Psicóloga y especialista en infancia, es autora del libro Queremos hijos felices. Imparte el viernes 11 de diciembre un taller con nosotros sobre los primeros pasos para educar en la felicidad, para el que todavía quedan entradas. Sobre la etapa de 0 a 6 años y sobre el significado de felicidad hablamos con ella en esta interesante entrevista.
¿Por qué es tan importante esta primera etapa de 0 a 6 años?
Hay que darle realmente importancia a esos primeros años de vida. El cerebro del niño es muy plástico. Cuando nace el bebé el cerebro pesa ya 350 gr y en los dos primeros años de vida ha alcanzado el 75% del desarrollo que tendrá en la edad adulta y con 5 años de edad hasta el 90% del desarrollo cerebral. Los primeros años de vida son fundamentales y en ellos se van a anclar y sentar las bases del aprendizaje. Muchas veces pensamos “es que el niño es muy pequeño”, pero es fundamental lo que hacemos cuando son pequeños. Hay que estimularles correctamente (a nivel intelectual, a nivel cognitivo…) y es una edad fundamental para crear un buen vínculo emocional con los padres, un vínculo que les aporte seguridad, no dependencia. Existen los periodos de aprendizaje óptimos: hay determinadas cosas que el niño está preparado para aprenderlas a una determinada edad y fuera de esa edad nos cuesta mucho más. Para que un idioma se adquiera bien, ha de ser durante la infancia, si lo aprendemos fuera de la infancia lo que haremos más que nada es aprender vocabulario. Cuando lo hacemos bien desde el principio es más probable que nos salga bien. Muchas veces en consulta vemos casos de niños más mayores en los que vemos que había cosas ya latentes en la primera infancia. Si vamos trabajando desde pequeños y vamos sentando unas buenas bases, ya tendremos cosas trabajadas para cuando sean más mayores y adolescentes, como la importancia de las normas y los límites, los valores que les queremos inculcar, la comunicación, porque si no hemos trabajado la comunicación y la complicidad con nuestros hijos en nuestra niñez, la adolescencia no va a ser el mejor momento para empezar a hacerlo.
¿En qué consistiría estimular correctamente y crear un buen vínculo?
Estimular correctamente implica que tenemos que hacer a los niños autónomos, seguros. Muchas veces se malinterpreta y se dice que cuando hablamos de hacer a los niños felices supone dar todo lo que el niño quiere y llenarle de cosas materiales. Y nos damos cuenta de que cuando a los niños les llenamos de cosas materiales y tienen un montón de juguetes no los valoran.
Si realmente queremos que el niño sea feliz le tenemos que hacer autónomo, capaz, tenemos que conseguir que desarrolle toda esa serie de competencias emocionales necesarias para desenvolverse con éxito en la vida.
Se trata de hacer al niño capaz y seguro. No se trata de resolverle los problemas sino ayudarle a que los resuelva. No estamos diciendo que dejes al niño completamente libre, que ya lo resolverá, sino de estar a su lado, escucharle, averiguar lo que le ocurre, fomentando su razonamiento lógico, animándole a pensar cómo se le podría ayudar, llegando a una conclusión en común y siempre diciéndole: “Tú puedes”. Si cuando encontramos un problema le decimos: “Trae, que ya te lo arreglo yo” el mensaje es “Tú no puedes” y eso va a ir siempre en contra de su seguridad y de su autoestima.
Para crear un buen vínculo con los niños cuando son pequeños, hay que cogerlos, hay que mimarlos, achucharlos, decirles lo importante que son para nosotros… Pero lo que sí que queremos es que crean un vínculo de seguridad, dotándoles de autonomía para que estén felices y contentos con papá y mamá pero `para que en un momento dado se puedan quedar con otra persona. Se trata de hacerles seguros para que en la medida de su edad ellos solos se vayan desenvolviendo. Llegada una determinada edad pueden pedir ellos solos un vaso de agua por favor al camarero, o hacer amiguitos nuevos en el parque, que no sea el padre o la madre el que tenga que estar resolviendo la situación. Si tiene un vínculo de seguridad, va a ser mucho más fácil que se desenvuelva en pequeños retos del día a día que le corresponden para su edad. No se trata de enfrentarse a situaciones para las que no están preparados.
Todos queremos hijos felices. ¿Qué ideas clave ofrecerías para lograr tan noble objetivo?
Es muy importante no confundir el término de felicidad. La felicidad es algo muy complejo pero hablamos de felicidad como sentimiento de capacidad, no se trata de vivir todo el rato buenas situaciones y estar todo el día dándote cosas. El hacer cosas por los demás nos ayuda a ser felices. Un niño seguro y autónomo es más probable que sea feliz. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad.
Podríamos hablar de cinco claves para que los niños sean felices:
- Una de las cosas que más se ha estudiado como predictor de la felicidad es ser agradecido. No se trata solo de dar las gracias como una regla de educación, sino entender que si nos da una cajera un cromo no tenía por qué hacerlo. Tenemos que enseñar a los niños a agradecer lo que los demás hacen por ellos y también lo que sus padres hacen por ellos. Hay niños que muchas veces tratan a sus padres como si fueran sus sirvientes, y no.
- Trabaja su autonomía. Enséñale a resolver los problemas, no se los resuelvas tú. en Escúchale y dótale de esas estrategias para que sepa desenvolverse en la vida, porque el sentimiento de capacidad va a estar muy ligado al sentimiento de felicidad.
- Fomenta con él comportamientos altruistas. Cuando hacemos cosas por los demás nos sentimos muchísimo mejor. Por ejemplo, preguntarle: “¿Ves que bien te sentiste cuando le sujetaste a este señor la puerta o cuando ayudaste a tu hermano a hacer algo?”. Eso ayuda a demostrar cómo ser altruistas nos hace sentir bien, pero también demostrarle que no tengo que esperar nada a cambio.
