7 ideas para que nuestros hijos sean más pacientes

En la era de la inmediatez, es básico entrenar a nuestros hijos para que sean más pacientes. Te damos algunas claves para conseguirlo

Nuestros hijos han nacido en la era de la inmediatez y, por tanto, están acostumbrados a tenerlo todo ya, a golpe de click. Cuando nosotros éramos pequeños,  si queríamos ver nuestros dibujos animados favoritos, teníamos que esperar una semana entera para poder verlos. Nuestros hijos no tienen que hacer ese ejercicio de control de la frustración para esperar ese momento. Ahora, con todas las plataformas de televisión que hay y YouTube, pueden ver lo que quieran cuando quieran y las veces que sea. ¿Escuchar una canción? Lo mismo. Antes teníamos que esperar a que la pusieran en la radio, ahora la pueden escuchar cuándo quieran, lo que los convierte en personas sumamente impacientes. Como no están acostumbrados a esperar, cuando un día no tienen lo que quieren cuando lo quieren, se frustran.

Muchas veces los padres intentamos ahorrar a nuestros hijos las frustraciones. Sin embargo, “si queremos tener hijos felices, en lugar de quitarles las piedras del camino, hay que enseñarles a esquivarlas”, dice siempre la periodista y experta en sobreprotección Eva Millet. Y enseñar a nuestros hijos a ser más pacientes, en un mundo cuyos estímulos van justo en otra dirección, es un aprendizaje que les va a ser muy útil durante toda su vida.

Beneficios de que nuestros hijos sean más pacientes: El experimento de las golosinas

A finales de los años 60, en la Universidad de Standford. el psicólogo Walter Mischel llevó a cabo un experimento: ofrecía a 90 niños de escuelas infantiles del campus de Stanford la posibilidad de una gratificación inmediata (una golosina de nube o una galleta) y prometía que, si esperaban 15 minutos sin comer el premio, les ofrecería dos. Mischel cuenta que, muchos de esos niños, contemplados a través de un cristal, se ponían de espaldas a la mesa o se tapaban los ojos para no ver ese objeto del deseo, otros daban golpes a la mesa y otros simplemente se comían el dulce en cuanto el investigador abandonaba la sala. En realidad, de los  que participaron en esta primera fase, una pequeña minoría comió el dulce enseguida, aunque solo un tercio de los niños aguantó la tentación lo suficiente para recibir un segundo premio.

18 años después, Mischel descubrió que los niños y niñas que habían aguantado mejor la tentación sacaron mejores notas en los exámenes preuniversitarios y tenían un más saludable índice de masa corporal. Ya entrando en su vida adulta, las personas que habían esperado por su doble premio presentaban una mejor salud, menor probabilidad de caer en adicciones a alcohol, tabaco o drogas y mayor probabilidad de disfrutar de relaciones sociales más positivas. Edelgard Wulfert adaptó la situación a adolescentes y descubrió que aquellos que podían esperar una semana para su paga obtenían mejores notas, tenían menos problemas de comportamiento en el instituto y tenían menos probabilidad de refugiarse en el tabaco, el alcohol y otras drogas que los otros compañeros de experimento que decidieron no esperar a la paga semanal.

 

La paciencia y su relación con el esfuerzo

El experto en talento y liderazgo Fernando Botella suele recordar en sus ponencias que un atleta se prepara 4 años para 90 segundos de competición. O que Pablo Picasso llegó a decir que “pintar como los niños me llevó toda la vida”. O Einstein, que “tardó casi 20 años en desarrollar una fórmula que cualquier niño puede copiar en un cuaderno”.

Son historias que demuestran la importancia del esfuerzo mantenido en el tiempo, la perseverancia, para alcanzar nuestros objetivos y crecer. Fernando Botella considera que es importante “explicar a nuestros hijos que los éxitos vienen después de mucho trabajo y que mientras llegan hay que ser pacientes. Que los resultados no se ven a corto plazo, se recogen a la larga”.

Que nuestros hijos entiendan que para lograr algo deben trabajar mucho y no desistir a la primera les ayudará a persistir.

Pautas para conseguir que nuestros hijos sean más pacientes

La paciencia no es algo innato, es como un músculo, se estrena. He aquí unas sencillas pautas para enseñar a nuestros hijos a ser más pacientes

1. No darles lo que piden enseguida

Permitir que esperen un poco. Por ejemplo, podemos disfrutar de un helado a la semana. Aunque lo compremos y lo tengamos en la nevera desde el lunes, deben esperar hasta el sábado para comerlo. Esta es una muy buena forma de enseñarles a aplazar la recompensa.

2. Enseñárles que las cosas no son cuando ellos quieren

La psicóloga Begoña Ibarrola nos recuerda que es muy importante que “enseñemos a nuestros hijos que las cosas no son siempre ni cuando ellos quieren, ni de la forma que ellos quieren”. Cuando antes sepan esto, mejor, les ahorraremos muchas frustraciones.

3. Cumplir con el tiempo pactado

Si le hemos dicho que después de recoger la casa hacemos algo, o que en 5 minutos le atenderemos, cumplirlo. Es muy importante para que entienda que tiene que esperar y que después de esperar, se hace lo que él o ella ha propuesto.

4. Enseñarles el turno de palabra en las conversaciones

 para que no interrumpan. Tienen que entender que primero tienen que dejar a alguien que termine de hablar para hablar ellos.

5. Ser ejemplo

No podemos pedirle a nuestro hijo que sea paciente si nos ve todas las mañanas estresados en el coche porque hay tráfico o si estamos en la cola del supermercado y no avanza. Si nosotros nos pegamos una panzada de la temporada de nuestra serie favorita porque no podemos esperar, nos encaprichamos con el último aparato que aparece en el mercado, matamos las esperas enganchados a las pantallas o compramos compulsivamente, no les estamos enseñando a esperar.

6. Establecer horarios y límites de tele o móvil.

De esta forma, cuando se ha cumplido ese tiempo, comprenderán que tienen que esperar hasta el día siguiente para disfrutar de otro rato de pantalla.

7. Realizar con ellos actividades lentas

Actividades que requieren mucha paciencia, como la conversación, la lectura, la cocina, los juegos de mesa (donde hay que esperar a que llegue nuestro turno) o cosas tan sencillas como atarse los cordones (adiós a los zapatos con velcro).

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María Dotor

Tener solo unas líneas para presentarse no es fácil. Espero hacerlo bien 😉 Soy periodista y amante de la educación. Una de mis frases favoritas es: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” de Paulo Freire. Por eso creo que es tan importante tomárnoslo en serio. Por eso, y porque educar es el más apasionante e importante de los viajes. ¿No crees?

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