“Era el año 1794 cuando un niño de nueve años se sometió a una intervención quirúrgica para que le extirparan un tumor. Todavía no se habían descubierto los antibióticos ni tampoco había anestesias químicas para controlar el dolor. Todo lo que se podía ofrecer al niño era un cuento para ayudar a distraer su atención. Le explicaron una historia tan fascinante que cuando terminó la operación juró no haber sentido ningún tipo de molestia. ¿Es posible que un relato pueda ser tan poderoso? Para ese niño lo fue. Dieciocho años más tarde escribió él mismo un cuento. Ese muchacho se llamaba Jacob Grimm y su historia se titulaba Blancanieves.”
Con este sugerente caso real que muestra el enorme poder de los cuentos, comienza Begoña Ibarrola, psicóloga infantil y autora de libros como Cuentos para educar a niños felices y Cuentos para sentir, su estudio “Educación emocional a través del cuento”.
Para esta experta, los cuentos nos ayudan a fomentar todas las facetas de la inteligencia emocional, como la conciencia de nuestras propias emociones. “Leer nos ayuda a imaginar, imaginar nos ayuda a comprender nuestra realidad. En muchos cuentos sentimos emociones muy fuertes, como por ejemplo el miedo, y podemos aprender a controlarlo desde una distancia de seguridad, por eso permiten el entrenamiento en autocontrol”, asegura Begoña. “En casi todos los relatos, los protagonistas tienen que pasar dificultades, y solo cuando son capaces de superarlas, encuentran lo que buscan o solucionan sus dificultades. La capacidad de reconocer las emociones de los demás es otra de las sagradas misiones de la lectura“, apunta Begoña.
Leer cuentos a nuestros hijos es muy importante para el desarrollo de su inteligencia emocional, pero tiene más beneficios: mejorar su atención y memoria, les enseña nuevo vocabulario, potencia su creatividad, despierta el amor por la lectura…
Es por eso que hemos puesto en marcha la sección ‘Buenos cuentos’, en la cual cada semana una persona reconocida por su vinculación con el mundo de la educación nos contará uno de los cuentos que lee o ha leído en alguna ocasión a sus hijos. De esta forma, entre todos, iremos compartiendo historias maravillosas.
Inauguramos esta sección con la psicóloga Úrsula Perona.
Las 4 preguntas básicas al terminar un cuento
Como hemos dicho antes, los cuentos desarrollan la inteligencia emocional de nuestros hijos, fomentan su creatividad… Pero, además, los cuentos aportarn valores. Pero, ¿cómo podemos trabajar estos valores con nuestros hijos? A través de 4 preguntas que deberíamos hacerles a nuestros hijos al terminar de leerles un cuento.
–Pregunta 1: ¿Cuál es el personaje que más le ha gustado (uno o varios) y qué tenía para que le gustase más que otros? Observaremos los valores a los que da importancia nuestro hijo o hija y nos facilitará poder conocerles más.
-Pregunta 2: ¿Cambiarías algo de ese cuento? Esta será una conversación muy interesante para despertar su creatividad y su capacidad de resolución de conflictos.
-Pregunta 3: ¿Qué harías tú si fueses ese personaje que has elegido? Puede que nos sorprendan contando algo que les ha ocurrido en el cole o con amigos y que no han sabido contarnos de otra manera antes. Seguramente ser otro personaje les dará libertad para pensar de una manera distinta y reaccionar como no se vieron capaces.
-Pregunta 4: ¿Se parece algún personaje a mamá, papá, los abuelos, algún amiguito? De esta forma descubriremos cómo nos ve nuestro hijo. Qué es lo que más valora de su entorno, qué cosas le gustan menos.
Seremos los mejores narradores de historias cuando seamos capaces de acercar la fantasía que se despierta de un cuento a la luz de una lámpara de noche, a la expectativa de hacer posible aquello que perseguimos. Y cada vez estaremos más cerca de conseguirlo… si nos lo proponemos.