Los cuentos, como toda obra literaria, son en sí mismo educativos, un instrumento que permite a niñas y a niños ir construyendo su comprensión del mundo, un instrumento socializador y transmisor de valores, normas sociales…
Y como es lógico, en los cuentos, a menudo, se visibilizan “imágenes” de lo femenino y de lo masculino con las que los más pequeños aprenden a identificarse y a construirse.
Adela Turín es una historiadora y escritora italiana que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar los sesgos sexistas en los cuentos y, con el fin de erradicarlos, creó una colección de libros infantiles llamada A favor de las niñas, con el objetivo principal de construir un mundo mejor, más igualitario, libre de estereotipos sexistas y discriminación.
Arturo y Clementina es quizás uno de sus cuentos más reconocido a nivel mundial.
Por eso hemos puesto en marcha la sección ‘Buenos cuentos’, en la cual cada semana una persona reconocida por su vinculación con el mundo de la educación nos contará uno de los cuentos que lee o ha leído en alguna ocasión a sus hijos. De esta forma, entre todos, iremos compartiendo historias maravillosas.
En esta ocasión es la educadora social Marina Marroquí quién ha querido narrarnos Arturo y Clementina.
Formando una identidad segura
Un mensaje muy interesante que plantea el cuento de Arturo y Clementina es la necesidad de formar nuestra propia identidad, de conocernos y respetarnos tal cual somos. Algo que debemos transmitir a nuestros hijos e hijas si queremos evitar que, por el mero hecho de complacer o adaptarse a otro o a una determinada situación, acabe anulando su propia identidad y personalidad.
Leer con los niños este cuento y mostrarles la infelicidad de Clementina al no hacer lo que quería, al verse obligada a callar por miedo a no decir lo apropiado, a llevar una vida que la vuelve infeliz, permite hacerlos reflexionar sobre la necesidad humana de conocerse y respetarse a uno mismo para luego poder, entonces, buscar a otro que nos complemente y que jamás nos anule. Algo fundamental en el momento que vivimos. ¿No os parece?