La música es una herramienta maravillosa que tiene un potente efecto en nuestros estados de ánimo. Una canción que te llega al corazón puede conseguir que, después de haber reprimido las emociones durante un largo tiempo, por fin puedas llorar y soltarlo todo como quien quita el tapón de una bañera que estaba hasta el límite. Es capaz de que hacerte sentir como pretty woman, walking down the streets tras haber arrasado en una tarde de compras. O de conseguir que te pongas con ganas a darle fuerte a la bicicleta estática mientras notas cómo tus músculos se fortalecen.
Pero el poder de la música no tiene que ver solamente con su efecto en nuestro estado anímico, ni muchísimo menos. La música nos acompaña, nos enseña, refleja los valores, las modas, las particularidades de la sociedad de una determinada época. Y, en calidad de productos culturales que son, influyen en nuestro proceso de socialización y creación de identidades, colectivas e individuales.
Por eso la música que escuchan nuestros hijos e hijas también está influyendo (o puede influir), como pequeñas gotitas de agua que van llenando un manantial, en la creación de su personalidad, en su asimilación de estereotipos, en su aprehensión de valores, en la búsqueda de su yo.
La música puede ser muy educativa
En los últimos años ha estado presente el debate sobre las canciones con mensajes negativos que no podemos dejar que nuestros hijos e hijas asimilen, como por ejemplo aquellas con mensajes profundamente machistas. Pero en el artículo de hoy queremos ver la otra cara de la moneda, queremos proponeros una canción maravillosa con la que:
- Especialmente las mujeres nos podemos sentir identificadas, y más las madres, y que debería servirnos para reflexionar sobre determinadas conductas que tenemos y en qué lugar nos encontramos en nuestra propia lista de prioridades.
- Podemos enseñar y conversar con nuestros hijos e hijas sobre una habilidad súper importante que debemos ayudarles a desarrollar: la asertividad.
La canción de la que os hablamos es la nueva de la gran Rozalén: “Que no, que no”, un canto a la vida y una reivindicación al amor propio que realmente nos ha encantado. Se trata de la banda sonora que la cantante ha compuesto para la película “La boda de Rosa”, de la directora Iciar Bollain.
Si elijo ser mi prioridad
No es cuestión de egoísmo
El tiempo de calidad
Parte dedicado uno mismo.
Y si no me sale del corazón
Voy a aprender a decir que no
Quien bien me quiere lo va a comprender
Yo no nací solo pa’ complacer.
La importancia de entrenar la asertividad
Como os contamos en otro artículo de nuestro blog, la asertividad es “la habilidad social y comunicativa mediante la cual las personas son capaces de expresar sus pensamientos, sentimientos, ideas, etc., de una forma respetuosa con los demás y con uno mismo. Se trata de no ofender ni atacar a los demás, pero tampoco menospreciar o invisibilizar la posición propia en situaciones en las que puede haber un conflicto o se ven vulnerados los derechos, opiniones o individualidades de una persona”.
Es decir, que nuestros hijos e hijas sean asertivos significará que aprendan a decir que NO cuando la situación lo requiere, que no se dejen llevar por la presión de grupo o por una relación (ya sea de pareja, amistad, o cualquier tipo) tóxica. Pero también les hará expresar sus sentimientos e ideas de forma respetuosa con los demás, por lo que los beneficios se verán reflejados tanto en ellos mismos como en las relaciones que forjen.
Por supuestísimo, el ejemplo que demos nosotros en casa va a ser un factor importante a la hora de enseñar a nuestros hijos/as a ser asertivos. Si ellos ven que nosotros somos incapaces de decir que no, de poner límites, que acabamos cediendo ante los demás (a veces, incluso, ante ellos), les estaremos enviando el mensaje de que al final, para no tener conflictos, es preferible dar el brazo a torcer. Aunque sea una injusticia, aunque no te apetezca: les enseñamos a ceder.
Y obviamente hay que saber ceder cuando toca, pero no siempre. Hay situaciones que requieren un NO tajante, y si les decimos que hay que aprender a decir que no, también tenemos que acompañar nuestras lecciones con el ejemplo. Porque ellos aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos.