Úrsula Perona: “Los acosadores escolares no provienen de barrios pobres o de familias desestructuradas. Eso son mitos”

Cuando hablamos de acoso escolar nos estremecemos. A nadie nos gusta pensar en lo que puede estar sufriendo un niño o niña, que está en la edad de disfrutar, experimentar, aprender, conocer…, y en las consecuencias que se pueden derivar de sufrir situaciones así a edades tan tempranas e importantes en el desarrollo.

Sin embargo, no nos estremecemos tanto o al menos no nos afecta de la misma manera pensar en quien ejerce ese bullying. Pero, en estos casos, deberíamos pensar en la teoría del icerberg, de la que nos habla la experta en disciplina positiva, María Soto. El mal comportamiento de un niño o niña es solo la punta del icerberg, aquello que vemos, pero debajo del agua hay muchos motivos que han llevado a que este “acosador escolar” se comporte de esta manera. Y ahí también tenemos que poner el foco.

Sobre estos niños y niñas y las razones de este comportamiento hemos hablado con la psicóloga Úrsula Perona:

Úrsula, no hace mucho que empezamos este curso tan peculiar, y con él, también volvió el bullying, igual que las clases, de forma presencial. Sin embargo, muchas veces no le damos la importancia que se debe a este tema. ¿Cómo se encuentra la situación del acoso escolar en la actualidad? ¿Qué cifras alcanza en España?

Desgraciadamente es así: con la vuelta al cole, también volvió el bullying. No tenemos aún cifras actualizadas del año 2019, imagino que debido a la pandemia que paralizó y retrasó todo. No obstante, los últimos datos con los que contamos, del año 2018, nos hablan de un alarmante incremento de casos de acoso escolar.

De todas formas estas cifras siempre son generosas, pues se basan en los casos denunciados de acoso escolar, y la realidad es que la mayoría de casos nunca llegan a denunciarse.

Se estima que uno de cada cuatro niños sufre bullying (Instituto de estadística de la Unesco, 2018), sin importar la zona del mundo en que nos fijemos o el estatus socioeconómico. Parece que el acoso escolar no entiende de culturas o clases sociales.

1 de cada 4 niños escolarizados sufren bullying… son cifras muy preocupantes. Pero ¿qué ocurre con los que lo ejercen? ¿Existe un perfil de niños o niñas “acosadores”?

Me alegra mucho que me hagas esta pregunta, porque suele ponerse el foco en la víctima de bullying y no tanto en el agresor. Yo siempre digo que en el acoso escolar hay dos víctimas: el niño que lo sufre, y el que lo comete.

¿Qué se esconde detrás del acosador? Pues muy fácil: un niño o un adolescente que lo está pasando mal. Que tiene problemas de autoestima, que no lo está pasando bien en casa, que no se siente integrado o que en el pasado fue él mismo víctima de bullying. En cualquier caso, es un niño que sufre. Y no podemos olvidar eso.

Los estudios nos indican que no hay un “perfil” de acosador. No importa la clase social, los recursos económicos, no provienen de barrios pobres o de familias desestructuradas. Eso son mitos. Hay niños que agreden y acosan en todas las culturas, en cualquier estrato social y en familias de lo más “normales”.

Lo que sí tienen todos en común es que algo no anda bien. Si un niño está feliz, equilibrado, si se siente bien consigo mismo y si tiene habilidades sociales y recursos adecuados para relacionarse, no comete bullying.

¿Y cuáles son estos motivos por los que un niño o niña puede acabar ejerciendo bullying?

Cuando le preguntamos a un niño qué le ha motivado a acosar a otro, la respuesta en un 50% de los casos está relacionada con la canalización de la frustración en forma de violencia. Es decir, son niños que han sufrido acoso, que han sido agredidos, hostigados o que están sufriendo emocionalmente por otras causas. Ya sabéis que la violencia es el antecedente de la violencia. Y que la violencia es una forma de expresión de la frustración.

La segunda razón está relacionada con el humor, con hacer la “gracia” o pasarlo bien a costa de otros. Aquí entrarían las burlas, bromas o humillación.

Por otra parte la búsqueda de reconocimiento social sería el tercero de los factores, ya que aprenden rápidamente que a través de la conducta de ridiculizar y humillar al otro, se obtiene el aplauso o las risas de los demás.

Y curiosamente, hay otra razón: los niños acosan para evitar que les acosen a ellos. Convertirte en el “malote” reduce las posibilidades de convertirte en la víctima.

Úrsula, pero parece que el bullying es algo que siempre ha estado ahí y que no desaparece… ¿Qué podemos hacer desde colegios y familia para revertir esta situación?

La prevención es la mejor herramienta contra el bullying. Desde los colegios es fundamental incorporar programas de prevención que incluyan la inteligencia emocional, la resolución de conflictos o las habilidades sociales.

Es fundamental también tener tolerancia cero, con la violencia, tanto desde casa como desde los centros educativos. Para eso es necesario tener unas normas y valores claras sobre la violencia, y saber trasladarlas al alumnado. Demasiadas veces toleramos en niños y adolescentes conductas que jamás toleraríamos en adultos. Por ejemplo: nunca consentiríamos que un compañero de trabajo nos insultara, nos zarandeara o nos gastara bromas pesadas. Tampoco que nos humillara en redes sociales.

Otro aspecto importante es tener protocolos claros de actuación en los colegios ante casos de bullying. Lamentablemente muchas veces los equipos docentes no saben bien cómo deben actuar ante un caso así.

Y por último asumir la responsabilidad de que el bullying existe. Aceptar que nuestro hijo puede cometer acoso escolar. Asumir que nuestros alumnos pueden sufrir y cometer bullying. No mirar a otro lado como si fuera imposible que nuestro retoño hiciera algo así. O como si en nuestro centro no pudieran darse casos de acoso escolar.

Quizá por miedo a la crítica, a dar una mala imagen o a que nos juzguen, nos cuesta aceptarlo. Y por tanto, responsabilizarnos y ponerle solución. Este es para mi uno de los problemas más grandes para la erradicación del acoso escolar: la negación.

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