Javier Urra acaba de publicar libro: ‘Educar con criterio, criterios para educar’, una guía para padres y educadores que toca temas clave para la educación de los niños y los adolescentes, desde la alimentación hasta el ocio y las nuevas tecnologías pasando por el acoso o el primer amor. Con él, pretende dar ayuda y respuesta a todos los adultos interesados en mejorar las relaciones con los menores o sentar unas bases sanas y fuertes desde el principio. En un principio pensamos entrevistarle, y que nos acercase su obra a través del método pregunta-respuesta. Después pensamos que la mejor forma de acercarnos a ella era pidiéndole un artículo en el que resumiese lo que en el libro explica en profundidad. Aquí lo tenéis, esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotros.
“La educación lo es todo. Cierto. Lo único que de verdad contribuye al progreso de cada persona y de los pueblos es la educación.
¿Quién educa? En la actualidad primero los padres que predisponen la receptividad ante el resto de agentes socializadores, entre los que se encuentran la escuela y también el grupo de iguales (los amigos), los medios de comunicación, más Internet… y al fin uno mismo con libertad mediatizada por lo heredado e interiorizado en los primeros estadios de la vida.
La primera parte de tu vida marca en gran medida el desarrollo del resto. Somos lo que queda de cuando éramos niños, eso es fundamental.
La familia es prioritaria en la vida del niño. Es imprescindible para su madurez y desarrollo. A través de ella se transfieren los valores familiares, la historia, la filiación.
Educarán mejor los padres y madres que ponen voluntad y dedicación en ello, los que procuran que no haya contradicciones entre lo que dicen y lo que hacen, los que creen en la educación y saben que es una tarea de cada día.
Pero ojo porque si cuidamos mucho a un niño, en vez de un árbol tendremos un bonsái. Son los padres quienes tienen que medir el grado de protección que sus hijos necesitan para aprender a desenvolverse solos.
Hay que trabajar la comunicación con los hijos desde pequeños. El desarrollo del lenguaje en el niño es muy rápido. Está favorecido por estructuras que ya están dispuestas en el momento del nacimiento. El lenguaje supone una grandiosa modificación cognitiva que da razón de ser al humano, pues le permite representar la realidad.
El niño que descubre que aprender es emocionante desarrollará en la escuela y durante toda su vida la afición por aprender. Es importante que exploren, investiguen, y desarrollen su curiosidad. No los hagamos temerosos y asustadizos.
Hay que enseñar a estudiar, a planificar, a organizarse, a concentrarse, a aprovechar y dosificar el tiempo. Este proceso se tiene que ir dando desde que son pequeños como otro de los hábitos diarios que debe aprender.
Si enseñamos a un niño a ser autónomo, también le estamos ayudando a ser responsable, a tener mayor seguridad en sí mismo, a tener fuerza de voluntad, a ser disciplinado y a estar tranquilo. Y a crecer feliz. La asunción de responsabilidad es esencial.
Para que los chicos desarrollen su autonomía y responsabilidad los padres deben alabar los logros conseguidos y su esfuerzo, así como enseñar con el ejemplo. Deberán favorecer la participación de los hijos y ayudarlos para que reconozcan sus valores y dificultades de manera realista.
La autoestima influye sobre el niño y adolescente en cómo se siente, piensa, aprende y crea, en cómo se valora, se relaciona con los demás, se comporta. En los adolescentes aumenta la necesidad de autoestima.
La capacidad crítica es fundamental para que los niños hagan frente a la presión del grupo, de sus amigos (especialmente en la adolescencia), a la presión de un entorno con mucha información, diferentes ideologías y estímulos relacionados con el consumismo, el seguimiento de modas, o el contacto con el mundo de las drogas.
La creatividad abre unas posibilidades que serán positivas para mantener a los hijos alejados de las conductas de riesgo y afrontar las situaciones conflictivas o estresantes con mayor facilidad además de aprender de las situaciones de crisis y superarlas con éxito. Toda una llave maestra para la vida cotidiana.
