Raúl Rodrigo es Licenciado en Economía y Censor Jurado de Cuentas. Trabaja como auditor, pero lo combina con la divulgación y la escritura, compartiendo su experiencia como víctima de acoso escolar. Y este es el tema de su libro “Mi receta contra el acoso escolar”. Hemos hablado con él para que nos cuente un poco más sobre lo que cuenta en su libro y nos dé algunas respuestas sobre este tema que tanto nos preocupa como madres y padres: el bullying.
1. ¿Cómo nace la idea de escribir un libro que sirva como “Receta contra el acoso escolar”?
Hace unos tres años comencé a dar charlas en centros educativos para contar mi vivencia y, sobre todo, compartir mi crecimiento emocional posterior. Hace cosa de un año me di cuenta de lo que mi mensaje trascendía y llegaba a los chavales; por ello decidí dar un paso más y escribir el libro como la valiosa herramienta de difusión que es.
2. ¿De verdad existe una receta para combatir el acoso escolar? ¿Por qué hasta ahora no se está aplicando?
En primer lugar, matizar que esta es mi receta y no la receta. Ojalá la tuviera. Esto es lo que yo he aprendido y entendido con el paso de los años. Yo soy muy claro, no engaño a nadie ni llamo a las cosas con eufemismos. Creo que es imposible acabar totalmente con el acoso escolar, por muchos motivos, entre otros porque la maldad y la injusticia existen y existirán siempre. Ahora bien, eso no significa que nos debamos resignar ni que no podamos hacer nada para evitarlo. Por supuesto se puede trabajar mucho para prevenirlo. Y se puede trabajar mucho para que, si se da, sea durante un periodo de tiempo muy breve y, por tanto, no cause apenas daños en la víctima. Por tanto, sí podemos aspirar a un entorno académico en el que un porcentaje muy alto de centros educativos no registren casos de acoso a lo largo de todo el curso escolar.
3. ¿Crees que no se le da la suficiente importancia al acoso escolar para poder atajarlo y prevenirlo?
En los centros educativos sí. En la mayoría se está trabajando en prevención con programas, en mi opinión, muy eficaces. Los propios compañeros se convierten en alumnos mediadores o supervisores. Los propios compañeros son los que deciden que no quieren acoso escolar en sus pasillos. Claro, para ello debe haber un trabajo del cuerpo docente. Las instituciones creo que podrían mejorar las condiciones de los docentes que se forman e implican en esto porque en muchos casos lo hacen a costa de tiempo personal. Finalmente, los padres creo que han delegado casi por completo este asunto a los profesores y deberían tomar partido.
4. En el I Estudio sobre la Percepción de los Españoles sobre el bullying, que realizamos junto a Totto, extrajimos datos bastante preocupantes. Por ejemplo, solo 2 de cada 10 docentes se sienten lo suficientemente preparados para combatir el bullying. ¿Qué te parecen estas cifras?
Preocupantes. Está relacionado con la respuesta anterior. Las instituciones están preocupadas de legislar protocolos de actuación pero no sé si están dando todos los recursos que los docentes necesitan.
5. ¿Cuál es el principal mensaje que lanzarías a un madre o padre que está leyendo este artículo y cree que su hijo puede estar sufriendo acoso escolar?
Le pediría que leyera el libro. No es una manera de promocionarme, es que son muchas las cosas que me gustaría decirle. Creo que en el libro están todas ellas.
6. ¿Qué señales nos pueden advertir que nuestro hijo o hija está siendo acosado en el colegio?
Es difícil, pero puede ser sintomático el cambio de rendimiento académico. No solo negativo, también positivo; el positivo puede denotar una necesidad de controlar lo único que puede controlar. La relación con la comida, lo mismo, por exceso o por defecto. El abandono de prácticas deportivas o de ocio que antes le apasionaban. La actitud hacia los hermanos menores o mascotas…
7. Y a todos esos docentes que creen que no están formados o preparados para combatir el bullying, ¿qué consejo les darías?
Que el mero hecho de creer que no están formados ya es una buena señal. Es decir, creo que en la mayoría de los casos los docentes están muy sensibilizados y preocupados. Tanto, que saben que este es un asunto muy serio y por ello concluyen que no están lo suficientemente formados. Pero en mi opinión, se trata de velar por lo que es justo, implementar acciones con sentido común y ser amorosos con los alumnos. Si uno se organiza su día a día en torno a estas tres ideas, acabará encontrando las herramientas.
8. Otro dato de la investigación. 1 de cada 3 adolescentes que ha presenciado bullying miró para otro lado, no intervino. ¿La solución pasa por convencer a esos que miran para otro lado de que tienen que intervenir?
Sí. Y es muy difícil. Tenemos que hacer entender a los compañeros que no tomar partido es tomar partido. Y para ello creo que el único camino es el de proponer actividades de convivencia en el que el alumnado se convierta en mediadores. Para ello creo que puede funcionar la interconexión entre centros. Que los adolescentes vayan a centros donde ya están implementados estos programas y descubran las virtudes de los mismos, que sean sus iguales quienes les animen a desarrollar algo similar en su centro.
9. ¿Cuál es la actitud que tenemos que tomar respecto a los acosadores?
Ayudarlos. Nos necesitan. Creo que es el siguiente paso. Hemos avanzado mucho en materia de prevención y detección temprana, pero creo que el siguiente gran paso es trabajar activamente con el acosador y ayudarle a solventar aquello que quiera que le pasa (y por lo que hiere).
10. ¿Qué papel tienen los medios de comunicación, la publicidad, la sociedad en general…? ¿Crees que somos una sociedad violenta que promueve este tipo de actitudes?
Creo que somos una sociedad bipolar. ¡Es broma! Quizá no es una definición muy acertada. Lo que quiero decir es que por una parte vemos un sector de la población cada vez más violento, más agresivo, más sexualizado. Y de otra, vemos jóvenes absolutamente sensibles, comprometidos con el cambio climático, con las injusticias, respetuosos con las elecciones de los demás… De modo que ambas cosas están ocurriendo. Y sí, creo que la parte violenta tiene que ver con lo que los medios de comunicación y los políticos están transmitiendo. Pero soy tremendamente optimista -entre otras cosas porque la realidad que vivo en los centros educativos me permite serlo- y estoy convencido que la luz se apoderará de la oscuridad.