En el evento de Gestionando Hijos que tuvo lugar en Madrid el pasado año, la doctora Marian Rojas, médico psiquiatra y autora del libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”, realizó una ponencia que ha tenido una magnífica repercusión en redes sociales (más de 750.000 visitas en YouTube).
Muchísimas madres y padres han visto ya la ponencia sobre “Cómo educar para que les pasen cosas buenas a tus hijos”. Y, entre las tantísimas respuestas que hemos recibido en nuestro canal de YouTube, hay algunas cuestiones que nos han llamado la atención.
En uno de los comentarios una madre comentaba lo difícil que es educar a los niños y niñas en el buen uso de las nuevas tecnologías cuando veían a su padre hacer un uso abusivo de las mismas. Esto no es algo puntual, es una preocupación que comparten muchos padres y madres. El ejemplo que damos es fundamental en la educación de nuestros hijos, y desde Gestionando Hijos no nos cansamos de recordarlo.
Por eso hemos trasladado esta cuestión a la psicóloga Úrsula Perona, que ha escrito la siguiente reflexión al respecto.
Educar en el buen uso de la tecnología a nuestros hijos es un verdadero reto. La sociedad entera nos empuja en una dirección, y parece que debemos luchar contracorriente. Sabemos que no es conveniente que tengan móvil antes de los doce, pero “todos sus amiguitos lo tienen”, “no queremos que quede desplazado”. Además, “mejor si cuando sale lleva el móvil porque así nos puede avisar si pasa algo”. Argumentos de este estilo desmontan rápido nuestro deseo.
También somos conscientes de la necesidad de regular las horas de uso de la tecnología, pero desbordados por el día a día recurrimos algún rato a la niñera electrónica “para que se entretenga y me deje hacer cosas”.
Y qué decir respecto a los videojuegos: sabemos del negativo impacto que tienen los videojuegos violentos, y que es necesario respetar las recomendaciones por edad, pero topamos nuevamente con argumentos muy potentes: “Todos mis amigos lo tienen” y “¡¡mira cómo son los recomendados para mi edad!!”. Y ciertamente es que los recomendados para su edad son insulsos, aburridos e infantiloides. Así que acabamos mirando un poco a otro lado y adelantando un par de años (siendo generosos) el acceso a ese videojuego que en realidad sabemos que no es adecuado para él.
No es una lucha fácil. Y todos los que tenemos hijos lo sabemos.
Además, aparece un hándicap añadido. Nosotros mismos nos convertimos en mal ejemplo muchas veces: miramos el móvil en la mesa, pasamos demasiado tiempo enganchados a las redes sociales, o nos excedemos en el uso de los videojuegos.
Desde ahí, desde el mal ejemplo que les damos, es aún más difícil ponerles límites. Educamos más con lo que hacemos que con lo que decimos. Ya lo decía la Madre Teresa de Calcuta: “No hace falta que tu hijo te escuche, te mira todo el tiempo”.
Así que es necesario repensar el uso que nosotros mismos hacemos de la tecnología para poder ser un modelo adecuado para nuestros hijos. Porque además, lo que no es bueno para ellos, tampoco lo es para nosotros. Si tenemos una dependencia de las redes sociales, si estamos demasiadas horas pegados a la pantalla, si no podemos dejar de consultar el móvil cada momento como verdaderos adictos… algo nos está pasando.
Tal vez, en este caso la reflexión venga de abajo a arriba: ser conscientes de que lo que no es bueno para ellos, tampoco lo es para nosotros. Y que eso nos dé la oportunidad de mirarnos hacia dentro y mejorar: para nosotros, y para ellos.