Rabietas, pataletas e, incluso, empujones acompañados de gritos. Todos los padres y madres hemos pasado por estas situaciones abrumadoras con nuestros hijos e hijas pequeños, especialmente en momentos inoportunos como cuando estamos en público. Sabemos que lidiar con esto puede ser estresante y embarazoso, sin embargo, “es un fenómeno normal del desarrollo de los niños”, confirma el psicólogo Alberto Soler.
Y, ¿por qué se producen las rabietas? El motivo no es otro que su incapacidad a la hora de manejar sus emociones. Aparecen en torno a los dos años de edad y se pueden prolongar hasta la adolescencia. Por eso, está en nuestras manos acabar con ellas. Nos puede parecer complicado, pero siguiendo unas pautas no es tan difícil. A continuación, el experto Soler nos ofrece algunos consejos sobre cómo actuar cuando nuestros hijos tienen una rabieta en público.
Pautas para terminar con las rabietas
-Mantener la calma
Ante una situación de tensión es importante mantener la calma. En una rabieta, y más cuando nos están mirando por la calle, nuestra calma puede evaporarse rápidamente. Por eso, “cuando estemos con el niño tirado en el suelo, con la cara roja y encendido, tenemos que bajarnos a su nivel, hablarle con calma y mirarle a los ojos“, nos recomienda el especialista.
Si notamos miradas ajenas sobre cómo estamos tratando a nuestro hijo, tenemos que pensar que lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Lo que importa es que estemos junto a él, acompañándole en esa rabieta, intentando calmarle y regular sus emociones, no los juicios de la gente.
-Transmitir afecto y contención emocional
“No es extraño que en ese momento rechace el contacto físico o que no quiera saber nada de nosotros. Si es así, debemos respetarlo y no tomarlo como un ataque, entenderemos que simplemente está ofuscado y esperaremos (manteniéndonos siempre dentro de su alcance visual). Pero si acepta el contacto físico, es una ocasión idónea para que le demos un abrazo, le besemos o le cojamos para demostrarle que estamos ahí, que no nos vamos a ir de su lado, y que comprendemos su malestar. El objetivo es que no se sienta rechazado a causa de su conducta”, cuenta Soler.
-Comprender y empatizar
La rabieta es uno de los comportamientos más comunes en los niños. “El cerebro es una estructura muy compleja. Hay una parte, la corteza frontal, que se encarga de tareas como el control de impulsos, planificar a largo plazo, la empatía o poder tolerar la frustración, y esa zona tarda un poquito en desarrollarse. Por tanto, los niños tienen rabietas porque no tienen desarrollada todavía esta estructura del cerebro”, explica el psicólogo.
Si entendemos que las pataletas son un fenómeno evolutivo que con el tiempo se soluciona, la actitud que tendremos hacia ellas será más positiva que si pensamos que nos está desafiando.
-Evitar las grandes explicaciones
No les demos sermones, los mensajes cuanto más breves y sencillos, mejor. Por ejemplo, podemos decirles: “Cariño, lo siento, ahora eso no puede ser”. Es normal que queramos que durante la rabieta entiendan qué les están pasando, pero no necesitan entenderlo, necesitan que conectemos emocionalmente con ellos.
-Redirigir
Una vez que ha pasado la rabieta, y tras haber conectado emocionalmente con ellos, podemos redirigir y apelar a su mente racional. Aquí debemos repetir el límite que hayamos puesto a nuestro hijo para que entienda la razón por la que no se ha satisfecho esa necesidad. Por ejemplo: “Tú quieres ir al parque, pero solo podemos ir los domingos”. Es importante que siempre cumplamos este límite, que haya firmeza, pues de otra manera, nuestro hijo va a aprender que dependiendo del estado emocional y de la rabieta que haya, vamos a ceder ante el deseo que tiene.
A veces, mejor que no ceder, es buscar una alternativa u otra opción. Podemos decirle: “cariño, lo siento, ahora nos tenemos que ir del parque. Pero podemos seguir jugando en casa”.
Recordemos que las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil y que, como padres, nosotros somos los modelos y guías de nuestros hijos. Al manejarlas de manera tranquila, empática y firme, estamos enseñando a nuestros hijos habilidades de manejo emocional y comportamiento adecuado.