Un futbolista del Betis se pinta las uñas de negro y arden las redes sociales

Desde que se sucediera el asesinato de George Floyd a manos de un policía estadounidense, las redes sociales en todas partes del mundo echan humo. Los actos y reivindicaciones denunciando el racismo y la discriminación que sigue estando presente en tantísimos países han sido los protagonistas de los últimos días. Fotos en negro publicadas en redes sociales, trending topics mundiales como #BlackLivesMatter, miles y miles de vídeos y mensajes de denuncia…

Y entre todos estos mensajes, de repente en España se reaviva la polémica a causa de un pequeño acto de un futbolista haciendo su propia reivindicación respecto a este tema. Se trata de Borja Iglesias, jugador del Betis, que se pintó las uñas de negro para rendir su particular homenaje a George Floyd y, como él mismo expresó en sus redes sociales,  como “forma de concienciarme y luchar desde mi posición contra el racismo”.

Y de repente, tras darse a conocer este pequeño acto de Borja Iglesias, los insultos y comentarios en redes sociales (especialmente Twitter) no se hicieron esperar: “Maricón”, “Rescisión de contrato y que se vaya al Sevilla”, “Maricones en mi equipo no, gracias”, “Cuidado, Borja, que vas perdiendo aceite y podrías resbalarte”, y así muchos más.

¿Por qué molesta tanto que un hombre se pinte las uñas?

Al ver toda esta polémica en Twitter se me vinieron a la cabeza muchas preguntas, la primera la que encabeza este párrafo: ¿por qué molesta tanto, en pleno siglo XXI, que un hombre se pinte las uñas? Pero también, ¿por qué se sigue utilizando “maricón” como un insulto, como forma de desprestigiar a un hombre? ¿Existe alguna relación directa entre pintarse las uñas y ser homosexual? Y, en el caso de que un futbolista fuera homosexual, ¿por qué los seguidores de su equipo se sienten ofendidos e incluso piden que se le “rescinda el contrato”?

Para intentar encontrar respuestas a todas estas preguntas tenemos que reflexionar sobre el concepto de “masculinidad” y todo lo que esto implica.

Nuria Varela, periodista, escritora y experta en feminismo y violencia de género, explica en su libro “Feminismo para principiantes”, que tanto la identidad masculina como la femenina se construyen socialmente y se basan en mandatos exigidos a hombres y mujeres dependiendo de la cultura en la que vivan y se desarrollen. En otras palabras, “los hombres deben comportarse según esté definida la masculinidad en su cultura”. Y, por supuesto, lo mismo ocurre con las mujeres.

Estos mandatos o estereotipos de género se asumen principalmente durante el proceso de socialización en el que niños y niñas interiorizan qué significa en su sociedad “ser hombre” o “ser mujer”. De esta manera, desde que los bebés nacen (o incluso antes), los adultos ponemos sobre ellos y ellas expectativas que esperamos que cumplan según el sexo con el que nacen.

De ellos se espera que sean rudos, activos, líderes, inteligentes; de ellas, que sean dulces, sensibles, tranquilas. Ellos azul, ellas rosa. Ellos que jueguen con cochecitos y figuras de acción, ellas con cocinitas y barbies. Y en esta adjudicación dicotómica de roles, el fútbol queda reservado para ellos. ¿No?

Si bien es cierto que muchos de estos estereotipos cada vez están más superados, también lo es que queda mucho camino por recorrer. Como sociedad, muchas personas vamos dejando atrás eso de que hay juguetes, deportes, actitudes o comportamientos “de chicos o de chicas”, pero eso no quiere decir que en el conjunto general se hayan desterrado por completo. Y muestra de ello han sido las reacciones ante las uñas pintadas de Borja Iglesias.