- Enséñale a buscar las cosas buenas de cada día. Para ser feliz es mucho más efectivo tener muchas experiencias de felicidad que contar con un único acontecimiento muy muy feliz. La felicidad se construye con pequeños momentos, el problema es que muchas veces no los llegamos a valorar, hay que demostrar cómo reconocerlos. Por ejemplo, por las noches vamos a coger un diario y vamos a recoger todos esos buenos momentos, porque aunque sean chiquititos, cuando los vamos sumando, nos van a ayudar a ser mucho más felices.
- No olvidemos que los niños aprenden por modelado. Si los niños ven que su padre y su madre son personas positivas y que transmiten esa energía positiva, eso les ayudará mucho más a ser felices que cuando su padre y su madre están todo el día fijándose en lo malo, están protestones.
¿Cuál es el principal problema o reto que te encuentras con los niños en consulta que quizá los padres y madres no estamos resolviendo bien?
Me encuentro principalmente con dos grandes problemas que dificultan bastante el día a día. Uno es la falta de tiempo. Para enseñar a los niños a hacer las cosas necesitamos tiempo. El niño tiene que aprender a vestirse solo, pero si despertamos al niño media hora antes de irse y en ese tiempo tiene que levantarse, vestirse, desayunar, lavarse los dientes y coger la mochila, ¡no hay tiempo para aprender! Tenemos que aprender a gestionar bien el tiempo y pensar muy bien qué tiempo empleamos en cada cosa, porque quizá nos salga más rentable ver menos televisión o jugar menos a la tablet por la noche para acostarnos antes y así tener más tiempo para que el niño aprenda a ser autónomo y a vestirse por las mañanas. La falta de tiempo nos hace muchas veces hacerles las cosas nosotros, en lugar de fomentar la autonomía. Otro problema es el cansancio de los padres, que suelen tener trabajos bastante estresantes, demandantes, y hace que lleguen más cansados. Y sobre todo, el sentimiento de culpabilidad. Hay muchos padres que se sienten culpables por todas las cosas que no pueden hacer con sus hijos, al final lo que pasa es que decimos: “Ay, pobre, si como no pude estar todo el día con él ahora cómo no le voy a decir que no cuando me ha pedido una chuche. Yo sé que es la hora de cenar y que le debería decir que no, pero me cuesta porque me siento culpable. En ese sentido, estamos haciendo un flaco favor a los niños porque el sentimiento de culpabilidad está provocando no ser capaces de decirles que no, de marcarles normas y límites. Es importante trabajar con los padres que no se sientan culpables, que aprendan a gestionar bien el tiempo y a pensar que aunque no se puede aumentar la cantidad de tiempo que pasas con el niño sí se puede aumentar la calidad.
¿Por qué es tan importante para madres y padres gestionar bien el tiempo? ¿Cuál es la clave para conseguirlo?
Hay que pararse y observar muy bien qué estamos haciendo. En ocasiones nos damos cuenta de que el niño tiene más atención en negativo que en positivo. Mientras no hago los deberes, estás detrás de mí recordándomelo. Mientras que si me pongo rápido, te pones a hacer otra cosa. Tendremos que darle atención en positivo: “Yo sé que vas a hacer muy bien los deberes y que cuando termines todo ese tiempo que no hemos dedicado a protestar lo vamos a emplear en jugar. Los niños ven que cuanto más tardan en obedecer más tiempo se garantizan de atención de los padres. Tenemos que pararnos y ver en qué se nos está yendo el tiempo. Yo les digo a los padres que hagan un horario y digan qué están haciendo en cada momento, así descubriremos los ladrones del tiempo. También debemos ser realistas: en ocasiones hemos cargado a los niños con una cantidad de actividades tal que luego no tienen tiempo libre pata disfrutar. Los niños tienen que tener tiempo para estar ellos solos, para aburrirse, para fomentar su creatividad, tiempo sin estar constantemente con un adulto que le esté dirigiendo. Hacemos verdaderos encajes de bolillos con las extraescolares y hay que ver qué cosas son importantes y cuáles no. Porque en la vida se pueden hacer muchas cosas, pero hay que aprender a elegir, es uno de los aprendizajes fundamentales y vitales que hay que hacer.
¿Qué mensaje o poso te gustaría dejar en el taller que vas a impartir con nosotros?
Quiero dejar un mensaje muy positivo.
Podemos hacer muchas cosas por que los niños sean felices y porque toda la familia sea más feliz. Al final cuando los niños tienen atención en positivo y no en negativo, cuando dejamos de utilizar la amenaza y el castigo, cuando les señalamos las cosas positivas y les decimos que sabemos que pueden hacerlo y que lo van a conseguir, los niños funcionan mucho mejor.
Vamos a aprender estrategias o técnicas porque estamos capacitados para ser unos buenos padres y para dar a nuestros hijos lo que ellos necesitan.
¿Por qué te has animado a participar en la Semana Gestionando Hijos?
Es importante el poder divulgar el conocimiento que los psicólogos tenemos, llevamos muchos años trabajando con los niños, con padres, y sabemos que hay una forma diferente de gestionar las cosas. Porque al final los padres terminan consiguiendo todo: que el niño haga los deberes, que se duchen, que cenen, pero muchas veces con un desgaste emocional altísimo. Hay una forma más fácil de hacerlo. Lo que queremos es que llegue a los padres esa forma más fácil de gestionar las cosas: con una sonrisa, enunciando en positivo y quitando el desgaste emocional para todos, tanto para los niños como para los padres.