En su segunda charla con nosotros, Lucía Galán, la famosa pediatra, nos comentó que una madre en la consulta le preguntó “¿quién se ocupa de mis emociones?, ¿qué pasa con ellas?”. Por eso le pareció especialmente interesante charlar sobre nuestras emociones a la hora de educar. Lucía comentó que cuando se habla de cómo educar siempre se apela al “sentido común”. Pero nos preguntó si nuestro sentido común es el mismo que el de nuestras madres, que el de otra persona que viva en otro país… Por eso, dijo Lucía, lo fundamental “es educar desde nuestro sentir”. Conectar con nuestras emociones, entenderlas y gestionarlas adecuadamente no es solo tarea de nuestros hijos, también es nuestra tarea como padres y madres. Lo vemos con la historia de Carlota y Alberto, unos padres primerizos perdidos entre el sentido común y los millones de expertos de los libros que leen.
Cuando nació Luisa, sus padres, Carlota y Alberto, la verdad, no habían estado en contacto con muchos bebés ni muchos padres antes. Habían leído, eso sí, muchos libros muy diferentes sobre cómo criar con “sentido común”, lo que ocurría es que el sentido común al que apelaban los libros no marcaba lo mismo: unos hablaban del sentido común de ajustar a los bebés a una rutina y un horario que les daba seguridad, otros libros hablaban de que por sentido común y por la historia de nuestra especie los bebés debían ir siempre en brazos y con lactancia a demanda. Si preguntaban a sus madres, cada una daba una versión diferente: “No la cojas todo el rato, que se acostumbra” o “Ya voy a tu casa cuando quieras ducharte para aguantarte a Luisa en brazos”.
En medio de estas versiones tan discordantes, Carlota y Alberto no saben dónde colocarse. Quieren ser unos buenos padres y no saben con cuál de los bandos quedarse. Ambos se sienten desbordados por la novedad, la falta de sueño, el llanto de la bebé que aún no comprenden, las visitas que parecen tener la idea brillante para criar a hijos felices y los métodos empaquetados para asegurar la felicidad de su hija en su primera infancia. Hasta que un buen día, se dan cuenta de que tal vez no han escuchado su desbordamiento, su cansancio, su confusión. Y que tanto consejo empaquetado no les ha dejado ver qué necesitaban ellos para estar bien en su nueva vida y cómo hacer para conseguirlo.
Y así, empiezan a pensar que están tremendamente cansados por la falta de sueño y deciden turnarse por las noches para cuidar de la bebé cuando llora porque los echa de menos y llevarla a la mecedora. Y tratan de aprovechar sus siestecitas para dejarla en el moisés y dormir o para organizar un caos que les está haciendo sentir mal o ducharse sin esperar a la visita. Y se dan cuenta de que están educando según su sentir, buscando conciliar las necesidades de su hija recién llegada y las suyas y encontrando su propio método, adaptado a su realidad y a su día a día.
Cómo educar según tu sentir
- Respetar y entender las necesidades de todos en la familia, las tuyas también, y expresarlas y tratar de conciliarlas todas.
- Entender, validar y expresar tus emociones y entender y validar las de los demás. Escucharnos más es esencial para estar a gusto.
- Ver los consejos de expertos como ideas que pueden ayudarnos a disfrutar más de la educación consciente de nuestros hijos, no como recetas inamovibles que si no aplicamos seremos malos padres.
- Tomar decisiones teniendo en cuenta qué efecto tienen en las emociones y necesidades de todos los miembros de la familia y nuestros objetivos a largo plazo.
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