En los últimos días ha habido un vídeo que ha recorrido el mundo a través de las redes sociales y en poco tiempo se ha hecho viral. Se trata de un anuncio del gobierno neozelandés que pretende concienciar sobre la visualización de contenidos pornográficos por parte de los menores de edad a través de los dispositivos digitales.
El anuncio comienza cuando un actor y una actriz porno desnudos llaman a la puerta de una casa y les recibe una mujer en bata, con una cara que refleja su sorpresa ante tal escena. Ambos se presentan:
- “¡Hola! Soy Sue, y él es Derek. Estamos aquí porque su hijo nos acaba de buscar en Internet, ya sabes, para vernos”.
La mujer que ha abierto la puerta llama a su hijo, sorprendida aún:
- “¡Matt! Matt, cariño, aquí hay unas personas que vienen a verte”.
- “¿Así que él os ve por Internet?, pregunta la madre a los actores.
- “¡Sí! Ya sabes, en su ordenador, iPad, PlayStation, su teléfono, tu teléfono, Smart TV…” – contestan ambos.
- “Normalmente actuamos para adultos, pero tu hijo es solo un niño. Probablemente no sepa cómo funcionan realmente las relaciones. Nosotros ni siquiera hablamos del consentimiento, vamos directo a ello” – explica la actriz.
- “Y eso no es así en la vida real” – añade el actor.
Entonces aparece Matt en escena, con su ordenador, quien al ver cómo los actores que suele ver en su pantalla le saludan desde su puerta, queda completamente paralizado.
- “¡Hola Mattie! ¿Estás bien?”, le pregunta la actriz porno.
La madre, que lo está observando todo estupefacta, se dice a sí misma: “Vale, Sandra, mantén la calma. Ya sabes qué hacer en esta situación”. Se gira hacia su hijo y espeta:
- “Vale, Mattie. Parece que es el momento de hablar sobre la diferencia entre lo que ves en Internet, y las relaciones de la vida real. Sin juzgar”.
new zealand is brilliant.pic.twitter.com/EO9mpsGvsK
— Darren Ewing (@sadknob) June 13, 2020
En apenas un minuto de anuncio se retrata una realidad que no solo está presente en Nueva Zelanda. Como señala la voz en off al final del vídeo, “muchos menores de edad utilizan el porno para aprender sobre sexo”.
Sobre este tema hablamos hace poco con la psicóloga y sexóloga Lara Avargues, quien señalaba algo que madres y padres no deberíamos ignorar: “La edad media en que los adolescentes se inician en el consumo de pornografía son los 14 años en el caso de los hombres y los 16 en las mujeres; sin embargo, al menos uno de cada cuatro varones ha comenzado a visualizar este tipo de material antes de los 13 y se observa que la edad a la que se empiezan a encontrar estos contenidos se ha adelantado a los 8 años”.
Dejemos atrás los temas tabú
Existen determinados temas que muchas veces nos resulta incómodo tratar con nuestros hijos e hijas. Claramente, todo lo relacionado con el sexo, la sexualidad o la pornografía suele incluirse dentro de este abanico de temas “incómodos”. Y es normal que nos ocurra esto, porque a nosotros nos educaron tratando estos temas como tabúes, algo de lo que no se debe hablar, algo completamente reservado para la intimidad de uno mismo.
La mayoría de nosotros no tuvimos una educación sexual adecuada, pero esto no debe ser un impedimento para que nuestros hijos e hijas la tengan. Y eso está, principalmente, en nuestras manos.
Es muy importante, como nos recuerda el anuncio, que hablemos sobre porno con nuestros hijos, especialmente porque, queramos o no, en algún momento se van a encontrar con este tipo de contenidos. Y a falta de una educación sexual adecuada, serán estos contenidos los que eduquen a nuestros hijos e hijas, los que se instalen en sus cabecitas y configuren determinadas expectativas y paradigmas respecto al sexo, a los cuerpos, los comportamientos, las relaciones…
La importancia de hablar con nuestros hijos sobre porno
Todos los contenidos audiovisuales (películas, series, libros, videojuegos…) participan en el proceso de socialización de las personas. Es decir, mediante la difusión y reproducción de ideales, estereotipos, modelos de conducta, referentes, etc., estos contenidos contribuyen en la conformación de identidades, tanto individuales como colectivas, en las sociedades. Es por eso que no podemos obviar el porno como uno de estos participantes activos en este proceso.
Lo que ocurre con la pornografía y su efecto en los cerebros de los jóvenes es que, a diferencia de las películas de ficción que ven en el cine, y a causa de no contar con una educación sexual previa que les advierta, lo asimilan como una realidad.
En otras palabras, al ver por ejemplo “Spiderman” todos reconocemos que se trata de algo que no es real, es una película y lo que refleja es ficción, y así se lo transmitimos a nuestros hijos. Por lo tanto, no esperaremos poder saltar de azotea en azotea a través de telarañas o escalar muros con la simple ayuda de nuestras manos.
Pero en cambio, esto no suele ocurrir con el porno. Al no asimilarlo como una ficción, se crean expectativas que luego, cuando se inician en las relaciones sexuales, son imposibles de satisfacer. Pero no solo eso, Lara Avargues también hizo referencia a otros efectos muy importantes:
- Aumento de las relaciones sexuales de riesgo. Y no solo hablamos de no tomar precauciones, que también, sino de prácticas que realmente suponen un riesgo para la integridad física de las personas, especialmente de las mujeres. Muchas veces la pornografía fomenta las violaciones, agresiones y abusos sexuales, lo que contribuye a normalizar estas prácticas.
- Presión estética. La falta de diversidad en los cuerpos y la reproducción de un ideal de belleza arquetípico, que otra vez incide especialmente en las mujeres, produce una “distorsión de la imagen que mujeres y hombres” tienen tanto de sus cuerpos como de los cuerpos del sexo contrario.
- La frustración. Este efecto se deriva de los anteriores mencionados. El no poder cumplir con las expectativas, con las prácticas que ven en las pantallas y son impracticables en la vida real, con el ideal de los cuerpos que han asimilado como bellos, les produce frustración, que se sientan inseguros e inconformes con sus cuerpos, que no obtengan satisfacción en sus relaciones, etc.
En definitiva, parece complicado evitar que nuestros hijos e hijas consuman, en algún momento de su vida, estos contenidos que inundan la red. Sin embargo, sí que está en nuestras manos hablar con ellos, explicarles la diferencia entre el sexo virtual y el sexo real, explicarles la belleza que existe en la diversidad de cuerpos, en la diversidad de personas, concienciarles sobre el respeto hacia la persona con la que se tienen relaciones sexuales, hablarles del consentimiento… En nuestras manos está dotar a nuestros hijos e hijas de herramientas para que en un futuro sus relaciones, tanto afectivas como sexuales, sean plenas, sanas y respetuosas, tanto con ellos mismos como con los demás.