Los mensajes sexistas están por todas partes, y llegan también a nuestros hijos e hijas: “Los niños no lloran”, “ese juego es para niñas”, “las niñas no dicen palabrotas”…
Estas frases, que pueden parecer inofensivas, no son para nada inocuas: tienen un impacto muy negativo en los niños y niñas, porque les etiquetan y limitan su forma de ser, de relacionarse y de comportarse para adecuarlo a lo que se supone que tienen que ser o lo que tienen que hacer en función de su sexo.
“Un primer paso debería ser reconocerlo. Ser conscientes de ello. Incluso las alabanzas y palabras bonitas con las que nos dirigimos a los más pequeños, con las mejores intenciones, son diferentes en función de su sexo: ellos son ‘campeones’, ‘fuertes’, ‘aventureros’…. Ellas son ‘guapas’, ‘princesas’, ‘preciosas”, nos dice el psicólogo Alberto Soler en su libro ‘Educar sin etiquetas’.
¿Cómo afecta esto a nuestros hijos? “Lo malo de esto son las expectativas que les estamos transmitiendo en función de su sexo. A ellos les estamos diciendo que cuando se muestran líderes, fuertes obtienen nuestro reconocimiento. A ellas, que corran a ponerse guapas y que estén calladitas, ya que eso es lo que se espera que hagan”, insiste Soler.
Acciones para proteger a las niñas de los mensajes sexistas
En su libro ‘Ni rosa ni azul: Pautas para educar en igualdad’, la experta en violencia de género , trauma y apego Olga Barroso nos da algunas pautas para que protejamos a nuestras hijas e hijos de estos mensajes sexistas que, con una alta probabilidad, van a escuchar durante toda su infancia y adolescencia. En este artículo, y por estar realizado en el marco del Día Internacional de la Mujer, nos centraremos en las acciones que podemos realizar para proteger a nuestras niñas. Barroso señala las siguientes:
1.Explicar a las niñas que las van a llamar guapas, pero que ellas son mucho más
“La virtud que supone que una mujer sea guapa y atractiva está terriblemente sobrevalorada”, nos dice Barroso. Tanto, que “a las mujeres nos supedita la felicidad alcanzarla”.
Esta sobredimensión de la importancia de ser bonita genera una presión tan altas a las adolescentes, a las mujeres, que puede restarnos bienestar emocional, incluso provocarnos problemas psicológicos. “No se trata de que dejemos de valorar la belleza; se trata de que, en el caso de las mujeres, este valor esté equilibrado con el resto, que no sea el único”.
Para conseguirlo, Olga nos recomienda que, cada vez que alguien le diga a nuestra hija, con el objetivo de ser amable, lo guapa que es, luego nosotros le digamos a nuestra hija que, además de guapa, es muchas otras cosas e iniciemos conversaciones con ella como esta: “¿Viste esa señora? fue amable porque te dijo que tenías una cara preciosa. Y es cierto, pero ¿te diste cuenta de que no se fijó en que llevas en la mano una piedra que acabas de coger en el parque? La señora no te dijo lo aventurera que eres por buscar piedras preciosas en el parque. Tú eres bonita y aventurera”.
2.Dejar a nuestras hijas que sean el tipo de mujer que quieran ser
¿Qué significa ser mujer? ¿Significa ser una persona a quien le guste sí o sí el maquillaje, la ropa, arreglarse, que se asusta con facilidad, con obligatorio instinto maternal, cariñosa, obediente, tranquila…? “Por supuesto que no. Hay tantos tipos de mujer como mujeres en el mundo, otra cosa distinta es que se nos socialice de tal manera que muchas de nosotras finalmente nos sintamos más cómodas o nos gusten un determinado grupo de actividades”, dice Barroso en su libro. Y nos insta a “si alguna de las características o actividades que elige nuestra hija y que le gustan no corresponden a los estereotipos femeninos, y, por ello, le dicen que es inadecuada, explicarle que lo que le han dicho no es correcto, que ella puede ser lo que quiera ser o lo que le guste. Puede ser una mujer a la que le encante maquillarse pero odie los tacones”. En definitiva, debemos dar libertad a las niñas para elegir su propio camino.
3.Darnos cuenta de cuando les dicen que ellas hacen determinadas cosas peor que los niños
Las niñas se sienten peor consigo mismas que los niños, lo demuestra la investigación ‘La evolución de la adolescencia española sobre la igualdad y la prevención de la violencia de género’, llevada a cabo por la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género. Según se desprende de la misma, solo el 28% de las niñas cree tener varias cualidades buenas, frente al 37% de los niños.
