“Cuatro de cada diez menores españoles no cumplen con las recomendaciones de sueño de lunes a viernes, una realidad que afectaría sobre todo a los adolescentes, ya que más de la mitad duerme menos horas de las recomendadas entre semana”, según datos del estudio PASOS 2019 de la Gasol Foundation.
“La falta de sueño es un factor de riesgo importante para la mala salud física y mental en bebés, niños y adolescentes”, afirma Gonzalo Pin, pediatra y especialista en Medicina del sueño, jefe de equipo de la Unidad del Sueño de Servicio de Pediatría en el Hospital Quirón de Valencia.
Por suerte, “el déficit crónico de sueño es un problema de salud pública global en el que las familias tenemos mucho que decir y mucho que hacer”, alerta Pin.
Consecuencias de la falta de sueño en nuestros hijos
En su libro ‘El sueño es vida’, Pin nos habla de consecuencias inmediatas y consecuencias a largo plazo.
Consecuencias a corto plazo:
- Disminución de la memoria
- Somnolencia e irritabilidad por el día
- Falta de control de impulsos, rabietas…
- Cambio de conducta general
Consecuencias a largo plazo:
- Deterioro del sistema inmunológico:
En los primeros años de vida, nuestro sistema de defensas contra infecciones está en pleno desarrollo y, además, rellenando archivos para saber cómo defendernos frente a enfermedades, virus o bacterias. Y este trabajo, como alerta Pin en su libro: “se realiza fundamentalmente mientras los niños duermen. Si tienen menos horas de sueño o sueño de mala calidad, no se producen suficientes sustancias que defiendan de las infecciones”.
- Alteraciones en el crecimiento corporal armónico
La hormona del crecimiento se secreta fundamentalmente en fases profundas del sueño.
- Disminución del manejo adaptativo de las emociones
Un déficit de sueño favorece una toma de decisiones basada en incentivos no adecuados y la presencia de actitudes de riesgo y conductas opositoras y estados de ánimo negativos.
- Obesidad/sobrepeso
“Nuestro cerebro y nuestro intestino van de la mano y se influyen mutuamente. El déficit crónico de sueño favorece un aumento específico del consumo de determinados alimentos (ricos en hidratos de carbono y grasas), lo que aumentaría la probabilidad de comer en exceso y, consecuentemente, el riesgo de comer en exceso y padecer obesidad”, asegura Pin.