María Soto, de Educa Bonito , estará con nosotros el 24 de noviembre en Madrid. Además, en nuestra plataforma (que puedes probar gratis durante 15 días aquí) nos invitará próximamente mediante un curso a comprender las razones detrás de los malos comportamientos de nuestros hijos. “Con cada mal comportamiento nuestros hijos nos gritan: sólo soy un niño y necesito que me tengas en cuenta. Pero nos cuesta mucho verlo así”. María cree que si comprendemos las razones por las cuales nuestros hijos se comportan inadecuadamente, “cambiará todo. Se fortalecerá la confianza porque al recibir comprensión y conexión antes de las correcciones necesarias, ya no nos verán como una figura lejana, que sólo juzga, castiga o “da sermones”.
¿Por qué te has animado a participar en la plataforma?
Para mí es una suerte poder formar parte de un proyecto como Gestionando Hijos. Desde la Plataforma podemos aportar nuestro granito de arena para que las familias adquieran herramientas y consejos y así ayudarles a ofrecer a sus hijos una educación más consciente.
¿Qué crees que una plataforma así puede aportar a padres y madres? ¿Por qué es interesante que se apunten?
La plataforma es un espacio de convivencia, una red de seguridad y de aprendizaje en donde encontrar apoyo y recursos para educar mejor, educar con alternativas responsables y respetuosas. A las familias les aporta esa sensación de comunidad al comprobar que muchos de nosotros, como madres y padres, pasamos por los mismos procesos y fases con nuestros hijos, y por otro lado nos ayuda a estar actualizados en base a la evidencia científica de la mano de los mejores expertos del país. Me parece muy interesante tener la oportunidad de recurrir a todos esos contenidos, que van actualizándose de forma dinámica, desde casa y al ritmo que cada familia necesite.
En tus vídeos has querido tratar qué hay detrás de los malos comportamientos de nuestros hijos. ¿Por qué te has querido centrar en este tema?
Para mí, tanto como madre como profesional, fue muy revelador entender los motivos de las conductas de mis hijos, y de las personas en general. La Psicología Adleriana se distingue del resto de enfoques por haber profundizado en ese aspecto de las relaciones humanas: qué necesitamos como sociedad, como grupos, y qué estamos dispuestos a hacer para conseguirlo.
De esta forma los malos comportamientos dejan de verse desde una perspectiva negativa, y pasan a ser la señal de que nuestros hijos están aprendiendo a formar parte de la sociedad, pero les faltan habilidades sociales para encontrar su lugar.
Esta visión nos “reconcilia” con ellos, nos conecta con sus malos momentos y nos ayuda a buscar soluciones desde una postura mucho más calmada y respetuosa para todos. Leer detrás de las conductas nos ayuda a educar a largo plazo sin romper el vínculo con nuestros hijos. He querido centrarme en este tema porque todas las familias que vienen a mis formaciones me comentan que esta perspectiva educativa les cambia la vida….y eso he querido aportar.
¿Qué mensaje has querido transmitir a padres y madres sobre las razones que hay detrás de los malos comportamientos?
Un mensaje de esperanza. Los malos comportamientos son un lenguaje por descifrar. Forman parte del crecimiento y ni ellos son malos ni nosotros somos malos padres. He intentado ayudarles a identificar qué necesidad se esconde detrás de una mala conducta, y eso se consigue trabajando nuestras propias emociones como adultos. Nuestros hijos nos hacen sentir aquello que necesitan que experimentemos para lograr comprenderles. Son expertos en empatía, sólo que nosotros estábamos demasiado centrados sólo en su conducta, y no en lo que la motiva.
Que un niño dé un portazo puede significar cuatro cosas diferentes. Diferenciaremos la necesidad detrás de ese portazo según lo que nos haga sentir.
Puede estar pidiendo que le prestemos más atención, puede estar iniciando una lucha de poder, puede estar diciéndonos que está dolido por algo, etc… una misma mala acción puede expresar varias necesidades por su parte. Ser capaces de “leer ese portazo”, nos ayudará a reconducirlo desde el respeto, porque al sentirse conectados con nosotros ( les vemos a ellos, más allá de lo que hacen) podremos enseñarles que cualquier necesidad puede ser expresada de una forma más equilibrada.
¿Cómo podemos hacer para llevar los malos comportamientos de nuestros hijos con calma, sin tomárnoslos como un “me haces la vida imposible”?
Precisamente entendiendo que es una lenguaje que tenemos que aprender a leer.
Y no es tan difícil, son cuatro motivaciones las que se esconden detrás de esas conductas disruptivas.
