Nuestra principal preocupación como padres y madres es que nuestros hijos e hijas tengan un buen desarrollo a lo largo de su infancia y adolescencia. Sin embargo, no todas las familias proporcionan el mejor entorno para que se desarrollen plenamente. A veces, las circunstancias familiares provocan que nuestros hijos no disfruten de su infancia, entre algunas de las razones, porque han adoptado un rol de padre o madre que no les pertenece.
A este rol se le conoce como parentificación: cuando los niños y niñas tienen que adoptar el rol que deberían cumplir sus progenitores, tanto el cuidado físico y emocional, como la adquisición de todas sus responsabilidades. Esta parentificación de los hijos se puede deber a varias circunstancias. Las repasamos de la mano de una psicóloga.
Características de niños parentificados
No siempre se cumplen los mismos patrones en las familias en las que hay niños parentificados, aunque sí que pueden darse ciertas características en ellos. La psicóloga clínica y educativa Rocío Olivares señala que suele haber parentificación en las familias en las que hay padres alcohólicos, padres agresivos, padres inmaduros y padres manipuladores. También puede darse en situaciones en las que los padres tienen un gran malestar emocional que no saben gestionar por circunstancias como una separación o una herida muy grave.
En estas familias es muy probable que se dé una estilo educativo negligente, en donde hay ausencia de límites, ausencia de afecto y apego desorientado, ausencia de control y ausencia de comunicación. Al darse este estilo educativo, cuenta Olivares, que los niños “tratan de sobrevivir y adaptarse al medio familiar en el que están”. Los niños al no tener ni amor ni límites, comienzan a “actuar pensando en cómo agradar a sus padres”, anulando sus deseos.
Parentificación doméstica y emocional
Se puede observar la parentificación en diferentes aspectos de la vida de un niño, pero sobre todo se pueden apreciar a nivel doméstico y a nivel emocional. Un niño parentificado suele adoptar los roles domésticos que tienen los progenitores: desde hacer la comida, limpiar la casa, recoger a sus hermanos, bañarles, etc. Es normal que en una familia el hermano o hermana mayor ayude un poco a sacar adelante todo lo que hay que hacer en un día, pero la parentificación se da cuando directamente dejamos que él o ella lo haga porque nadie más se encarga de hacerlo.
La parte emocional de la parentificación a veces no la vemos tan claro. “Es fácil pasar por alto la responsabilidad emocional que los padres depositan en los hijos”, apunta Olivares. Poner nuestra carga emocional sobre ellos, desahogarnos con ellos, manipularles emocionalmente…. Les ponemos a ellos todo nuestro dolor emocional, cuando verdaderamente ellos no tienen las estrategias para regular sus emociones. Esto les puede llevar a que desde pequeños estén desbordados emocionalmente y no puedan gestionar ni sus emociones ni sus conductas. Olivares hace bastante hincapié en la importancia que tiene que los progenitores conozcan cómo gestionar sus propias emociones para que puedan ayudar a sus hijos a gestionar las suyas propias en un futuro. “Se tiene poca conciencia del mundo emocional que todos tenemos. O no se le da importancia y se desvalida o se utiliza para el chantaje y lograr los objetivos, en definitiva, manipulación. Para el buen desarrollo de los niños es fundamental que los padres sepamos cómo acompañarles de una forma correcta a nivel emocional, lo que supone que los adultos tomemos conciencia previa de cómo estamos y sepamos gestionarlo sin volcarlo en los hijos”, cuenta.
Cómo puede afectar a su desarrollo la parentificación
Los niños y niñas que crecen con una buena autoestima es porque a lo largo de su desarrollo les han atendido sus necesidades fisiológicas y emocionales, han sido escuchados y respetados, tenidos en cuenta, les han alabado sus capacidades y sus habilidades, han reforzado su esfuerzo, sus progenitores han depositado confianza en ellos… Sin embargo, los niños que ejercen el rol de padres no están siendo tenidos en cuenta, ni tampoco han recibido mensajes que les permitiesen confiar en ellos mismos. Olivares señala que el autoconcepto que tienen los niños parentificados de sí mismos va a girar en torno a la autoexigencia y advierte que esto “les puede llevar a desarrollar cuadros de ansiedad y depresión”.
En la infancia y adolescencia, los niños están aprendiendo cómo se tienen que relacionar con los demás. Si con sus padres se relaciona siendo ellos los cuidadores, es muy probable que de mayores también adopten el rol de cuidador con las personas que se relacionen. “Serán personas que tiendan a cuidar de los demás, prestándole poca atención a sus necesidades y no sabrán expresarlas adecuadamente”, añade la experta.
Se va a ver muy bien el rol de cuidador en los vínculos más cercanos que tenga de mayor, como por ejemplo en las relaciones de pareja. “También puede influir en la elección de pareja, por ejemplo escogiendo parejas inmaduras, con mucha necesidad de atención o maltratantes psicológicamente a través de chantaje emocional. Serán personas que tratarán de generar un ambiente agradable para los demás, tienen integrado que son los responsables de cuidar a los que le rodean. Al fin y al cabo, es lo que hicieron con sus padres”, cuenta Olivares.