“Si les decimos desde niñas que son peores, ¿cómo no van a creer esto en la adolescencia?”, se pregunta Barroso en su libro. Y es que, a menudo, se les dice a las niñas que determinadas cosas las hacen peor que los niños: “las niñas corren más lento”, “las niñas no aguantan tanto saltando”… Por eso es vital que “los adultos nos demos cuenta cuando esto ocurra para darles a las niñas el mensaje contrario: decirles que ellas son igual de capaces”.
4.Aprovechar los momentos en los que lloran para hablarles de su fortaleza
A las niñas, cuando lloran, se les suelen decir frases como: “pobrecita, mi chiquitita, si es que es muy sensible. Tú tranquila, que estamos aquí para protegerte”. “Este mensaje está muy bien, porque estamos validando su emoción y mostrando que tiene nuestro apoyo, pero debemos aprovechar estos momentos para decirle que es fuerte y que, aunque es normal que ahora esté triste por lo que le ha ocurrido, ellas tienen la fuerza y la capacidad para afrontar lo que les ha sucedido”, nos dice Barroso. Y es que las niñas van a recibir un exceso de mensajes catalogándolas de débiles, frágiles y delicadas, y verse llorando puede confirmarles lo que tantas veces les dicen sobre su condición de débiles.
5.Reducir la importancia del amor romántico en sus vidas
¿Os habéis fijado en el universo de objetos diseñados para niños y para niñas? Ropa, juguetes, mochilas, cuadernos, pegatinas… En los diseños para niñas, los sentimientos son omnipresentes, especialmente los del amor romántico (corazones, princesas con cara de enamoradas…), mientras que en los diseñados para niños, la referencia a estos sentimientos son solo una excepción.
“Estos diseños muestran que las chicas estamos todo el tiempo pensando en el amor, se muestra que eso somos las mujeres: individuos cuya máxima preocupación y aspiración debe ser el amor de pareja. Y esto es muy dañino, puesto que puede provocar que las futuras adolescentes den más importancia a tener novio que a sus estudios o a salir con sus amigas”, nos dice Barroso.
6.Tu hija no es una marimandona
De la misma manera que un niño sensible tiene una alta probabilidad de ser llamado “nenaza”, una niña a la que le guste organizar, tomar decisiones y expresarse tiene una alta probabilidad de ser llamada marimandona.
“Criticar y devaluar que las niñas tomen la iniciativa puede llevar a que las mujeres aprendamos de manera implícita que no estamos haciendo algo bueno si dirigimos, si lideramos, que este no es nuestro lugar, y eso puede derivar en que no nos sintamos cómodas al tomar la palabra o ejercer autoridad”, nos dice Barroso.
7.No obligar a nuestra hija a hacer cosas etiquetadas como de niñas si no le gustan, ni a hacer cosas etiquetadas como de niños si no le gustan…
A veces, para evitar que nuestras hijas sigan reproduciendo los roles de género, podemos caer en prohibirles disfrazarse de princesas si es lo que quieren. Para Barroso, esto no es positivo “porque denigrar las acciones que habitualmente se han asignado a las mujeres lo que consigue es denigrar a las mujeres”. Lo negativo es que las niñas solo puedan hacer cosas etiquetadas de niñas y no puedan hacer cosas etiquetadas de niños si les gusta hacerlas.
Por tanto, si nuestra hija quiere jugar a los camiones, bienvenido sea. Si quiere jugar a las muñecas, bienvenido sea. Lo importante es que juegue a lo que ella quiera jugar.
8.Volver a intentarlo, no rendirse
Una de las acciones que podemos llevar a cabo con las niñas es dejar de ofrecerles ayuda antes que a los niños cuando algo no les sale e insistirles en que lo vuelvan a intentar por sí mismas. “Si tenemos asimilado el estereotipo que defiende que las niñas son más frágiles, menos intrépidas y menos autónomas que los niños, obviamente nos saldrá ayudarlas a la primera que no an capaces de resolver un pequeño desafío”, nos dice Barroso.
9.Hagámoslas rebeldes sin causa
A las niñas las van a decir tantas veces frases como: ‘las niñas buenas obedecen’, ‘las niñas buenas no llevan la contraria a sus padres ni a los profesores’ “que necesitan que les inyectemos una dosis de rebeldía”, nos dice Barroso. Y nos cuenta que esta rebeldía va dirigida a que puedan hacer estas tres cosas:
- Aprender que tiene derecho a decir ‘no’ cuando no quieran hacer algo.
- Expresar su desacuerdo con las ideas de otras personas
- Mantener su criterio, a pesar de que otras personas loe digan que no están en lo correcto.
Si seguimos estas 9 acciones, no habremos conseguido eliminar los comportamientos o comentarios sexistas, pero sí que nuestras niñas tengan un pensamiento crítico ante la desigualdad, y estaremos un paso más cerca de erradicarla.