Cada curso que finaliza se repite el mismo debate: deberes para el verano, ¿sí o no?
Si preguntásemos a diferentes madres/padres, habría disparidad de opiniones. Algunos dirían que sí, que dos meses y medio de vacaciones son muchos. Otros, en cambio, pensarán que no, que el verano es un periodo para desconectar y descansar.
Lo cierto es que el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”.
“Vivimos en una sociedad de consumo, de hacer y no parar, lo que nos lleva a sentirnos mal si no estamos haciendo cosas las 24 horas del día los 7 días de la semana. Y este estrés se lo trasladamos a los niños. Cayendo en la tentación de pensar que nuestros hijos no deben estar tanto tiempo sin hacer nada, pero que no hagan deberes no quiere decir que no hagan nada”, nos dice la psicóloga Begoña Ibarrola.
Entonces, en verano: ¿deberes sí o no? ¿Qué dicen los expertos?
¿Qué opinan los expertos de los deberes en verano?
Para conseguir responder a la pregunta de cada verano, hemos hablado con tres expertos: los psicólogos Rafa Guerrero y Silvia Álava y el docente elegido Mejor docente de primaria de España en los premios Abanca 2021 Francesc Nogales.
¿Y qué opinan ellos?
Ante la pregunta de: Deberes en verano, ¿sí o no?, el psicólogo Rafa Guerrero lo dejaba claro: “No, no soy partidario. Los niños tienen todo el derecho del mundo, después de un curso académico muy exigente, a descansar. Pero no solo el derecho, sino la necesidad”.
Aunque todos los padres tenemos clarísimo que nuestros hijos merecen descansar, a menudo nos surgen miedos: ¿si no abre un libro en dos meses se le olvidará lo aprendido? ¿estará perdiendo un tiempo maravilloso en el que podría estar aprendiendo cosas? ¿Perderán el hábito de estudio?
“En verano también aprendemos, pero de forma totalmente diferente. Podemos trabajar toda esa serie de procesos que se aprenden en el colegio (razonamiento lógico, atención, concentración, lectoescrituta…), pero en lugar de hacerlo a través de cuadernillos o fichas de deberes, lo podemos hacer a través del juego”, asegura Álava.
Algo similar opina Nogales: “Soy partidario de que los niños sigan aprendiendo, pero con actividades no académicas. Más que deberes, llamaría a estas actividades placeres. Algo así como ver una puesta de sol, ir a un museo, al zoo, hacer una ruta por la montaña, mirar las constelaciones por la noche, mandar una carta a un amigo…”.
“En verano vamos a buscar curiosidades, o investigar sobre cosas que les susciten interés porque estén relacionadas con el día a día. Por ejemplo, si vamos a la playa y hemos visto un caballito de mar, luego podemos investigar sobre esto. O con niños más pequeños, podemos trabajar la psicomotricidad escribiendo nombres en la arena de la playa”, apunta Guerrero.
Nogales también cree que, a menudo, los que más interés tenemos en que los niños hagan deberes somos los padres: “El motivo es que nos viene bien que los niños sigan teniendo rutinas establecidas. Pero no porque el niño necesite reforzar conocimientos, sino por nuestra dificultad de conciliar“.
Hay muchas formas de aprender en las que no hay un libro de por medio /FREEPIK
¿Sin deberes les costará más volver a la rutina?
Otro de los motivos por el cual algunos padres queremos que nuestros hijos hagan deberes es que pensamos que de no hacerlos, desconectarán tanto de la actividad académica que en septiembre les resultará muy difícil volver a la rutina.
“Personalmente, a mí también me cuesta más volver a la rutina después de las vacaciones. Es decir, esto nos pasa a todos, no solo a los niños. Pero es que es necesario romper con la rutina, hacer cosas totalmente distintas a las que hacemos durante el año”, nos cuenta Guerrero.
Y Nogales nos hace una comparación para que reflexionemos: “¿Os imagináis que nuestro jefe nos dijera que nos llevemos trabajo en vacaciones porque de no hacerlo a la vuelta se nos habrá olvidado hacerlo o nos costará más volver a la rutina? Nadie vería esto normal, pues lo mismo pasa con los niños. Necesitan parar, desconectar, olvidarse de las obligaciones”.
¿Hay excepciones?
¿Deberes no? ¿Tampoco con niños que han suspendido o que necesitan reforzar porque han aprobado muy justos?
“No soy partidario de que los niños que van flojos aprendan las cosas por imposición y fuera del aula, es decir, si un alumno termina el curso cogido con pinzas, no me parece bien que tenga que ponerse al día haciendo cuadernillos. El aprendizaje debe generarse dentro del aula”.
Además, apunta Guerrero: “Los que van “flojitos” en clase porque les cuesta más, seguramente han hecho un esfuerzo más grande que los que han sacado muy buenas notas. Todos merecen descansar, hayan sacado sobresalientes, notables o vayan justos”.
Álava sigue insistiendo en el juego como herramienta educativa: “Si tiene dificultades específicas en un área, por ejemplo, cálculo matemático, podemos trabajarlo, pero de una forma diferente a cómo se hace en el colegio. El juego tiene un potencial impresionante de aprendizaje. En verano es una oportunidad maravillosa para utilizarlo. ¿Y si nos acompaña a la compra y va sumando los precios de lo que echamos al carro? Hay muchas formas de hacer cálculo más entretenidas que a través de un cuadernillo”.
Amaya de Miguel, fundadora de ‘Relájate y educa’, nos lanza a través de sus redes sociales un reto: “Si los deberes en tu colegio son optativos, sé valiente y deja que tus hijos no los hagan”. ¿Qué opinas? ¿Aceptas el reto?