Los niños, con frecuencia, quieren salirse con la suya e intentan imponer su criterio y sus deseos por encima de los demás. Cuando esto ocurre, los adultos solemos calificarlos como cabezotas, testarudos, impertinentes, caprichosos, desafiantes e, incluso, como pequeños tiranos.
Pero ¿es malo que un niño intente salirse con la suya?
“Los niños, desde que se levantan hasta que se acuestan, no hacen otra cosa que seguir el camino que nosotros les hemos marcado. ¿De verdad podemos mantener que sea un problema tan generalizado este de que para los niños de hoy en día todo tiene que ser a su manera? Pero si los pobres no pueden decidir prácticamente nada acerca de sus vidas”, nos dice el psicólogo Alberto Soler en su libro ‘Niños sin etiquetas’.
Y si lo pensamos bien, Soler tiene toda la razón.
Pensemos en un niños de cinco años típico. Se levanta a la hora que nosotros le decimos, desayuna lo que nosotros le preparamos. Va al colegio que nosotros hemos decidido y llega hasta allí en el medio de transporte que nosotros hemos elegido. Sigue el horario que en el colegio le han puesto y come lo que dicta el menú escolar. Por la tarde le recogemos con la merienda, que también hemos escogido para él, le mandamos a las actividades extraescolares que pensamos que son mejores para él. Después llegará a casa donde cenará lo que le pongamos y se irá a la cama a la hora que le digamos.
“Es obvio que nuestros hijos no pueden tener el control de estos factores, pero lo que tampoco podemos hacer es decidirlo todo por ellos y pretender que nos pongan una sonrisita. Y, si no lo hacen, acusarlos de que “todo tiene que ser como hemos digan” cuando en realidad no deciden prácticamente nada”, añade Soler.
La técnica del semáforo inteligente
Como es lógico, somos los adultos, en este caso las madres y padres, los encargados de poner las normas y los límites en nuestras casas, puesto que nuestros hijos aún son pequeños para decidir según qué cosas, pero cuidado con caer en el autoritarismo y esperar una obediencia ciega. A medida que van creciendo, nuestros hijos pueden ir tomando sus propias decisiones y teniendo voz y voto. De esta forma, sentirán que su opinión es tenida en cuenta y no tratarán de retarnos continuamente.
Pero ¿cómo sabemos qué decisiones pueden ir tomando nuestros hijos? Para facilitarnos la tarea, el psicólogo Antonio Ortuño nos ofrece un recurso: la Técnica del semáforo inteligente.
El semáforo tiene tres colores (como un semáforo normal): rojo, amarillo y verde. Se trata de que en casa haya normas de los tres colores.
Antonio lo explica con un ejemplo: “Imaginaos que llegáis a casa y vuestro hijo o hija os pide ver la televisión. Tenéis tres posibilidades de respuesta: Decir que no, negociar con ellos o decir que sí y hacer el traspaso de responsabilidades (la responsabilidad de la decisión la toman ellos)”.
- Decir que no sería el semáforo rojo. “Cuando tú dices que no es porque la responsabilidad es tuya, porque tu hijo no puede asumir la responsabilidad, y si asume la responsabilidad y toma una decisión, puede tener un riesgo, y tenéis que protegerle. Piensa muy bien a qué le dices que no. Aquí las normas las pones tú porque tu hijo no tiene la capacidad para tomar decisiones”,puntualiza Antonio.
- Negociar sería el semáforo amarillo. Explica Ortuño que “en el semáforo amarillo, los hijos pueden empezar a asumir responsabilidades acordes a su etapa evolutiva. Lo que se trata es de que ellos se sientan libres para decidir”. Aquí nuestros hijos ya deben participar, tienen que ver que son importantes, y nosotros tenemos que llegar a acuerdos con ellos”.
- Decir que sí y hacer el traspaso de responsabilidades, el semáforo verde. Aquí es cuando nuestros hijos ya no nos necesitan, son ellos los que tienen que tomar sus decisiones y tienen que poner sus propias normas. Sabrán hacerlo si les hemos enseñado a hacerlo, educando en la responsabilidad y no en la obediencia.
Antonio insiste en la importancia de equilibrar estos tres colores para el buen desarrollo de nuestros hijos: “Si tiene 4 años, tiene que haber más de semáforo rojo. Y si tiene 17 tiene que haber mucho más de semáforo verde. Todo empieza en el rojo, pero la educación consiste en ir traspasando la responsabilidad, poco a poco, con más inteligencia”.