudadanos y a un periodista que se ha dejado vender. Si un vecino le habla con cariño a una vecina, para algunos significará que está tratando de seducirla y, si alguien pregunta algo a una persona, consideran que hay un interés oculto que les induce a plantear esa pregunta.
Los humanos, según esas personas, nos movemos por un interés desconsiderado, egoísta y que no respeta a nadie que se le ponga en medio. Su recomendación, por lo tanto, es que debemos pensar mal y así acertaremos. Lo dice el refrán que, según ellos, no se equivoca (salvo cuando no les da la razón 😉).
Mi hija Blanca, que tanto me enseña, me dice que le gusta que en nuestra familia seamos personas que tengamos fe en la humanidad. Eso significa que, si hay una razón para pensar bien, esta razón prevalece sobre la razón de pensar mal.
No somos tan ingenuos como para decir que todo el mundo es bueno. Si hay pruebas concluyentes que demuestran que alguien ha actuado mal, lo aceptaremos y lo criticaremos. Sin embargo, creemos que la mayoría de las personas tenemos buenos intereses que son compatibles con mantener relaciones sanas, honradas, generosas y solidarias con los demás.
Las personas que tenemos fe en la humanidad creemos que deberíamos contagiar esa fe a nuestros hijos y alumnos. No se trata tanto de no prevenirles contra el mal, sino de entrenarles para admirar el bien. Preferimos equivocarnos tratando como bueno al malo que tratando como malo al bueno. Eso, a nuestro juicio, sería triste, lamentable.
¡Recuperemos la fe en la humanidad!
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