Muchos de nuestros hijos pueden tirarse horas sentados frente a los apuntes o haciendo sus deberes. Terminan cansados, se distraen en el proceso y ni siquiera eso significa que hayan aprendido lo que les correspondía ese día. En este artículo veremos algunas estrategias para que nuestros hijos sean más eficientes a la hora de estudiar.
Técnica de estudio: Método Pomodoro
El método pomodoro es una de las técnicas de estudio más conocidas, ya que fue inventada hace algunos años por Francesco Cirilo. Lleva el nombre de pomodoro debido a que él utilizaba un temporizador de cocina con forma de tomate para representar el transcurso del tiempo. El objetivo de esta técnica es ser consciente de cuánto esfuerzo nos lleva una tarea y por supuesto, focalizar nuestra atención a través de cortos periodos de estudio y descanso.
Aquí puedes descargar la infografía con el recurso de forma gratuita.
Cómo funciona el método pomodoro
Se puede utilizar en muchos escenarios, incluso los adultos, pero para el estudio sería la siguiente dinámica:
- Elegir el tema o asignatura a la que se le va a dedicar el tiempo.
- Utilizamos un temporizador, en el caso de nuestros hijos es mejor un reloj de arena o de cocina, y lo ponemos durante 25 minutos. Durante ese tiempo deben concentrarse y hacer la tarea que habían planificado, sin parar.
- Una vez que terminado el tiempo, volvemos a poner el temporizador, pero esta vez durante 5 minutos y deberán invertirlo en descansar. En el transcurso de ese tiempo nuestros hijos pueden levantarse, beber, moverse, pequeños juegos como botar una pelota, etc. Pero lo fundamental es que no lo dediquen a estar con el móvil u otro aparato electrónico.
- Repetimos estos ciclos de 25 minutos + 5 minutos 3 veces más, es decir, hasta que hayamos realizado 4 ciclos en total o lo que es lo mismo, dos horas. Pasado ese tiempo el descanso deberá ser más largo, de unos 30 minutos. Y de nuevo, nuestros hijos no pueden estar con el teléfono o la Tablet.
El tiempo de estudio varía en función a la edad que tengan nuestros hijos. No es lo mismo un adolescente que puede focalizar su atención durante 25 minutos y que necesita más tiempo para estudiar, que nuestro hijo de 7 u 8 años que se está iniciando en el estudio. En este último caso, se podrá acotar los tiempos y la duración total.
Estrategias para que mi hijo estudie mejor
La pedagoga Maite Vallet, en su vídeo de la plataforma “cómo organizar el tiempo libre y de estudio“, menciona la importancia de que nuestros hijos adquieran hábitos de estudio, incluso cuando son demasiado pequeños y no tienen tareas. La experta propone que nuestros hijos dediquen parte de su tiempo a tareas que sirvan de inspiración intelectual como, por ejemplo, pintar, leer, escuchar un podcast sobre un tema que les interese…
Otras estrategias que podemos llevar a cabo con nuestros hijos son:
- Estudiar en un lugar público dentro de la casa. Puede ser el salón o la cocina, pero donde nosotros podamos estar cerca.
- Evitar tener dispositivos electrónicos con los que puedan distraerse. Incluso nosotros debemos educar con el ejemplo y dejar ese momento para hacer la lista de la compra, terminar un proyecto, leer, etc.
- Evitar decirles dónde se han equivocado. De esta forma les estamos privando de la oportunidad de aprender del error y que el profesor sepa dónde tienen dudas.
- Les ayudamos cuando ellos nos lo pidan y buscando entre todos las soluciones. No podemos ser continuamente las agendas de nuestros hijos, deben ser lo más autónomos posibles.
- Organizar un horario donde ellos se estén más concentrados. Algunos niños necesitan que sea después de comer, otros antes de cenar o incluso, por la mañana, a primera hora.
Con respecto a nuestra actitud hacia los suspensos, la psicóloga Maribel Martínez, propone en su libro ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? algunas pautas:
- Preguntar sobre el problema en vez de sermonear. Evitemos frases como “¿cómo es que has suspendido?” y sustituyámoslo por “¿has presentado todos los trabajos?, ¿Cuándo has estudiado?”.
- Preguntar por las soluciones. Esta es la mejor herramienta de todas, ya que no les permitimos instalarse en la queja. Aceptamos que ha habido un fallo, pero les activamos para comprometerse al cambio. Podemos preguntarle “¿Qué vas a hacer a partir de ahora para aprobar?”.
- Confiar. Es la parte más dura de todas, ya que es esperar a algo que no tenemos garantías de que pase. Tendemos a centrar nuestra atención cuando algo va mal, sobre todo cuando se trata de estudios. Probemos a hacerlo, utilicemos frases como “confío totalmente en ti” y “sé que tú puedes” y acompañémoslo de acciones coherentes.