Tu hijo puede tener ansiedad y no lo sabes

Mónica y Raúl estaban una noche en el salón de su casa viendo la tele cuando, de repente, vieron a su hijo Javi salir de su habitación e ir convencido hacia la cocina. Minutos más tarde, volvió tranquilamente paseando a su habitación. Y otros pocos minutos después, volvió otra vez hacia la cocina. Y así varias veces. Cuando Mónica se acercó a ver qué le pasaba, vio a su hijo plácidamente dormidito en una de las sillas de la cocina.

En otra ocasión se despertaron en plena noche al escuchar gritar a su hijo. Ambos dieron un salto de la cama y fueron a ver qué ocurría. El pobre Javi estaba teniendo una pesadilla; gritaba, sudaba y se removía en su cama asustado.

Al principio Mónica y Raúl pensaron que era normal. Que el sonambulismo es algo común en los niños, que ya se le pasaría. Y más aún las pesadillas, ¿qué niño no tenía pesadillas de vez en cuando? Eso es porque “es un niño con mucha imaginación”. Pero la cosa no fue a menos, sino que empezó a ser algo habitual. Y es que Javi puede que tuviera una imaginación desmedida, pero la realidad era que estaba estresado. Y sí, con tan solo 8 añitos.

Los niños no se libran del estrés

Tendemos a naturalizar ciertas conductas en los niños porque, claro, “son solo niños”. Pero al igual que Javi, puede que nuestros hijos nos estén mandando señales de que están estresados y no nos estemos dando cuenta. Hemos hablado sobre esto con la psicóloga Úrsula Perona, para que nos arrojara un poco de luz en este tema tan complejo como es el estrés en los niños.

Úrsula opina que “hay mucha ceguera con la psicología infantil. Nos pensamos que como son niños, ni sienten ni padecen, damos por hecho que no tienen problemas psicológicos. Pero claro que pueden tener, al igual que un adulto. Pueden tener depresión, pueden tener ansiedad, estrés. Y no lo vemos”.

Hay muchos factores que puedan estar actuando de estresores en nuestros hijos e hijas. Úrsula Perona nos ha enumerado algunos de estos factores que pueden afectar a nuestros hijos y estar provocándoles estrés o ansiedad.

Factores de estrés en los niños

  1. Los conflictos en la familia: malos rollos con los padres o problemas relacionales, sobre todo cuando entran en la adolescencia. También pueden afectarles los conflictos en la pareja (los padres) y que ellos los vivan: separaciones, divorcios. Estos son los estresores más fuertes, pero luego están los más cotidianos, que son:
  2. Exceso de extraescolares que les dejan sin tiempo libre de ocio o de descanso. O también el exceso de deberes y la autoexigencia, es decir, que se agobien demasiado por sacar buenas notas o seguir el ritmo de su clase.
  3. El estrés de los padres que les trasladamos en forma de prisas, nervios, etc.
  4. Las relaciones sociales. Si el niño está sufriendo acoso o simplemente no tiene relaciones sociales satisfactorias.
  5. Y otro factor muy importante está relacionado con los ritmos de adulto que queremos imponer a los niños. “No estamos respetando la necesidad de juego, de juego libre no estructurado, de estar al aire libre. Estamos poniéndoles unas exigencias y unos ritmos que no corresponden a sus necesidades”, asegura Úrsula.

El estrés y las nuevas tecnologías

Sin embargo, hoy en día no solo tenemos que preocuparnos por estos factores que acabamos de mencionar. También hay otro aspecto muy importante que no podemos olvidar: las nuevas tecnologías, los dispositivos móviles y, sobre todo, el uso que nuestros hijos hacen (y hacemos) de ellos. Úrsula Perona nos indica algunas consecuencias que puede traer la exposición constante a los estímulos tecnológicos en nuestros hijos e hijas:

