Hay experiencias que vivimos cuando somos niños y niñas cuyos efectos nos acompañan toda la vida. El no tener en cuenta el punto de vista de los más jóvenes cuando están en etapa de crecimiento puede ocasionar que crezcan con ideas erróneas acerca de ellos mismos (por ejemplo, pensando que no valen para estudiar, cuando puede que solo les cueste un poco más que a los demás). Es por esta razón que es tan importante educar a nuestros hijos sin perder de vista su voz, su realidad. Así nos lo explicaron en su ponencia Andrea Zambrano y Mª Ángeles Jové, mediante ejemplos y experiencias personales muy útiles para comprender la importancia de que reivindiquemos la voz de los niños y niñas.
“El cuento de la Caperucita cambiaría mucho, quizás ni siquiera lo reconoceríamos, explicado por el lobo”. Así empezó su intervención Andrea Zambrano, con esta metáfora quiso hacernos ver lo diferente que es todo visto desde otra perspectiva a la nuestra, en este caso, desde los ojos de nuestros hijos y nuestras hijas. Además, quiso recalcar la importancia de recordar que nosotros, hace un tiempo, también fuimos niños. Y que nos sentimos, en muchas ocasiones, como ellos se sienten ahora.
Mª Ángeles Jové siguió la misma línea; nos contó experiencias personales que le marcaron cuando era niña y cómo arrastró algunas de sus consecuencias incluso en su vida adulta, como la presión, la autoexigencia, el identificar el error con el fracaso personal… Estas experiencias les sirvieron a ambas para ejemplificar lo importante que es que las niñas y niños “sean vistos, escuchados y aceptados por ser quienes son”.
La importancia de escuchar y observar la realidad de nuestros hijos e hijas
Como hemos dicho tantas veces, dar ejemplo a nuestros hijos e hijas es una prioridad. Porque ellos aprenden por imitación, viéndonos relacionarnos con otras personas aprenden ellos a relacionarse también, y “la forma en que lo hagamos nosotros será la forma en que se relacionarán ellos cuando sean adultos, con sus hijos, con sus amigos, con su pareja”. En esto Andrea hizo hincapié, pues destacó que “todas las relaciones de nuestra vida empiezan en la forma en que nos vinculamos dentro de la familia”.
Además, también indicaron uno de sus principales lemas: “Educar es emocionar”. La explicación es que, en realidad, “influimos e inspiramos en las personas, en este caso nuestros hijos, por cómo les hacemos sentir”, apuntó Mª Ángeles. Pero también, como añadió Andrea, “porque educamos desde quiénes somos y cómo nos estamos sintiendo en cada momento”.
“Si me siento inseguro, voy a educar desde la inseguridad. Si me siento culpable, voy a educar desde la culpabilidad. Si estoy enfadada con el mundo, pues educo desde el enfado, con esa energía y esa actitud”.
No eduquemos sobre la marcha
La teoría nos la sabemos muy bien todos. Lo que cuesta es aprender a poner todas estas técnicas en práctica. Y lo que hacemos muchas veces es poner el piloto automático y educar a nuestros hijos e hijas sobre la marcha. Andrea y Ángeles en la ponencia quisieron aportar a este hecho la importancia que requiere, pues “a veces ni nos damos cuenta de que vamos sobre la marcha, que llevamos la inercia”.
Cuando educamos desde la inercia, nos enfocamos en nuestras necesidades – y no en las de nuestros hijos e hijas – y queremos que nos lo pongan fácil y todo salga como queremos, pero cuando no es así, nos frustramos o les gritamos, por ejemplo. En cambio, cuando educamos desde la influencia y no desde la inercia, invertimos en la relación con nuestros hijos, les prestamos atención y tenemos en cuenta sus necesidades. Entonces nuestra actitud ya es otra, lo que es muy importante, pues “nuestra reacción también educa”.
Para empezar a poner en práctica la educación desde la influencia y poder empezar a ver la realidad también desde la perspectiva de nuestros hijos e hijas, aquí os dejamos la intervención completa de Andrea y Maria Ángeles en nuestro evento de Barcelona. No os la perdáis porque encontraréis trucos y ejemplos muy útiles para aplicarlos en vuestras casas. ¡Que la disfrutéis!