Cuando un bebé lactante de un mes llora de noche ¿qué escuchamos nosotros? Una necesidad. Acudimos a atenderle porque algo le está pasando y sólo tiene el recurso del llanto. Esa es la idea. Cuando van creciendo no saben hablarnos de su necesidad de pertenencia de forma adecuada, y la expresan exactamente como lo sienten: con el malestar que les causa. No es nuestro malestar, es el suyo. A nadie se le ocurriría castigar a ese bebé porque no nos deja dormir ¿verdad?
Con cada mal comportamiento nuestros hijos nos gritan: sólo soy un niño y necesito que me tengas en cuenta. Pero nos cuesta mucho verlo así.
¿Qué puede cambiar en la relación con nuestros hijos y en la educación que les ofrecemos cuando entendemos las creencias en las que basan sus malos comportamientos?
Cambiará absolutamente todo. Nuestra relación se fortalecerá y el vínculo se hará irrompible, porque ya no sólo veremos lo que hacen, les veremos a ellos y para qué hacen lo hacen. Sus conductas inadecuadas necesitan ser reconducidas, pero lo haremos desde la conexión, porque habremos aprendido a leer qué es lo que necesitan. Qué es lo que no están entendiendo bien que les hace sentirse mal.
Se fortalecerá la confianza porque al recibir comprensión y conexión antes de las correcciones necesarias, ya no nos verán como una figura lejana, que sólo juzga, castiga o “da sermones”, podremos hablar de los problemas desde una perspectiva realista. Los problemas irán mejorando, en un proceso continuo, no pretenderemos que aprendan ya y ahora. Crecer nos lleva todo una vida. Educar entendiendo sus creencias equivocadas lo cambia todo.
¿Qué dirías a un padre o a una madre que dice que su hijo siempre se porta mal, que es un niño imposible, que los niños tienen que obedecer?
Primero le preguntaría qué es portarse mal, porque muchas veces ese concepto y las expectativas que nos crea en los adultos son precisamente lo que causan el mal comportamiento del niño.
También le diría que si le enseña a obedecer, ¿qué pasará cuando el adulto no esté delante? ¿No sería mejor enseñarle a tomar buenas decisiones, respetando a los demás y a sí mismo?
Si por portarse bien pretendemos que el niño sea una marioneta, que diga siempre sí, que no sea inquieto, que sepa resolver los conflictos con los otros niños a la primera, que no tenga deseos inmediatos (caprichos), que no sea imprudente o ruidoso, etc…estamos poniendo el 100% de la responsabilidad de la educación en los niños y pretendiendo que sean robots.
Los niños no tienen experiencias, su corteza prefrontal inmadura (parte racional) les hace vivirlo todo desde las emociones sin control. Un niño desordenado, inquieto y ruidoso es un niño sano. Enseñarles a convivir, a respetar y a “hacer caso” no es sólo hacer que “nos obedezcan”, sino que confíen en nosotros. Sin utilizar el miedo, el condicionamiento o el control. Es un proceso largo en el que las experiencias de búsqueda de soluciones ante todos eso baches son las que realmente les ayudarán a crecer.
¿Queremos educar para que nos hagan caso hoy, para que nos obedezcan, o para que sean adultos responsables y equilibrados el día de mañana?
Los niños no se portan mal, están aprendiendo a formar parte de la sociedad. No venimos programados para obedecer, sino para conectarnos con los demás. Y ellos hacen todo lo posible para intentarlo, pero no saben hacerlo, o más bien nosotros nos hemos olvidado de facilitárselo. Es el trabajo del adulto entender las necesidades del niño para no desconectarse de él precisamente por pretender educarlo. Por pretender que nos obedezcan, muchas veces nos alejamos tanto de ellos que es la propia búsqueda de conexión con nosotros por su parte la que los hace sentirse inseguros, inquietos, etc… Y de esas necesidades no cubiertas, nacen las conductas equivocadas. No nos ven disponibles como figuras de conexión, sino como autoridad vertical e inalcanzable. Si tu hijo siempre se porta mal es que está haciendo todo lo posible para que le tengan en cuenta.
Si quieres leer más sobre este tema, te proponemos:
- Los niños no tienen que obedecer
- ¿Qué mensajes esconden los malos comportamientos de los hijos?
- Claves para educar a hijos responsables, que serán más felices
- Hablamos con expertos sobre educar con respeto, con consecuencias y sin castigos
- María Soto nos anima a educar bonito y a entender por qué perdemos la paciencia
- Marisa Moya: “Los educadores tenemos en nuestras manos mejorar el mundo haciendo que las relaciones estén basadas en el respeto mutuo y en el amor”
- Antonio Ortuño: “Para responsabilizar a nuestros hijos e hijas, es necesario que tomen decisiones”