Tras una semana negra en lo que a violencia machista se refiere, hablamos con Marina Marroquí, educadora social, superviviente de este tipo de violencia y organizadora de charlas en el instituto sobre su libro Eso no es amor, publicado por Planeta.
¿Cómo nace este libro: ‘Esto no es amor’ para hablar a los adolescentes de igualdad?
‘Esto no es amor’ nace de los talleres que ya llevaba impartiendo de prevención y detección precoz de la violencia de género en adolescentes, un taller que ya han realizado más de 45.000 adolescentes de todo el país.
Este taller dura tres horas y se trabaja el machismo en la sociedad, estereotipos, falsos mitos del amor romántico, violencia de género…
Este libro me da la oportunidad de trabajar muchas otras problemáticas que ellos viven día a día como el bullying, el abuso sexual, la diversidad sexual etc..
Aunque la oportunidad de que Planeta haya apostado en este libro nace del eco que desde el programa de Salvados “El machismo mata” se le da a este taller. Mi editor, Jordi Berché, llevaba tiempo queriendo apostar por un libro que trabajase de una forma directa el machismo en adolescentes, y junto a un increíble equipo de la editorial me dieron la oportunidad de materializar todo lo trabajado en el aula, este este libro Eso No Es Amor.
¿A partir de qué edad está pensado ‘Esto no es amor’?
Es un libro que está pensado para chicos y chica a partir de 12 años. Sí es cierto que nos hemos sorprendido con lectores de todas las edades, y docentes y profesionales que encuentran en él un manual para trabajar con los adolescentes. Y en muchas ocasiones este libro nos lleva a cuestionarnos cosas que nunca nos han enseñado, así que creo que, como los juegos de mesa, lo recomiendo de 12 a 99 años.
En ‘Esto no es amor’ invitas a cuestionarnos los mitos del amor romántico que nos han vendido desde los cuentos de hadas hasta Crepúsculo. Cuando lo has hecho en los talleres, especialmente en el caso de Crepúsculo, ¿qué comentarios has tenido?
Al igual que el libro, los talleres tienen una gran carga de humor. Quiero visibilizar este machismo tan presente en el cine, ridiculizando y visibilizando como al final las mujeres somos las que nos entregamos por amor, pase lo que pase. Cuento como, por ejemplo en Crespúsculo, ves al fondo de pasillo a un chico, algo bancuzco, no le ha dado mucho el sol. Y tú, nada más verlo, ya sabes que es el amor de tu vida. Él te dice que huyas, que es un vampiro y te puede matar, y bueno tú ya estás tan profundamente enamorada que te da igual. Entonces les digo: “Madre mía, yo conozco a un chico y me dice “soy un vampiro, te puedo matar” y me faltan piernas para correr”. Hablamos del mensaje de que las mujeres pase lo que pase, si nos enamoramos ya nos entregamos por amor, aunque nuestra vida vaya en ello, y sobre todo los peligros que interiorizar ese mensaje conlleva.
Dices que esta generación tiene el enorme reto de ser igualitaria. ¿Por qué crees que tienen tanto éxito entre los jóvenes bestsellers como Crepúsculo o Cincuenta sombras de Grey, que poco menos que invitan a las chicas a renunciar a todo en favor de un chico que ya les ha dicho que les va a hacer daño y que, de hecho, cumple su amenaza?
Es uno de los grandes peligros de esta generación, mientras en las aulas, la educación afectivo sexual y en materia de igualdad se ha quedado totalmente desfasada, este machismo educa a ellas en Cincuenta sombras de Grey o Crepúsculo y a ellos en la pornografía más denigrante y agresiva. Eso a nivel de relaciones emocionales es una bomba de relojería que estamos empezando a pagar. La Manada, de hecho, es solo un grupo de chicos educados en que esa pornografía que consumen agresiva y dominante es sexo, y lo peor es que muchas chicas también se educan en esa sumisión. Por eso es urgente que en las aulas entre una educación afectivo sexual real, adecuada a los tiempos que corren, no vale con enseñar cómo se pone un preservativo.
