La adolescencia es una etapa de importantes cambios y desafíos para nuestros hijos, y uno de los ámbitos donde es fundamental establecer límites y normas es en la hora de llegada a casa. Este asunto puede generarnos conflictos con ellos, pero es posible encontrar un equilibrio entre establecer reglas y permitir cierta flexibilidad y confianza.
¿Desde qué edad podemos ser más flexibles con los horarios?
Sobre los 14 años, nuestros hijos comienzan a pedirnos más espacio para salir con sus amigos. El psicólogo Ángel Peralbo menciona en su libro El adolescente indomable la importancia de adelantarnos a este momento y comenzar a negociar con ellos hasta qué hora vemos prudente su salida. En concreto, para el psicólogo Antonio Ortuño, quien ha escrito varios libros, entre los que se encuentra Familias inteligentes: claves prácticas para educar, hay un momento clave en el que es conveniente dar más autonomía en la hora de llegada a nuestros hijos y es cuando, a su juicio, empiezan las “provocaciones”. Estas pueden ser de distintos tipos: llegar más tarde de forma intencionada, mentir, incumplir promesas… “Esas provocaciones hay que leerlas en clave de cambio, de avance”, señala.
El objetivo final es que el adolescente pase de obedecernos a tomar él la responsabilidad en la decisión, es decir, a ‘auto obedecerse’. “Que decida cuándo estudiar o cuándo se va de fiesta. Los adolescentes no quieren ser obedientes, quieren ser responsables. Y nosotros queremos que nuestros hijos sean responsables, pero, en su día a día, buscan la obediencia”, concluye Ortuño.
Claves para acordar horarios con nuestros hijos
Para establecer horarios y límites con nuestros adolescentes, podemos tener en cuenta los siguientes consejos que nos ofrecen el psicólogo Ortuño y la educadora y pedagoga, Silvia Sánchez.
- Establecer un horario en función a sus responsabilidades. “Debemos tener en cuenta su horario de estudio, de deporte, de las responsabilidades en el hogar… para que las salidas de nuestros hijos no interfieran con lo que tienen que hacer”, puntualiza la educadora. Además, añade que el horario “debe adaptarse en función de su madurez”, pues hay algunos con los que sugerir un horario es suficiente, pero en cambio otros necesitan que pactemos acuerdos. También es importante que a la hora de establecerlo tengamos presente el tiempo que suelen tardar en desplazarse desde el sitio en el que se encuentren hada donde vivimos.
- Controlar nuestros miedos. “Si queremos fomentar su autocontrol, que será una pieza clave en su vida, hay que saber controlar nuestros miedos y nuestras preocupaciones, que siempre aparecen en el cerebro cuando este pierde el control. Estar fuera de casa implica que nuestros hijos se enfrenten a riesgos que no controlamos. Por eso, educar en el autocontrol y en la gestión de riesgos, implica aprender a dominar la necesidad de controlar”, apunta el psicólogo.
- Confiar en ellos. A medida que van creciendo, tenemos que confiar cada vez más para que el control que tenemos sobre ellos vaya disminuyendo progresivamente porque si no, no hay maduración, no hay aprendizaje de la responsabilidad. “Hay que pasar del ‘no, no puedes salir porque tienes 7 años’ al ‘disfruta cariño, luego nos vemos’ “, nos aconseja Ortuño.
- No utilizar castigos, amenazas, ni broncas. “Cada vez hay más evidencia científica que estas estrategias no fomentan la responsabilidad de los adolescentes. Todos son detectores de injusticias, y cuando perciben que se está siendo injustos con ellos, sacan su ‘manual de cómo fastidiar a mis padres’. Al final, las familias vienen a terapia diciéndome: “Lo tengo castigado con todo y ni por esas cambia”. Claro que no, no cambian porque el castigo no previene”, comenta el experto.
- Conocer su entorno y dónde van a ir. “Una forma para sentirnos seguros es conocer a sus amigos y los lugares que van a frecuentar. En este aspecto, la comunicación con ellos es fundamental”, nos cuenta la pedagoga.
Establecer horarios y límites con nuestros hijos es la manera de asegurarnos que crecen en entornos sanos y seguros.