La adolescencia (con Eva Bach), la gestión de las emociones (con Begoña Ibarrola), el papel de los padres en la educación y crianza de sus hijos (con Papás Blogueros) y la apuesta por el humor para educar mejor (con Carles Capdevila) fueron los temas centrales de la segunda parte del encuentro de Gestionando Hijos en Barcelona, que reunió a unas 800 personas y que fue trending topic. Puedes leer la primera crónica aquí.
A la vuelta del brunch, Leo Farache y Glòria Serra presentaron a Eva Bach, pedagoga que nos habló de la adolescencia y que empezó su intervención con una frase provocadora: “La adolescencia es terrible…. Terriblemente maravillosa”. Eva Bach nos habló de que los adolescentes (los que están creciendo) necesitan padres y madres plenamente adultos (ya crecidos). “Para adolescentes ya están ellos”, nos dijo. Representó la adolescencia como una montaña de 12 a 20 años en las que se dan una subida con cambios fisiológicos, una cumbre de rebeldía con cambios psicológicos y un descenso a la tranquilidad o madurez con cambios sociales. Como resumía Bea Mamadedos en Twitter, el camino de la adolescencia pasa por las fases de: “Acatar, dudar, discrepar, discutir dialogar, respetar, calmar”. Eva nos brindó una mirada muy positiva sobre la adolescencia, que solemos ver como una enfermedad “pero es el despertar a la vida, al amor,a la sexualidad,a uno mismo y a los otros”. Por eso, el hilo conductor de la ponencia de Eva fueron las letras de la palabra ADOLESCENCIA: A de adultos (necesitan adultos que les guíen y que sean “emocionalmente competentes para poder ayudar a sus hijos adolescentes”, adultos generosos que les acompañen en su despertar vital), D de despertar (a la vida y a los demás), O de Ohhhmmm (una idea que desató muchas risas, pues Eva considera que los padres de los adolescentes necesitamos relajarnos), L de límites (Eva incluso nos
contó que conocía el caso de adolescentes dolidos porque sus padres no les ponían hora límite de llegada a casa y eso les hacía pensar que no les importaban a sus padres, o las palabras de su propio hijo, que le pedía que le reprendiera si hacía algo mal, por lo que Eva Bach señalaba que “los límites en la adolescencia han de ser razonables, flexibles y revisables son muestra del amor y de que nos importan), E de empatía (ponerse en el lugar del adolescente y aprender a descifrar el mensaje oculto de lo que dicen, aunque, confesaba entre risas de los asistentes “sería genial que los adolescentes nos vinieran subtitulados”), S de sueños (hay que educarles en la capacidad de soñar y volar alto, pero con los pies en el suelo), C de confianza (en ellos y en su bondad), E de eficacia comunicativa (con mensajes claros, concisos, empáticos y asertivos), N de negociación (es imprescindible pactar condiciones con los adolescentes), C de cerebro (el cerebro del adolescente es como la traca final de unos fuegos artificiales, con una profusión de conexiones neuronales), I de infancia (una buena adolescencia comienza en la infancia, no podemos dormirnos ni acortar o erotizar la infancia) y A de alegría (porque la adolescencia es una oportunidad de crecimiento para todos). “Donde hay adolescentes hay vida”, concluyó Eva Bach en una ponencia que entusiasmó al público por su tono tranquilizador.
Begoña Ibarrola, conocida autora de literatura infantil nos habló de gestión emocional y comenzó su intervención con unas palabras de Pitágoras: “Educar no es dar carrera para vivir sino templar el alma para las dificultades de la vida”. “Ser feliz no equivale a estar alegre”, nos comentó Begoña, que apostó por la gestión emocional para “prevenir trastornos, saber
lidiar con la frustración y con el miedo”. “La gestión emocional les ofrece recursos para enfrentarse a los problemas, ver el lado positivo de la vida sin negar lo negativo”, nos comentaba Begoña, que definía esta expresión como “capacidad para controlar y encauzar adecuadamente las emociones e impulsos perturbadores”. Begoña nos recordó que somos seres que sensibles antes que pensantes, pues el feto ya siente emociones en el vientre de su madre. La experta reivindicó el derecho a sentir emociones como el enfado, pero sin agredir ni insultar: “Hay que ofrecer estrategias para liberar emociones”. Las emociones nos ofrecen información valiosa: “son reacciones y respuestas a distintas situaciones de la vida. Cada emoción nos marca una dirección”. Para Begoña, padres y madres debemos aprender a “no descalificar las emociones de nuestros hijos”, tampoco a bloquearlas o reprimirlas. Todas las emociones mal gestionadas, nos recordó, tienen su peligro: la alegría puede llevar a la manía, la tristeza a la depresión. Ante la alegría, celebrar con ellos, ante la tristeza, consolar, ante el miedo, darles confianza y no ridiculizar, ante el enfado, buscar las causas y encauzarlo que no generen violencia. En definitiva, Begoña nos invita a enseñar ‘a nuestros hijos a nombrar las emociones y sentimientos, para acompañarles’, algo en lo que quizá los adultos tampoco tengamos mucha experiencia, según Ibarrola: “Hasta para los adultos resulta complicado poner nombre a las emociones. La alfabetización de las emociones es una tarea pendiente” nos dice Begoña Ibarrola. La experta también nos invita a que “enseñemos a nuestros hijos a tolerar la frustración y buscar soluciones y las oportunidades”. Begoña concluyó diciendo que “todos los momentos son oportunidades de gestión emocional y que “los niños tienen que sentirse seguros y acompañados, sin juzgar las emociones”. Su intervención acabó con una cita: “Educar la mente sin corazón no es educar en absoluto” (Aristóteles).