Por desgracia eso hace el machismo, avalar y normalizar ese mensaje de sumisión a través de canciones de mujeres que “prefieren morir a tu lado a vivir sin ti o que por amor serían capaz de morir en tu cama” películas como Cincuenta sombras de Grey y sin embargo siguen diciendo que no es para tanto.
Pues por desgracia ya son muchas las adolescentes que he tenido que ayudar a salir de relaciones en las que sus parejas les ha obligado a firmar contratos al más puro estilo Grey, lleno de sadismo y prácticamente tortura, y estas películas solo avalan y dan coartada a los maltratadores para normalizar este tipo de prácticas.
Hablas en tu libro de todo lo que se ha avanzado en la igualdad, pero ¿el éxito de libros así no supone un tiro en el pie para la igualdad?
Es cierto, que Cincuenta sombras de Grey sea el libro más vendido en los últimos 15 años desmoraliza y mucho. Aquí el problema no es que adultas, con una personalidad crítica formada lean este libro y se entretengan, el problema es que las adolescentes que están formando su personalidad lo utilizan de modelo. Yo trabajo con niñas a partir de 13 años y prácticamente todas han visto estás películas.
Pero también es cierto que el feminismo se está colando en las nuevas generaciones, y cuando en generaciones anteriores hemos llegado al feminismo, después de mil discriminaciones, humillaciones, o en otros casos como el mío, literalmente a hostias, esta nueva generación esta también educándose en el feminismo desde la adolescencia. Creo que es algo que todas pudimos ver el 8M como las calles se llenaron de adolescentes exigiendo igualdad.
Por lo que aunque es cierto que el éxito de estas novelas duela, también hay otros materiales y otras corrientes que ilusionan, como por ejemplo el éxito de Morder la Manzana de Leticia Dolera.
Llaman mucho la atención los retos que propones para que los adolescentes se conozcan y tengan una buena autoestima. En una etapa tan llena de dudas y revoluciones hormonales, ¿por qué es importante para un adolescente conocerse bien? ¿En qué ayuda esto a prevenir el maltrato (ya sea violencia machista o acoso escolar)?
Creo que es imprescindible conocernos de verdad, puntos fuertes y débiles y sobre todo nuestras virtudes y la riqueza de la diversidad. El machismo educa para destruir la autoestima, pone estándares de belleza inalcanzables y vivimos en una sociedad que premia parecerse a otros en lugar de ser uno mismo. Además esta sociedad construye la autoestima diferente en chicos y chicas, mientras que en los chicos construye una autoestima interna (“cuánto vales, que listo eres, que fuerte eres, qué inteligente eres”) a las mujeres se les construye una autoestima totalmente externa (“tienes que ser guapa, portarte bien…”).
Creo que si construyes una autoestima basada simplemente en conocerte a ti misma y quererte cómo eres, es mucho más difícil que otra persona venga a destruirte esa autoestima y a controlarte.
Pero es cierto que actualmente el machismo te crea una trampa, toda mujer educada en esta sociedad machista esta predispuesta a sufrir violencia de género, y luego te dicen que eres muy tonta por haber caído en esa trampa.
Se ha sensibilizado mucho la sociedad sobre la violencia de género. No se habla apenas de crímenes pasionales y se entiende como un problema social, no un problema doméstico. ¿Pero cómo podemos padres, madres y educadores en general educar para prevenir la violencia de género? ¿Cuáles serían los mensajes clave que deberíamos transmitir desde bien pequeños?
Es cierto que actualmente nadie está preparado para afrontar la violencia de género, ni sociedad, ni familias ni las propias víctimas. Únicamente se encienden las alarmas cuando ya es muy tarde, en muchas ocasiones cuando ya ha aparecido la violencia física y la mujer corre un peligro extremo. Por eso, gran parte de mi trabajo se centra en la detección precoz: necesitamos crear herramientas para poder detectar la violencia de género en los primeros meses de relación, y que la mujer pueda huir, cuando las secuelas aún no son graves, y no tenga que vivir con miedo y pesadillas gran parte de su vida. Por ello una educación igualitaria es básico para que las nuevas generaciones puedan desterrar esta lacra, educar en un amor que hace feliz, desmitificar los “Quien bien te quiere te hará llorar” o “El amor vale la pena”. No, el amor vale la alegría, y si no, no es amor. Es importante educar en que el amor son risas compartidas, es felicidad y que no todo se perdona por amor.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a establecer relaciones sanas y no tóxicas? ¿Cuáles serían los mensajes clave?
