Necesitamos ser conscientes de lo que queremos que los niños aprendan, así como de los estilos de aprendizaje. Cada niño es único, y su entorno de aprendizaje debe reflejar sus necesidades y preferencias individuales. Algunos niños aprenden mejor de manera pasiva, otros de manera activa. Algunos prosperan en completo silencio, mientras que otros pueden beneficiarse de música suave de fondo. Algunos pueden necesitar un entorno de escritorio tradicional, mientras que otros pueden encontrar más cómodo leer en un puff o cojín en el suelo. Los padres y cuidadores deben prestar atención a los comentarios de sus hijos y estar dispuestos a adaptar el espacio en consecuencia. Lo común a todos es que nacemos con una curiosidad innata y un deseo innato de aprender.
Como padres, cuidadores o maestros, nuestras interacciones con los niños implican aprender de manera intencional o, de hecho, no intencional, y podemos maximizar el potencial o disfrute si consideramos los espacios que queremos utilizar. Tradicionalmente, la instrucción directa era el modelo utilizado en las escuelas. Este método de educación formal y estructurada implicaba la transferencia de información de alguien que posee más conocimientos a alguien que tiene menos conocimientos. Hoy en día reconocemos y celebramos enfoques más diversos para el aprendizaje.
Un espacio libre y abierto, posiblemente con una zona alfombrada, es ideal para los estudiantes más jóvenes o para reunir grupos, facilita un enfoque informal y permite a los niños encontrar su postura cómoda y, de hecho, moverse y cambiar de posición y lugares para diferentes interacciones o ejercicios.
Actividades de construcción a gran escala, arte y manualidades se beneficiarán de mesas grandes, suelos y acceso para trabajos desordenados. Los recursos accesibles son clave para permitir que los niños tomen el control de su aprendizaje en la selección de materiales y, por lo tanto, comiencen a ser autónomos en su creatividad.
Los proyectos STEAM (ciencia, tecnología, arte y matemáticas) son cada vez más comunes en los programas educativos porque son oportunidades para desarrollar habilidades de colaboración y resolución de problemas. Este estilo de aprendizaje requiere espacios que permitan el movimiento y el cambio.
Los libros e historias pueden transportar a los niños a espacios imaginarios. Un rincón de lectura con una amplia selección de libros, de fácil acceso con espacio para hojear, un ambiente tranquilo y cojines fomenta un entorno para que los niños viajen al mundo de la historia.
Los entornos exteriores ofrecen un entorno rico y multisensorial que es significativo, estimulante y motivador para todos. Los niños pueden desarrollar su salud, fuerza y coordinación; pueden tener oportunidades para aprender sobre la naturaleza y el clima en contextos de la vida real.
Finalmente, no podemos omitir considerar los espacios virtuales. Dispositivos y plataformas de aprendizaje apropiados para la edad pueden respaldar objetivos educativos. En resumen, cualquier tipo de espacio tiene potencial de aprendizaje; lo que queremos lograr es que el aprendizaje sea divertido, ya sea enfocado, intencional o no intencional, y como el diseño del espacio impacta en el aprendizaje, se considera importante diseñar espacios de aprendizaje teniendo en cuenta el proceso de aprendizaje.