Mucho se habla de lo duro que resulta el confinamiento para madres y padres con niños pequeños. Una auténtica hazaña teniendo en cuenta lo activos que son los niños a esas edades. Si la calle se les queda pequeña, no queremos imaginarnos un piso cerrado. Pero, ¿y el confinamiento con adolescentes?
Es justo en la adolescencia cuando los jóvenes empiezan a desligarse poco a poco de nosotros, sus padres, prueban el sabor de la independencia, comienzan a salir, a conocer gente, a enamorarse, a dejar de ser niños… Y, de pronto, sin previo aviso, se han visto privados de esa reciente libertad, encerrados entre cuatro paredes con sus padres, las personas con las que ahora sienten que conectan menos que con ninguna otra persona del mundo.
Es el escenario perfecto para que surjan conflictos, rencillas…
En este vídeo, el psicólogo y docente Ángel Peralbo, autor de libros como: “Adolescentes: tu hijo no es tu enemigo” o “El adolescente indomable” nos ofrece algunas claves para conseguir una convivencia positiva.
Claves para una convivencia positiva con tu adolescente
- Hacer un esfuerzo por conectar con ellos. Aunque ya no son niños pequeños, que necesitan de nuestra ayuda constante, los adolescentes siguen necesitándonos. Hagamos un esfuerzo por buscar esa conexión, aunque no nos lo pongan fácil.
- Observemos. Si les miramos con detenimiento podemos sacar mucha información. Usémosla para reflexionar, pensar cómo o cuál es la mejor forma de acercarnos a ellos.
- Hablar. La comunicación es fundamental. Pero busquemos el momento. No cualquier momento es el adecuado para criticar una actitud que no nos ha parecido correcta. Tan importante es la forma en la que se lo comuniquemos como elegir el momento adecuado.
- Estar disponibles. Seguramente se hayan aislado dentro del aislamiento y pasen muchas horas en su habitación, a solas. Cuando salgan y necesiten hablar o estar en familia, debemos estar ahí para ellos. No debemos reprocharles que lleven tres horas encerrados mientras el resto compartíamos una película en el salón.
- Mirada positiva. Aunque a nadie nos guste esta situación, intentemos verla como una oportunidad de aprender cosas de nuestros hijos, conocerles mejor y mejorar nuestra relación. De esta forma, saldremos reforzados de ella.
- Pongámonos en sus zapatos. ¿Cómo estarías tú si fueras adolescente y te hubieran privado de tu recién estrenada libertad encerrándote con tu madre y tu padre? Aunque este tiempo nos quede lejos, intentar recordarlo a lo mejor nos ayuda a entender mejor cómo se sienten ellos ahora.
- Tengamos un plan. Pensemos que queremos sacar de todo esto. Si estamos todo el día de malas, discutiendo, reprochando, el fruto de este confinamiento será negativo. Si, en cambio, elegimos qué batallas luchar y somos empáticos con los que nos rodean y no perdemos de vista el objetivo (salir más conectados de esto), nos será mucho fácil conseguirlo.