Terriblemente maravillosa. Así de provocadora comenzó la ponencia de Eva Bach sobre adolescencia, en la que se planteó el reto de hacernos ver esta etapa vital con buenos ojos. Como hilo conductor de su ponencia, Eva escogió las doce letras de la palabra “adolescencia”, de las que sacó doce ideas clave.
- A de adultos y de adolescentes: Ambas palabras provienen del mismo verbo en latín: adolescere. Adolescente es el que aún está creciendo y adulto es el que está ya crecido. “Los adolescentes necesitan adultos de verdad para guiarles en ese apasionante viaje hacia la adultez que es la adolescencia. Para adolescentes, ya están ellos”, subrayó Eva. La experta representó la adolescencia como una montaña de 11 a 20 años en las que se dan una subida con cambios fisiológicos y biológicos (de 11 a 13 años, en la que acatan bastante, aunque poco a poco empiezan a dudar), una cumbre de rebeldía con cambios psicológicos (de 14 a 16 años, en la que empiezan a discrepar, cuando están en la cima discuten) y un descenso a la tranquilidad o madurez con cambios sociales (de 17 a 20 años, donde vuelven a dialogar, a respetar y a calmarse).
- D de despertar vital. “La adolescencia la vemos como una enfermedad pero en realidad es el maravilloso despertar a la vida, al amor, a la sexualidad, a uno mismo y a los otros. En ese despertar necesitan adultos generosos que los lancen a la aventura de vivir y les permitan tomar las riendas de su vida con pasión y con prudencia y que permitan que entren en sus vidas otros adultos que pueden complementar nuestras funciones, personas que con nosotros conforman esa gran tribu imprescindible para educar.
- O de Ommmmmmm: Esta idea despertó muchas risas del público. “Nos hace muchísima falta que padres e hijos aprendamos a relajarnos, a tomarnos un tiempo muerto cuando estamos alterados y posponer conversaciones hasta que podamos abordarlas desde la calma y el respeto. Necesitamos adultos emocionalmente competentes capaces de tranquilizarse y de ayudar a tranquilizarse a los adolescentes.
- L de límites: “Los adolescentes, aunque no lo parezca, necesitan límites porque los límites significan ‘me importas, me ocupo de ti y de que aprendas a usar bien tu libertad”. Eva incluso nos contó que conocía el caso de adolescentes dolidos porque sus padres no les ponían hora límite de llegada a casa y eso les hacía pensar que no les importaban a sus padres, o las palabras de su propio hijo, que le pedía que le reprendiera si hacía algo mal, por lo que Eva Bach señalaba que “los límites en la adolescencia han de ser protectores, no represores, razonables y razonados, flexibles y revisables son muestra del amor y de que nos importan”. Pero Eva recomendó que los adultos “les permitan quejarse cuando les dicen ‘No’”
- E de empatía: Es necesario ponerse en el lugar del adolescente y aprender a descifrar el mensaje oculto de lo que dicen, aunque, confesaba entre risas de los asistentes “sería genial que los adolescentes nos vinieran subtitulados, pero como no nos vienen subtitulados tenemos que poner los subtítulos nosotros. Por ejemplo, que cuando nos dicen “Déjame en paz” debemos saber que en realidad dicen “me desahogo contigo porque tengo muchos miedos, muchas tensiones y sé que tu amor es incondicional”.
- S de sueños: “Hay que educarles en la capacidad de soñar y volar alto, pero con los pies en el suelo. Los adultos debemos dar la bienvenida a los adolescentes, a sus sueños, a sus ideas, a sus creaciones, a sus dudas, a sus errores”. Los adolescentes, nos dijo, necesitan adultos optimistas.
- C de confianza, en ellos y en su bondad, en su potencial y en sus maravillas. “Necesitan adultos capaces de ver su potencial aunque esté enmascarado por la efervescencia. La confianza es el mejor abono para su talento”.
- E de eficacia comunicativa: Basada en tres competencias emocionales básicas: la empatía, la escucha y la asertividad. Eva Bach subrayó dos requisitos para la buena comunicación con los adolescentes: “mensajes breves y claros (el corazón recuerda palabras o frases, no parrafadas) y aprovechar contextos naturales de comunicación”, no usar el “tenemos que hablar” porque se temen un sermón. Debemos emitir mensajes positivos que hagan que el o la adolescente se sienta digno o digna de ser querida como es y por lo que es.
- N de negociación: “es imprescindible pactar condiciones con los adolescentes sobre el qué, el cómo, el dónde y el cuándo y establecer condiciones si no se cumple lo pactado”. Para Eva, lo importante es escuchar las necesidades, las opiniones y los deseos de cada cual: “¿Cómo nos sentimos? ¿Qué podríamos mejorar? ¿Qué necesitamos cada uno para sentirnos mejor? ¿Cómo podemos ayudarnos?”. Los adolescentes necesitan adultos que les den voz de forma progresiva ya desde la infancia.
- C de cerebro: “Al llegar a la adolescencia se produce un gran estallido de conexiones cerebrales. Es como una traca final de un castillo de fuegos. Los adolescentes necesitan adultos que les ayuden a hacer una poda de estas conexiones: con cuáles se tienen que quedar y cuáles tienen que desestimar”. Eva nos contó que” la materia blanca, responsable de las emociones, está hiperexcitada en la adolescencia, y la materia gris, responsable de la reflexión, no ha culminado su proceso de maduración, que parece que termina sobre los 25”. Por eso, Eva afirma que los adolescentes necesitan que los adultos, que no sean grises, deben poner un toquecito de gris para “calmar su explosión multicolor”.
- I de infancia: “La buena adolescencia comienza en la infancia. No debemos tener miedo, pero tampoco dormirnos. Todo lo que hace falta en la adolescencia empieza en la infancia: la empatía, la ternura, la escucha amorosa, la asertividad, la negociación, los límites, escuchar desde el corazón, abrir nuestro corazón, que nos muestren el suyo”. Eva nos advirtió que no podemos anticipar aspectos propios de la adolescencia: “se está produciendo un aspecto preocupante: se está adelantando la adolescencia y acortando la infancia
- A de alegría: Eva confiesa que se encuentra muchos padres de adolescentes tristes porque sienten que han perdido para siempre a su niño o a su niña. Están poseídos por un síndrome “yo antes tenía un osito de peluche y ahora tengo un cactus”. Esto despertó muchas carcajadas del público. Eva Bach les suele decir que “en el peor de los casos tienen una ostra cerrada con una preciosa perla dentro esperando que alguien la descubra”. Cada adolescente es una segunda oportunidad (la primera es cuando nacen) para oxigenar, poner orden, crecer todos. El 90% de las adolescencias terminan bien, nos recordó Eva.
“Donde hay adolescentes hay vida”, concluyó Eva Bach.
Las preguntas se centraron en la diferencia entre negociación y chantajes, en cómo actuar cuando la situación ha estallado y en el despertar sexual.
No podéis perderos esta ponencia que entusiasmó al público por su tono tranquilizador.