Arranca septiembre y muchos y muchas recibimos con aburrimiento y pocas ganas la no deseada vuelta a la rutina. Pero aunque el verano es una época maravillosa, en la disfrutar a tope del tiempo libre, todos los expertos inciden en la importancia de la rutina para educar a nuestros hijos por una razón principal: la rutina da seguridad al conocer qué pasará después.
“Establecer buenas rutinas ayuda a los padres a desarrollar beneficios a largo plazo en la familia: seguridad, un ambiente más relajado, confianza y habilidades para la vida”, señalan Jane Nelsen, Lynn Lott y Stephen Glenn en el libro Disciplina positiva de la A a la Z. “Los niños y niñas tienen una oportunidad de centrarse en las necesidades de la situación: hacer lo que hay que hacer en cada momento. Los niños aprenden a ser responsables de su propio comportamiento, a sentirse capaces y a cooperar en la familia”. Los autores aseguran que los niños “disfrutan de las rutinas y responden de manera favorable a ellas. Cuanto menor es el niño más reconfortante resulta la rutina”. Y además si establecemos bien la rutina el beneficio para los padres es claro: “Una vez se establece una rutina, esta es la que manda y los padres y madres no necesitan demandar continuamente ayuda”.
Estos expertos recomiendan a los padres y madres crear con los hijos, incluso con niños y niñas de dos años, listas de actividades necesarias para completar una rutina determinada, por ejemplo, prepararse para ir al colegio. Y creen que es buena idea dejar que los hijos elijan el orden de cada una de las actividades que han de completar (desayunar, vestirse, preparar la mochila, asearse…). Como propone Sapos y Princesas, esta lista de tareas se puede convertir en un planning diario que coloquemos en la pared del cuarto de nuestros hijos o hijas para recordar las tareas diarias e indicar cuáles se han hecho y cuáles quedan pendientes. Nelsen, Lott y Glenn proponen crear un mural de rutinas con fotos de nuestros hijos realizando las tareas indicadas. Una vez hecho el mural, los niños se mostrarán más cooperativos que si les decimos todo el rato lo que tienen que hacer.
En disciplina positiva es muy importante (también en el diseño de rutinas) llegar a acuerdos, tener en cuenta al hijo e hija y la amabilidad, pero también es importante la firmeza y el seguimiento de lo acordado. De modo que si nuestro hijo o hija no sigue lo acordado en la lista de tareas que hemos elaborado y ordenado con ellos y que aparece en el mural que hemos creado juntos, simplemente habrá que decirles, sin sermones: “¿Qué pone en el mural que hicimos juntos?”. Precisamente la idea de hacer equipo y de colaborar hace que la rutina se afiance mejor: la limpieza de la casa, la preparación de la cena (incluso el diseño del menú semanal), la compra…
Quizá septiembre sea un buen momento para plantearnos el reto (¡cómo nos gustan los retos!) de volver a la rutina con ilusión, orden, colaboración de toda la familia y con amabilidad. Y de hacer esta vuelta a la rutina un momento de negociación, de trabajo en equipo para diseñar el orden de las actividades y los murales que queramos poner en casa. Y además queramos conseguir con eso que nuestros hijos sean más autónomos, aprendan a gestionar su tiempo y no tengamos que recordarles sin descanso lo que hay que hacer. Septiembre también puede ser un buen momento para revisar rutinas que teníamos y que no nos gustan (como gritar para que nos hagan caso, hacer de la hora de acostarse una lucha o pelearnos para que hagan los deberes). Para revisar cómo funcionan las rutinas, la psicóloga y autora de Queremos hijos felices, Silvia Álava nos recomienda llevar un registro en el que figure a qué hora empieza y acaba una actividad, en qué consiste y qué incidencias observamos (por qué esa tarea llevó más tiempo del previsto). “Con realizar esta tarea durante una semana, tendremos material suficiente para analizar qué es lo que está ocurriendo. Será una forma muy eficaz de detectar las fugas de tiempo y establecer formas de resolverlas, pero también para analizar si todas las actividades que realizamos a lo largo de la semana son necesarias. En ocasiones nos encontramos que sobrecargar las agendas tanto de los padres y de los niños con multitud de actividades extraescolares (piano, tenis, pintura, paddle, inglés, chino, coro, baile…) en lugar de aportar, consigue realizar un efecto de sobrecarga y presión para todos”
Así que la (buena) rutina sí tienen beneficios: da seguridad y orden, disminuye la ansiedad, favorece la cooperación y la autonomía, puede ayudar a reducir las discusiones… Nelsen, Lott y Glenn, de todos modos, nos advierten: puede que las rutinas no funcionen bien a la primera porque “está en la naturaleza humana resistir el cambio”.
¡Os deseamos una feliz vuelta a la rutina!