  • Les impide pasar tiempo haciendo otras cosas más saludables para ellos, como estar jugando en el parque o estar simplemente aburriéndose y mirando al techo, que también es necesario.
  • Ahora tienen estresores nuevos, modernos, por ejemplo: la imagen corporal a través de las relaciones sociales, que sus publicaciones tengan o no tengan likes, la aprobación social, el ciberbullying…
  • Gestionar toda la información que tienen a su alcance y que no pueden controlar, como por ejemplo contenidos para adultos; pero no solo eso, sino en general todo lo que les llega sin filtro.
  • Si la exposición continuada – a veces exagerada – a estímulos digitales es un factor de estrés para los adultos, obviamente también lo es para los más pequeños. Es algo con lo que tenemos que tener mucho cuidado porque puede ser motivo de estrés o de insomnio en los niños, pero también puede crearles adicción.

Síntomas de estrés infantil

Los padres de Javi supieron que su hijo estaba estresado al descubrir que estaba sufriendo algunos trastornos del sueño, como sonambulismo y terrores nocturnos. Pero hay más síntomas que nos pueden indicar que nuestro hijo está estresado; la psicóloga Úrsula Perona apunta que los siguientes indicios pueden darnos pistas de que nuestro hijo o hija no gestiona bien el estrés:

  • Irritabilidad o mala conducta. “Los niños tienen muy poca maduración emocional y casi todas las emociones al final acaban expresándolas en forma de mal comportamiento. Entonces, un niño estresado es un niño irritable, cansado, con malas contestaciones”, apunta Úrsula.
  • Cansancio excesivo.
  • Falta de motivación. No tienen ganas de salir a jugar, ni hacer cosas.
  • Que estén llorones o tristes, están desbordados por las emociones y normalmente tienen el llanto bastante fácil.
  • La somatización, es decir, que los niños experimenten dolores o malestar que a priori no se reconocen a través de un examen médico. Por ejemplo, “me duele la barriga, no quiero ir al cole”. Úrsula Perona indica que normalmente son dolores gastrointestinales y dolores de cabeza, “en niños es lo que más se somatiza”.
  • Trastornos del sueño. “Si es un niño estresado, tendrá preocupaciones y rumaciones, y esto hace que a veces aparezcan dificultades para conciliar el sueño, con muchos despertares, etc.”, apunta Úrsula.

Qué hacer si tu hijo está estresado

Úrsula Perona nos recomienda observar bien a nuestros hijos. “Si identificamos alguno de los anteriores factores en nuestro hijo, es importante intentar averiguar qué le puede estar influyendo”.

Además, también nos aconseja ser realistas, en el sentido de conocer bien qué es lo que necesita nuestro hijo en cada etapa madurativa y ver si nos estamos equivocando en algo. “Por ejemplo, yo estoy viendo que les están poniendo actividades extraescolares a niños en preescolar, niños menores de tres años yendo ya a actividades extraescolares. Un niño de esa edad no necesita actividades extraescolares, necesita estar jugando en su casa a tirar cubos o en el parque”.

Si reconocemos estos factores o alguno de estos síntomas en nuestros hijos, a parte de apoyarles y ayudarles a que gestionen sus emociones y las razones que les están provocando ese estrés, sería recomendable buscar atención psicológica para que este proceso sea más llevadero y nuestro hijo reciba ayuda de profesionales en el asunto.

Recuerda: que sean personas más pequeñitas no quiere decir que tengan problemas más pequeños que los adultos. La diferencia es que ellos lo tienen más complicado para identificar lo que les está pasando, y para eso estamos nosotros, para ayudarles y apoyarles.

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Marina Borràs

Cuando era pequeña me sentaba a diez centímetros de la televisión para ver las noticias todas las mañanas antes de ir al cole. Cuando crecí un poco, se dieron cuenta de que la razón por la que me acercaba tanto al televisor era porque necesitaba gafas, aunque yo prefiero pensar que por aquel entonces ya había encontrado mi pasión: de mayor quería ser periodista. Y así fue. Estudié periodismo y comunicación política, y sigo formándome en los temas que me apasionan: educación, igualdad de género y nuevas tecnologías.

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