Con las actividades artísticas tanto los niños como los adolescentes expresan su creatividad, sus sentimientos y emociones, se sienten más seguros de sí mismos. También les ayuda en su desarrollo social si esta actividad se hace en grupo.
El juego es esencial en el desarrollo integral del niño e influye de manera decisiva en su crecimiento intelectual y emocional, así como en su salud física. Ver jugar a un niño, con sus padres, con sus abuelos, es la metáfora de la existencia. Nos lo agradecerán nuestros hijos, nuestra memoria y nuestro equilibrio afectivo.
Que los niños expresen todas sus emociones y sean capaces de exteriorizar sus sentimientos es un factor necesario para su evolución.
Las personas empáticas están mejor adaptadas emocionalmente, tienen un mayor manejo de sus emociones, son mucho más populares, más sensibles, más sociables, se relacionan mejor sentimentalmente, son más comprensivas, más generosas y mejores negociadoras.
Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida. La baja tolerancia a la frustración nos causa enfado, depresión e incapacidad ante cualquier problema y provoca la evitación o mala solución de los mismos.
Es tarea de los padres enseñarles a controlar y conducir los sentimientos de frustración, rabia o enfado, indicándoles de antemano lo que no se les consentirá, mostrándoles las vías alternativas existentes para la resolución de conflictos.
Los límites son una parte esencial en el desarrollo del niño. Al establecerlos lo hacemos sentirse seguro y protegido, teniendo claro quién lo guía y a quién puede recurrir cuando tenga un problema.
El niño habrá de conocer las normas y las consecuencias de su incumplimiento. Las normas habrán de ser claras, comprensibles, fundamentadas y aplicadas de forma justa.
Es eficaz mostrar al niño las consecuencias de una actuación inadecuada, o sea: cuál será el castigo que va a recibir y también los beneficios de una correcta actuación. Inaceptable el castigo físico.
Ante la adversidad, hagamos a los niños saber que enfrentarán crisis y habrán de rehacer su propia biografía. Estimulemos su creatividad, realmente vital para afrontar las circunstancias adversas. Desarrollemos en los niños fortalezas personales, tales como habilidades del pensamiento y posicionamiento optimista. Vacunemos a nuestros descendientes inyectándoles fortalezas psicológicas.
Eduquemos asimismo para despedirnos, para llorar la ausencia, para dejar ir. Para amortiguar las rupturas, que nuestros hijos aprendan que todo es perecedero, que tiene fecha de caducidad, además los objetos, las relaciones, las personas pueden romperse, quebrar.
Eduquémosles para que elijan a sus amigos, para que aprendan a divertirse sin el consumo bárbaro de alcohol, para que sepan aguantar la presión del grupo, para que busquen sentirse bien con ellos mismos.
Las nuevas tecnologías se han hecho imprescindibles y han generado cambios en nuestras vidas, en la forma de pensar, de aprender, de comunicarnos en la sociedad. Han modificado las formas de convivencia y de las relaciones personales y familiares.
Los padres deben vigilar el contenido de lo que sus hijos ven en la tele, de dónde navegan en Internet, de los juegos con los que se divierten o lo que les prestan sus amigos. La mejor manera es sentarse con ellos, observar y darles una explicación de lo que no entiendan, así como el uso que deben dar a la información que encuentren.
No, no es fácil ser niño, adolescente, joven… en este mundo de prisas, de adultos ocupados y cansados. Los hijos tienen derecho a una verdadera familia, esa que comparte cálidos abrazos. Los padres han de ser maduros y educar a sus hijos. Supervisada, pero hay que darles libertad y autonomía para que se acrediten. No hay que evitarles las dificultades de la vida, sino enseñarles a afrontarlas.
Los niños están más dispuestos a escuchar después de haber sido escuchados”.