Al día siguiente de nuestro encuentro en Barcelona, muchos ya nos preguntaban cuándo colgaríamos los vídeos. Aquí está el primero de ellos y empezamos con un plato fuerte. La autora de cuentos y psicóloga Begoña Ibarrola nos habla de una manera brillante de las emociones y de la necesidad de que enseñemos a nuestros hijos a gestionarlas bien.
Begoña Ibarrola empezó su ponencia recordando unas palabras de Pitágoras: “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. Precisamente nos cuenta que a veces confundimos ser feliz con estar alegre y que “podemos descubrir el potencial que tienen otras emociones. A pesar de estar tristes o tener miedo en un determinado momento, tenemos derecho a ser felices y somos constructores de nuestra propia felicidad”. Para eso es importante tener una buena gestión emocional, que” aporta bienestar y ayuda a prevenir trastornos: A medida que enseñamos a nuestros hijos a manejar su mundo emocional, les estamos dando recursos y estrategias para saber qué pueden hacer cuando se sientan atemorizados o tristes, qué potencial tiene esa tristeza pero también cómo ayudarles a salir de esa tristeza (estaremos previniendo una depresión). Les podemos ayudar a ser optimistas, a vivir la vida con ilusiones, a ver el lado positivo de la vida sin negar el negativo”. Pero ¿qué es la gestión emocional? Begoña Ibarrola nos lo cuenta: “La gestión emocional es la capacidad de controlar y encauzar adecuadamente las emociones e impulsos perturbadores. Todos tenemos derecho a estar enfadados, pero como padres y madres debemos decirles: “Cuando te enfades, no debes insultar, pegar, agredir, romper… Puedes hacer otras cosas”.
Nos cuenta Begoña que parece que las emociones se han puesto de moda, pero ella cree que hemos olvidado que “somos seres sensibles antes que pensantes, antes de nacer tenemos un mundo emocional muy rico”.
La gestión de las emociones depende del temperamento (carga genética) y de las experiencias. Por eso, nos dice Begoña, a algunas personas les va a costar más regular las emociones que a otras. Después de hacer un repaso por las principales emociones y ver sus beneficios y el riesgo que podemos correr de no gestionarlas bien, la experta deja claro que es necesario legitimar las emociones que sienten nuestros hijos, acompañar a nuestros hijos, celebrar la alegría, consolar la tristeza, entender el enfado y dar confianza ante el miedo, y no ridiculizar ni reprimir las emociones. En definitiva, para ayudar a nuestros hijos a tener una buena gestión emocional, “primero, deben aprender a nombrar las emociones. Cuando ponen nombre a sus emociones, empiezan a poderlas manejar. Deben aprender a regular, expresar las emociones de manera adecuada. Les tenemos que enseñar a entrar en calma. También necesitamos enseñarles que tienen que aprender a tolerar la frustración, porque se la van a encontrar en su día a día y no la podemos evitar. Y por último, aprender a pensar en positivo. Todas las oportunidades de la vida, del día a día, pueden ser oportunidades de gestión emocional. Como decía Aristóteles, educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”.
Ante las numerosas preguntas del público, Begoña Ibarrola contestó que “La alfabetización emocional es una asignatura pendiente. Hay más de 300 términos para expresar emociones y en los cursos profesores o familias a veces me dicen 10. Es importante poner palabras porque así activamos la corteza prefrontal que es la responsable del autocontrol”. Una madre pregunta cómo enseñarles a tolerar la frustración y Begoña le contesta que “Muchos problemas de no tolerar la frustración se deben a que se reprime el enfado que conlleva. Desde bien pequeños debemos hacerles ver que no todo está en sus manos ni en las nuestras”. Legitimar su enfado y decirles: “Si yo no pudiera ir al parque también estaría muy enfadada, pero no podemos hacer que deje de llover” puede ayudar a que entiendan esto, nos cuenta Begoña. Otra madre pregunta sobre el miedo de su hijo a la oscuridad y Begoña nos recuerda que “una de las primeras necesidades emocionales de todos los seres humanos es confiar en que los adultos que están a mi alrededor me quieren, me protegen y están ahí. Pero la segunda necesidad emocional es la autonomía. Si uno no da el paso hacia la autonomía se resiente su autoestima”.
En el público, una madre cuenta que su hijo pequeño, cuando se enfada, se aísla hasta calmarse. Begoña considera que esa es “una excelente gestión emocional” e invita a que “en los hogares haya un lugar en los que los niños se puedan aislar y calmar solos”. En el aula ella propone que haya tiendas de campaña pequeñas o mesas camilla donde los niños se puedan aislar cuando “no están para nadie”. Por último, Begoña respondió a una mujer que planteó la duda de cómo gestionar el miedo de un niño a la muerte de su madre a raíz de un accidente grave que la madre ya había superado.
No os podéis perder esta ponencia llena de serenidad, sabiduría y grandes ideas para educar mejor.