Tras la intervención de Begoña, Álvaro Bilbao y Fernando Botella subieron al escenario a hablar de la película de Disney “Del Revés (Inside Out)” sobre emociones. La propia Begoña Ibarrola nos contó que el cine puede ofrecer una herramienta muy interesante de entrenamiento emocional.
Llegó el turno de los Papás blogueros, que rompieron con la idea de padrazo (mostrando titulares sobre padres famosos que llevan a sus hijos en brazos, o que son padrazos porque compran pañales…) y apuestan por la paternidad implicada. Los Papás blogueros nos preguntaron “Si seguimos aplaudiendo actos normales como q el padre cambie el pañal al hijo, ¿cómo vamos a cambiar esta sociedad machista?”. Pau Almuni, Carlos Escudero y David Lay nos preguntaron cuántos sabíamos la dosis de Apiretal, qué es un
percentil, cuál es la talla de zapatos de nuestros hijos, cómo se llama el pediatra de tus hijos, cómo se llama el hermano de Peppa Pig, un test de peternidad que provocó muchas risas… Y, frente a la idea de que los padres tienen superpoderes, nos emocionaron diciendo que “los niños sí que tienen superpoderes, tienen el don de no guardar rencor”. Y nos regalaron esta reflexión: “Papás, si llegáis a casa antes fliparéis de todo lo que podéis vivir. No os escondáis”
El encuentro tocaba a su fin con el elogio al humor para educar mejor de la mano de Carles Capdevila, periodista y director del diario Ara, que nos provocó risas diciendo cosas como: “Si quieren ver la diferencia entre adolescentes y niños, que vengan a casa; 2 hijos me abrazan y 2 no” o “Después de 19 años de padre ya sé la diferencia entre epidural y apiretal”. Una de las cosas más importantes que ha aprendido siendo padre es la teoría de la relatividad: con el primer hijo esterilizaba el chupete todo el rato y con el segundo lo lavaba con el
grifo. Para Carles Capdevila, educar debe ser “espabilar a los pequeños e intentar controlar a los mayores”. Y para ilustrarlo nos contó la extraña conversación que tuvo en una tienda con un paquete de pañales y uno de compresas. Al de pañales les decía: “Qué ganas de perderte de vista”. Y al de compresas, en cambio: “¡A ti no! ¡Tú ven puntual todos los meses!”. Carles Capdevila nos hizo reír afirmando que “un adolescente es un ser sin ningún peligro, porque se pasa todo el día en ningún sitio con nadie haciendo nada”. Apelando al sentido común frente a conflictos como las rabietas, Carles nos contó cómo un niño pedía una piruleta y no se la daban, lloraba y no se la daban, pataleaba y no se la daba y se llegó a poner morado del berrinche y se la dieron. Por eso, Carles, poniéndose en la piel de ese niño, aseguraba que este diría a los amigos “Me ha tocado una familia en la que debo jugarme la vida para conseguir una piruleta”. Carles Capdevila cree que “a veces olvidamos lo básico: espabilar, vigilar y divertirnos”. Y por eso recomienda “sentido común, del ridículo, del deber, moral y sobre todo, sentido del humor”. Carles quiso concluir subrayando que “educar a mis hijos es lo más importante que haré por la humanidad” y advirtiendo de que “educar cada día es más difícil, pero todavía no es imposible. Empecemos cuanto antes”
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