Muchos adolescentes se encuentran ahora mismo en un momento delicado, el momento en el que deben elegir si cursar bachillerato de letras o de ciencias, carrera universitaria o FP…
Es un momento decisivo para ellos en el que las madres y padres tenemos un papel fundamental, aunque, en ocasiones, con las mejor de las intenciones, cometemos errores.
En un webinar en el canal de YouTube de Educar es todo, la psicóloga y formadora Marta Freire nos ofreció las 7 preguntas clave que debemos hacernos para ayudar a nuestros hijos a decidir su futuro, sin caer en los errores más comunes.
1.¿Oriento o decido?
Esta es la primera pregunta que Freire nos invita a hacernos: ¿estamos orientando a nuestros hijos o decidiendo por ellos? Para después explicarnos que nuestra labor “debe ser de acompañamiento, y acompañar no es otra cosa que ir al lado de alguien, no por delante y tirando de él, sino al lado. Y vamos escuchando, dando soporte, apoyo, investigando las posibles opciones que se plantean…. pero no decidiendo por ellos. La decisión debe ser suya, y si se equivocan, no pasa nada, pero deben hacerlo ellos”.
Para ello debemos grabarnos a fuego que es su futuro, es su decisión y es su momento, no el nuestro.
2.¿Donde pongo el foco?
“Algo muy común es mirar qué asignaturas se le dan bien a mi hijo, y en función de eso vemos que carreras hay en base a esas competencias. Error”, nos dice Marta, que nos anima a poner el foco en lo que a él le gusta. “Primero hay que establecer la meta, lo que mi hijo quiere conseguir, por ejemplo, trabajar cuidando la salud bucal de las persona, y luego vemos cuál es el camino para llegar a eso y cuáles son las competencias que tiene que adquirir, que formación necesita recibir”. Por tanto, el foco debe estar en la meta. En el objetivo al que queremos llegar. Y, en función de eso, vemos cuál es el itinerario que debemos seguir para llegar.
3.¿Orientación profesional o vocacional?
Este punto está muy ligado al anterior. La orientación profesional tiene que ver con la pregunta: ¿qué quiero estudiar? Mientras que la orientación vocacional se responde con esta otra: ¿qué quiero ser? “La vocación es la conjunción entre lo que se me da bien, lo que me gusta, lo que tengo para dar al mundo. Y nosotros tenemos que ayudar a nuestros hijos a descubrir su vocación, luego veremos cuál es el camino para llegar”.
4.¿Tengo toda la información?
Para realizar un buen acompañamiento en esta tarea tan difícil es fundamental que contemos con toda la información y eliminemos nuestros prejuicios. “No quitemos de la ecuación la Formación Profesional. Parece que la FP sigue siendo una opción de segunda, en muchos centros educativos ni siquiera se da como opción, sino que se relega a los que no quieren estudiar. Y es un error, porque faltan profesionales en profesiones que requieren una FP. Por tanto, no limitemos a nuestros hijos, a los alumnos dándoles un abanico de oportunidades restringido”.
5.¿He fomentado en mi hijo el autoconocimiento?
Para que nuestro hijo sepa decirnos dónde le gustaría trabajar o a qué se quiere dedicar, debe conocerse bien. Para ello, Freire nos propone una herramienta. Un cuadro que nuestro hijo debe rellenar donde hay 4 casillas:
- ¿Qué me gusta hacer? ¿Con qué disfruto?
- ¿Qué hago bien?
- ¿Qué no me gusta hacer/estar?
- ¿Qué ven los demás en mí que hago bien?
Responder estas preguntas puede darle muchas pistas acerca de su vocación.
6.¿He cambiado el ‘Por qué’ por el ‘Para qué’?
Nuestro papel es ayudar a nuestros hijos a buscar su propósito, el para qué.
“Es fundamental que nuestros hijos encuentren un sentido a lo que hacen. Y esta pregunta les va a ayudar a elegir su vocación, algo que tenga un sentido para ellos”, nos dice Freire.
7.¿Gestiono bien la incertidumbre?
Si nuestro hijo está en segundo de bachillerato y nos dice que no sabe qué quiere hacer, que no tiene nada claro, ¿qué ocurre? Nos entran los siete males. Pero es que si está en primero de carrera y nos dice que siente que se ha equivocado, entramos en barrena. No nos llevamos bien con la incertidumbre, y mucho menos con la de nuestros hijos.
Freire nos da algunos trucos para lidiar mejor con esta incertidumbre:
- Entender que es normal que nuestros hijos tengan dudas, nosotros también las tenemos y somos adultos.
- No todo es blanco o negro.
- Podemos cambiar de opinión. Y menos mal. ¿Os imagináis que no pudiéramos cambiar de opinión y la opinión con la que nacemos nos acompañase siempre?
- Podemos equivocarnos. Lo importante es que nos demos cuenta y retomemos el camino.
- Todo tiene solución, menos lo que es imposible y no es posible.
- Elegir es renunciar, efectivamente. Y hay que aceptarlo.
- Nadie nos puede asegurar lo que va a ocurrir.
- No todo es inmediato. Calma.
Como conclusión, Freire nos recuerda que nuestros hijos “tienen que sentir que en todo este proceso no están solos, que estamos con ellos, que les acompañamos, que les sostenemos si se caen, que les animaremos para que se levanten….Y, sobre todo, no les juzgaremos”.