Por otra parte, también es importante detenernos en cómo se le ha insultado y en qué se han centrado las críticas. Si vemos a un hombre, referente en un campo relegado históricamente al sexo masculino como es el fútbol, que tiene una actitud considerada por la sociedad como “femenina”, rápidamente se ataca su masculinidad, se le lanzan insultos por su falta de “hombría” y automáticamente se le tilda de homosexual. Es decir, lo que se considera “femenino” u “homosexual” lleva implícitas connotaciones negativas. Deberíamos detenernos a reflexionar sobre esto.

Qué podemos aprender y debemos enseñar a nuestros hijos e hijas de la polémica de Borja Iglesias

  • Que las etiquetas nos limitan. Y nosotros no queremos que ni las etiquetas, ni los estereotipos limiten a nuestros hijos e hijas, queremos que desarrollen todo su potencial y su personalidad, que sean quienes ellos elijan ser y no se dejen llevar por las expectativas de género.  “Los estereotipos de género nos clasifican en cajitas rosas o azules sin atender a nuestros gustos, nuestras habilidades, o nuestras opiniones”, afirma Alba Alonso, creadora de Realkiddys, en este artículo.
  • Que ni el fútbol es un terreno reservado para los hombres, ni que te guste el fútbol te hace “menos femenina”. Iria Marañón, autora de “Educar en el feminismo” y “Educar a un niño en el feminismo”, nos contaba en una entrevista que “seguimos educando a los niños en la masculinidad hegemónica, y estamos totalmente equivocados. Hay muchos tipos de hombres, y se puede ser un hombre siendo complaciente, llorando, siendo débil, vulnerable. Muchos hombres no se sienten identificados con este modelo de hombre y no cumplen con estos cánones de la masculinidad hegemónica. Hay que liberarlos a ellos también”.
  • Por eso, pintarse las uñas, ponerse una falda o maquillarte no te convierte automáticamente en homosexual, ni te hace “menos hombre”, ni es razón para sufrir un aluvión de críticas e insultos.
  • Que ser homosexual, o sea cual sea la condición sexual de una persona, NUNCA puede ser razón para su menosprecio, discriminación o acoso.
  • Que no solo tenemos que educar a nuestros hijos en una masculinidad igualitaria, sino que tenemos que desterrar la homofobia y el machismo tanto de la educación que les damos como de nuestro propio imaginario (las palabras que usamos, las formas en que les halagamos, los juguetes que les compramos…).
  • Aunque este artículo se centre en reflexionar sobre las críticas que ha recibido Borja Iglesias por un pequeño acto como ha sido pintarse las uñas, no podemos dejar a un lado todos los mensajes de apoyo que, también por redes sociales, ha recibido el futbolista por ello. Esto también es muy importante que se lo enseñemos a nuestros hijos e hijas.
  • Y no podemos olvidarnos del motivo principal de la acción de Borja Iglesias. Todas estas críticas nos han hecho mover el foco de atención, que debería haber estado centrado en la reivindicación antirracista, contra la violencia policial y en memoria de George Floyd, un tema muy importante del que sin duda también tenemos que hablar con nuestros hijos e hijas. 

En definitiva, si educamos en el respeto, en la igualdad de género, si desterramos el racismo y la homofobia de la educación de nuestros hijos e hijas, no solo estaremos educándoles en valores y criando a personas responsables y comprometidas con las demás personas de la sociedad, sino que además no les estaremos poniendo barreras. Permitiremos que crezcan, que se desarrollen sin ponerles límites, y que se respeten a sí mismos y a quienes les rodean. ¿Se os ocurre una mejor herencia que dejarles?

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Marina Borràs

Cuando era pequeña me sentaba a diez centímetros de la televisión para ver las noticias todas las mañanas antes de ir al cole. Cuando crecí un poco, se dieron cuenta de que la razón por la que me acercaba tanto al televisor era porque necesitaba gafas, aunque yo prefiero pensar que por aquel entonces ya había encontrado mi pasión: de mayor quería ser periodista. Y así fue. Estudié periodismo y comunicación política, y sigo formándome en los temas que me apasionan: educación, igualdad de género y nuevas tecnologías.

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