“Quizás, uno de los mayores retos que tenemos por delante madres y padres sea ayudar a nuestros hijos a descubrir su talento”, nos decía Fernando Botella en una ponencia en uno de nuestros eventos.
Toru Kumon, creador del método de aprendizaje Kumon, decía sobre esto que “todos los niños poseen un potencial infinito, innato y desconocido. Todos y cada uno de ellos pueden convertirse en personas con mucho talento si cultivan sus capacidades aprendiendo en su punto ideal. Por eso digo: inténtalo o nunca descubrirás tu verdadero potencial.”
Pero, ¿realmente estamos dispuestos a descubrirlo y ayudarles a desarrollarlo?
Nos parece muy pertinente lanzar ahora la pregunta que nos hizo en un taller la experta en talento Noelia López-Cheda: «Si nuestro hijo tiene un cinco en Matemáticas y un 10 en Dibujo, ¿cuántos lo apuntaríamos a clases de mates?; ¿y a clases de dibujo?». Seguramente, muchos responderíamos que apuntaríamos a nuestro hijo a clases de mates porque ya es suficientemente bueno en dibujo. Pero lo cierto es que olvidamos que el talento no es un don innato, se construye y, para que realmente pueda desarrollarse, necesita de trabajo y perseverancia.
¿Permitimos a nuestros hijos esforzarse?
Es cierto que vivimos en un momento de máxima incertidumbre. El hecho de estudiar una carrera no garantizará a nuestros hijos trabajar en eso que han estudiado e, incluso, hay estudios que dicen que el 60% de los niños que están actualmente en el colegio trabajarán en profesiones que aún no existen. No saber lo que va a pasar hace que tengamos miedo. Y ese miedo hace que no confiemos en que nuestros hijos vayan a ser capaces de superar esas dificultades. “Cuando tú fallas, en esta sociedad tan hipercompetitiva se nos pone la etiqueta de fracasado y no queremos que nuestros hijos sean fracasados. Pero se nos olvida que nuestros hijos cuando prueban y fallan, aprenden. Y cuando prueban y aciertan se llevan un chute de autoestima”, nos decía Noelia López Cheda.
El mayor problema de este miedo que tenemos los padres a que fracasen es que podemos llevarnos por delante la posibilidad de que desarrollen ese talento. ¿Estamos, de verdad, dispuestos a pagar ese precio?
Si la respuesta razonada es no, deberíamos trabajar nuestra propia confianza en el potencial de nuestros hijos para poder descubrirlo. Confiar en ellos para que tengan confianza en sí mismos y logren así lo que se propongan. Y aquí cobra vital importancia las palabras que empleamos.
“Cuando perdemos la fe en el futuro perdemos la fuerza en el presente” decía Fernando Botella en uno de nuestros eventos, refiriéndose a que los padres, sin darnos cuenta y con la mejor de las intenciones, con nuestro uso del lenguaje, muchas veces estamos haciendo que nuestros hijos pierdan la fe en el futuro: “no llegarás a esto, de la música no se puede vivir…”.
La importancia de la valoración interna por encima de la externa
“Cuando una persona intenta mejorar para sí misma, aumenta su autoestima y, por lo tanto, se esfuerza en progresar. Es un ejercicio voluntario, que hacemos por nosotros mismos, y que nada tiene que ver con la percepción del otro. El problema viene cuando sentimos la necesidad de que los otros sean los que nos pongan la etiqueta, lo que nos provoca agotamiento al tratar de alcanzar los estándares de éxito que la sociedad ha puesto. Es entonces cuando entramos en esa hiperexigencia de ser los mejores, que tanto daño hace”, nos advertía el profesor y filósofo José Carlos Ruiz, quien ve fundamental que enseñemos a nuestros hijos a valorarse internamente y dejar de buscar la valoración externa. Y en esto tenemos un papel fundamental los padres. Si nos paramos a pensar, en muchísimas ocasiones nos encontramos hablando con nuestros hijos sobre lo que hacen sus compañeros, sus hermanos y comparando, para bien o para mal.
Claves para detectar los talentos de nuestros hijos y ayudarles a potenciarlos
- Observar a nuestros hijos como seres especiales, únicos, con sus propios intereses y sus propios ritmos de aprendizaje. Y respetar ese carácter especial. Aceptar quién es él, no quién tú quieres que sea. ¿Cuánto tiempo más estás dispuesto a perderte quién es de verdad?
- Confiar en su potencial y en sus ganas de desarrollarlo. No frenarlo con nuestros miedos y prejuicios.
- Animar a nuestros hijos a superar retos, a ponerse a prueba y a entender el error como un aprendizaje. En realidad, nuestros hijos tienen ganas de desafiarse y ponerse retos, así que nuestro papel es más bien proporcionarles experiencias exigentes que les permitan sacar su mejor versión.
- Fomentar que aprendan y piensen por sí mismos. Si les damos las respuestas nosotros tal vez dejarán de hacerse preguntas.
- No compararles con nadie ni instarles a esforzarse para satisfacer a quién espera algo de ellos, sino a satisfacerse a sí mismos. Cuando a quién superas es a tus propios limites el sentimiento de felicidad es insuperable.
- Aplazar la recompensa. Vivimos en una sociedad en la que todo está a nuestro alcance a golpe de clic, lo que hace que lo queramos todo ya y no sepamos esperar. Desarrollar la perseverancia es incompatible con esta inmediatez. Ayudar a nuestros hijos a ser pacientes es fundamental para que lleguen a desarrollar su talento.
- Ser ejemplo de autosuperación, de ganas de aprender, de ser nuestro mejor yo. Si nuestros hijos nos ven activos, con curiosidad por cosas nuevas y con ganas de superarnos, si no nos quedamos continuamente desganados en nuestra zona de confort, probablemente les inspiraremos para tener una vida más plena, más satisfactoria y más interesante. Y también los animaremos a contribuir de manera más significativa a la sociedad con todo su potencial.
Kumon te ayuda a descubrir la mejor versión de tus hijos. Puedes contactar con tu centro Kumon más cercano aquí: http://www.kumon.es/