Las fiestas de cumpleaños son una de las actividades que les gusta más a nuestros hijos e hijas, pero también son una prueba de fuego para nosotros como padres y madres.
Seguro que te viene a la mente la última fiesta del amigo de tu hija y como al tener que iros, esta entró en rabia, se puso a llorar e incluso te llegó a pegar. Es normal que los niños entre 2-5 años tengan estas reacciones cuando les privamos de un deseo y de algo que disfrutan, en este caso de pasárselo bien con sus amigos. ¿Qué podemos hacer para que no monten un drama al tener que irnos? Os contamos el paso a paso:
1. Sé comprensivo con tu hijo
El primer paso que debemos hacer es ponernos en la piel de nuestro hijo o hija pequeña. Ellos todavía no tienen tanta capacidad para entender el mundo de prisas que llevamos, ni tampoco tienen capacidad para autorregularse. Amaya de Miguel, la creadora de la escuela para madres y padres ‘Relájate y Educa’ nos ponía este ejemplo para entender las emociones que puede sentir nuestro hijo si le sacamos de la fiesta de cumpleaños sin avisar: imagínate que estás en una terraza tomando algo con tus amigos, llega de repente tu pareja y te dice sin ninguna explicación, nos vamos y no se hable más. Nos parecería injusto y tendríamos todo el derecho a enfadarnos con la pareja. Entonces, ¿por qué usamos esta estrategia con los niños y niñas?
Además, tengamos en cuenta que ellos no pueden regularse solos, todavía están aprendiendo a gestionar sus conductas, sobre todo si están en la etapa de las rabietas. Por eso, si entra en rabia porque no se quiere ir de la fiesta, no es personal, no lo está haciendo para retarnos. Simplemente, no sabe cómo expresar la emoción que le produce irse de la fiesta y de ahí que su forma de expresión sea la rabieta. El psicólogo Rafa Guerrero nos explica qué está pasando en el cerebro de un niño en estos momentos. “Cuando a un niño le decimos ‘no’, cuando a un niño no le permitimos hacer algo o tiene que hacer algo que no quiere hacer, en ese momento puede entrar en rabia. Si nos sumergimos en el cerebro, nos encontramos con que las amígdalas cerebrales se han disparado y empiezan a liberar dos sustancias: la adrenalina (invita a la acción) y el cortisol (la hormona del estrés que nos impide pensar). Por tanto, en ese momento, en el que el niño está en plena rabia, lo que ocurre es que es tremendamente emocional y poco pensante. Tratamos de que piense, de que razone, de que entre en razón, pero no puede”.
2. Da preavisos al niño
Aunque nuestros hijos e hijas sean pequeños y no entiendan todo lo que les digamos, es muy importante que vayamos comunicándoles a lo que tienen que atenerse. En el ejemplo de la fiesta del cumpleaños, debemos hacer preavisos de cuánto tiempo nos podemos quedar en la fiesta y los motivos y razones por las que nos debemos ir a una determinada hora. Amaya de Miguel es partidaria de estos avisos y para que los puedan entender podemos usar nuestras manos para que comprendan cuánto tiempo les queda. Así podríamos hacer:
- 1er preaviso antes de la fiesta: comentamos a nuestros hijos cuánto tiempo vamos a estar (lo señalamos con las manos) y la razón por la que no nos podemos quedar más, como puede ser, que hay que leer un cuento y cenar.
- 2º preaviso en la fiesta 15 minutos antes de irnos: decimos a nuestro hijo que solo le queda 15 minutos (acortamos la distancia de nuestras manos). Pero hay que tener cuidado, no caigamos en el chantaje ni en los premios: “si nos vamos a la hora, te compro un helado luego”.
- 3er preaviso en la fiesta 5 minutos antes de irse: le damos opciones para estos últimos cinco minutos. ¿Qué prefieres hacer en los últimos 5 minutos que te quedan, tirarte por el tobogán, despedirte de tus amigos? Dar opciones justo antes de irnos puede dar al niño una cierta sensación de control sobre su decisión.
3. Acompaña su emoción
Tras estos preavisos, es hora de marcharse. Puede que esta decisión, a pesar de que se le ha avisado al niño, no la comprenda y entre en rabia porque no está de acuerdo y se quería quedar más tiempo en la fiesta. Es completamente normal. ¿Qué podemos hacer en estos casos? Acompañar la emoción y corregularles. El psicólogo Alberto Soler nos da el paso a paso para hacerlo:
- “Cuando estamos con el niño tirado en el suelo, con la cara roja, encendido, tenemos que bajarnos a su nivel, hablarle con calma y mirarle a los ojos“.
- Mantén la calma y evita contagiarte de su emoción.
- Estate con él o ella hasta que vaya calmándose.
- Dile frases con las que note que estás con él: “estoy aquí” “te quiero”.
- Una vez se haya calmado, podemos hablarlo con él. “Evitar las grandes explicaciones. “Repetir el mensaje tranquilamente, acompañándoles, pero olvidando los sermones. En ese momento de estallido emocional, su parte racional no está activada y no van a entrar en razón”.
Lo más importante cuando hemos tomado una decisión de antemano con nuestro hijo o hija es mantenernos firmes. Si entra en rabia y llora, les acompañamos, pero eso no significa dejar que ellos se salgan con la suya y permitirles volver a la fiesta. Si hacemos esto, las decisiones que tomemos serán arbitrarias dependiendo de nuestro estado emocional y el del niño.