Como he dicho creo que en primer lugar hay que volver a plantar las bases de relaciones sanas, porque actualmente lo que el machismo vende como relaciones sentimentales son relaciones tóxicas. En el libro dedico un tema precisamente a eso, a dar herramientas de detección precoz de la violencia de género, una relación sana es la que le gusta tal y como eres, no intenta cambiarte, ni te aleja y critica a tu familia o amigos, ni te intenta alejar de ellos. Al final es muy sencillo: es una relación que te hace feliz, por la que no tienes que sacrificar quien eres, no tienes que estar justificándote todo el tiempo o dando explicaciones para que no se enfade, si vas de puntillas en la relación para evitar que se enfade, es una mala relación. Una herramienta que he creado de detección precoz es el “violentómetro” es un termómetro que mide la violencia de género en una pareja, de una forma muy visual y muy clara. Creo que herramientas así son necesarias.
Hablas de tu propia experiencia como superviviente de la violencia machista y ya lo has hecho con Salvados (magnífico, me encantó). ¿Cómo reciben los adolescentes ese testimonio? ¿Cómo reaccionan cuando les cuentas lo que viviste?
Creo que es importante hablar a los adolescentes desde tu experiencia, yo no pretendo dar lecciones, es más yo soy el ejemplo a no seguir. Yo hice todo lo que hay que hacer mal: yo lo oculté, me avergoncé, no denuncié, cambie de ciudad… Callé durante muchos años, años en los que las heridas seguían intactas, y me di cuenta de que si el dolor no sirve para nada, si te lo quedas dentro pudre. Sin embargo, contarlo y que cada día eso ayude a otras chicas a darse cuenta de donde se están metiendo, o simplemente a sentirse reflejadas en otra persona que ha salido de lo mismo y hoy es feliz, ya merece la pena. Lo cierto es que en los talleres se crea un momento mágico, durante todo el taller, mantengo un rol muy dominante, con mucho sentido del humor y una personalidad muy fuerte (bueno, la mía) y cuando al final del taller les digo que me definan en una palabra, las respuestas suelen ser: fuerte, valiente, extrovertida, la puta ama. Entonces de repente les cuento cómo me maltrataron, me pegaron, me violaron, me humillaron , me cortaron, me quemaron… el silencio que se hace es brutal. Rompe con los estereotipos que ellos tenían de la violencia de género o de una mujer maltratada, y yo en estos talleres hago mi mayor ejercicio de sinceridad. Los adolescentes me preguntan sin tapujos cómo me violo o cómo me quemo o cómo no me di cuenta, y les respondo a corazón abierto, para que por lo menos mi historia sirva para evitar alguna otra.
Y por desgracia nunca me he ido de ningún taller sin que una adolescente me cuente que está sufriendo lo que yo viví a su edad.
Creo que la mejor herramienta que tengo es unir mi formación como educadora social y especialista en violencia de género, con el infierno de haber sido víctima de un maltratador, pero haber sobrevivido a él.
Los adolescentes agradecen que les cuentes y les trates como adultos de una forma impresionante, se crea un vínculo precioso, que gracias a las redes sociales puede seguir en el tiempo, y en muchas ocasiones cuando en el futuro se ven reflejadas en alguna de las escenas que les conté, contactan conmigo para pedir ayuda.
Si quieres leer más sobre machismo, igualdad y educación no te pierdas:
- La ponencia que la sociólogo y experta en violencia de género, Carmen Ruiz Repullo dio en nuestro evento sobre violencia de género en adolescentes: https://gestionandohijos.com/como-evitar-violencia-machista/
- La guía desarrollada por la CEAPA para educar en la igualdad y contra la violencia de género: https://gestionandohijos.com/ceapa-educar-contra-violencia-genero