Hay ocasiones en las que parece que tu pareja está siendo demasiado firme, y si tú aflojas un poco, entonces tiendes a la permisividad para contrarrestar el modelo autoritario del otro progenitor. Seguramente ni siquiera te sientas a gusto con este papel, pero lo coges para no utilizar la firmeza tú también.
En las familias normativas esto es muy habitual. Lo bueno es que tiene una solución relativamente fácil: hablar entre la pareja, llegar a acuerdos de cómo actuaremos en X situación que se repite, y llegar a una opción intermedia en la que ambos nos sintamos cómodos.
El problema es cuando los progenitores se han separado y también se da esta situación. De hecho, se suele dar con mucha más frecuencia e intensidad porque ya no hay lazo sentimental entre las partes. A menudo, estas parejas caemos en el: “no tienes por qué decirme cómo educar a mi hijo”. Pero ¿esto es realmente así? Claro que no, porque también es hijo mío y aunque ya no estemos juntos, eso no significa que eduquemos cada uno a su manera, sin llegar a acuerdos y de manera completamente opuesta.
Soy consciente de que no siempre la relación con tu ex pareja permite poder hablar y establecer acuerdos de cómo vamos a educar cuando esté en una casa u otra. Aquí salen a la luz los egos y el “yo también decido” y, en lugar de poner el foco donde tiene que estar, en la educación y en el bien de nuestro hijo o hija, parece que estamos en una lucha de a ver quién gana y se sale con la suya.
Una mamá me dijo en una ocasión: “en mi casa no puedo dejarle la Tablet aunque quiera porque claro, cuando está con su padre está todo el día con ella…” y esto le lleva a educar en la oposición, es decir, haciendo lo contrario de lo que hace el padre de la niña, y no centrándose en cómo ella quiere educar, porque igual a ella le parece aceptable que, después de hacer los deberes pueda utilizar un ratito la Tablet, pero al tener en cuenta lo que pasa en la otra casa deja de tomar decisiones que en otra circunstancia tomaría.
Todo lo contrario a ‘lo malo’, que es lo que a ti te parece que pasa en otra casa, no tiene por qué ser bueno tampoco
Te animo a reflexionar:
- Todo lo contrario a “lo malo”, que es lo que a ti te parece que pasa en la otra casa, no tiene por qué ser bueno tampoco.
- Tienes derecho a poner tus propias normas.
- No podemos perder de vista que somos dos personas educando, y si llegamos a un acuerdo, el bienestar de un hijo va a ser mayor.
Claves para evitar educar en la oposición
Para evitar educar en la oposición te propongo a lo siguiente:
– ACUERDOS: trata de llegar a un acuerdo con tu pareja o ex pareja sobre cómo actuar en ciertos casos, no será posible hablarlos todos, pero al menos lo más importantes para ti: horarios, rutinas, alimentación, tiempo de pantallas…
– FOCO: cuando estéis hablando o llegando a un acuerdo, recuerda poner el foco en la solución, en lo que sea lo mejor para tu peque y no tanto en la lucha de poderes entre ambos.
– NO TE LO TOMES PERSONAL: es posible que tu peque te diga eso de “es que en casa de mamá/papá puedo estar con la tablet toda la tarde”. No lo está haciendo para fastidiarte, sino para intentar conseguir eso que desea y tú no le dejas. Piensa en qué le puedes enseñar a tu criatura en esa situación.
– AMABILIDAD Y FIRMEZA: utilízala siempre para poner cualquier tipo de límite, en el ejemplo anterior podríamos decir: “entiendo que en casa de papá/mamá sí que puedes, pero aquí ya habíamos decidido que la norma es otra”.
– METRO CUADRADO: tu área de influencia es sólo de un metro cuadrado, es decir, sólo puedes decidir lo que tú harás, no puedes cambiar lo que otras personas decidan hacer, así que céntrate en lo que tú puedes hacer o decidir.
Cuando la pareja ya no está junta se dan situaciones de conflicto extras a las habituales y tienes que tratar de tomarlas como una oportunidad de aprendizaje.